Vientos de destrucción

ALDUMAR FORERO ORJUELA

“Los días que pasan se ven más oscuros, vientos de destrucción se sienten en cada rincón de la nación y una manta de maldad se sienta sobre cada hogar colombiano. Gustavo Petro está llevando a Colombia a la destrucción inminente”


 

No se puede, a estas instancias de tiempo para el país, pensar en otra cosa que la inminente destrucción de Colombia a cargo de Gustavo Petro, su gobierno y sus áulicos. Los días que pasan se ven más oscuros, vientos de destrucción se sienten en cada rincón de la nación y una manta de maldad se sienta sobre cada hogar colombiano. El maligno está en el poder, trata de controlarlo todo y está cavilando la estocada final para tomarse definitivamente Colombia.

En 2022, millones de colombianos decidieron – a pesar de las advertencias de otros millones de colombianos – elegir a Gustavo Petro como presidente de Colombia hasta el 2026. Lo hicieron muchos de buena fe pensando que el país cambiaría para bien, que cesarían las masacres y los actos de corrupción en el estado; otros lo hicieron porque pensaban que la única manera de que se fuera el “uribismo” y la derecha del poder era eligiendo a Petro, decían, “entre los males, el menos” y otros que por llana ignorancia – y muchos políticos de izquierda aprovechándose de ello –  votaron por Petro porque les prometía el paraíso mientras les inyectaba grandes dosis de odio, rencor y resentimiento.

En la historia de la humanidad y hasta en los cuentos de hadas, el maligno siempre está infiltrado entre los buenos y Petro se arrogó la defensa de la vida, el trabajo, la dignidad y la paz, y como un lobo hambriento y sediento de sangre, se vistió de oveja, caminó el prado con ellas, se hizo elegir y hoy se quitó esa piel y se muestra como el auténtico maligno que es y hará que estallé una guerra civil para hacerse con el poder permanentemente. Ha sido tan cínico que en medio de manifestaciones y actos públicos ordena ondear la bandera de un grupo terrorista que asesinó, secuestró, extorsionó y afligió al pueblo colombiano. El M-19 afligía y aterrorizaba a Colombia desde las madrigueras de Bogotá y otros sitios de la geografía, pero ahora ese grupo sigue lacerando al país, pero desde la presidencia porque lograron el poder para acabar con Colombia, ese era el sueño y el objetivo de Petro desde siempre.

A casi dos años en el poder, Petro se ha mostrado como es en realidad y el pasado 01 de mayo asaltó la marcha de los trabajadores y la cambió por una manifestación a favor de su gobierno, fue un asalto a cada trabajador que siempre ha luchado por una mejor calidad de vida. Sin embrago, esos trabajadores siempre viven engañados, les dicen que tendrán un mejor salario, mejores condiciones, garantías de salud y bienestar, pero desde el estado aquel gobierno lo que hace es ahuyentar a las empresas que son las que generan el empleo. El mayor enemigo del trabajador es aquel que desde el estado dice que lo defiende.

Petro acabó con la economía del país, sacó a patadas a grandes empresas por la inseguridad jurídica y física, los altos impuestos y con el discurso en contra del capitalismo hizo perder grandes cantidades de dinero en lo que afectó a aquellos empresarios, pero con mayor intensidad a los trabajadores que dejaron de percibir un salario.  Petro acabó con la seguridad del país porque con su discurso de paz total le dio gabelas y un campo abierto a los criminales para que hicieran y deshicieran con la vida y la tranquilidad de cada colombiano, hoy en Colombia el criminal es premiado mientras quien cumple y respeta las leyes es castigado y envilecido. Con Petro, la máxima del mal que dice: el crimen paga, es lo que en el país se ve como paisaje. Petro acabó con los amigos de ataño, con quienes hemos tenido buenas y fraternas relaciones, rompió con Israel por pura ideología, dice defender la vida y rechazar el genocidio, pero no rompe relaciones con Cuba o Venezuela que tienen dictadores que matan a sus pueblos de inanición. Colombia pierde más que Israel por un capricho estúpido de un presidente que piensa más con el hígado que con el cerebro.

Los discursos de Gustavo Petro llaman a la confrontación civil. El presidente que habla del respeto a las manifestaciones llama a las que lo contradicen las “marchas de la muerte” poniéndole a cada colombiano que no está de acuerdo con él una lápida en su cabeza, pero de igual manera a lo que él llama las “marchas de la vida” también las pone en peligro porque les ordena a que violenten a quienes no estén con el gobierno. Un presidente – se supone – es quien debería llamar a la unidad nacional, así lo dice la constitución, sin embargo, el presidente lo que promueve es la división nacional.

Petro es capaz y – no le temblará el pulso para hacerlo – en incendiar el país y promover una guerra civil, Petro no está bien psicológicamente, no hay que ser especialista en la materia para saber y entender que el comportamiento es de un demente. Capaz que en un día cualquiera sale por la televisión “pública” diciendo que Colombia entra en estado de emergencia, que se cierra el congreso y todos los poderes y, además, que se gobernará por vía decretos-ley para “solucionar el grave deterioro de la democracia causado por la ultraderecha fascista y evitar un golpe de estado a un gobierno progresista y de cambio”.

Lo que vive el país no es un tema menor, cada día está más cerca el resquebrajamiento de la institucionalidad y la democracia nacional. Todas las decisiones que ha tomado el gobierno han afectado a cada colombiano y las que se tomarán – porque así lo ha anunciado Petro y sus esbirros – serán peor con resultados catastróficos. Y en estas líneas pueda que cada letra y palabra signifique pesimismo, pero es que con un gobierno como el actual de talante violento no se puede esperar más que malas noticias.

El objetivo de quienes queremos un futuro mejor es defender la democracia, las instituciones y la libertad. Petro está empecinado en dar un autogolpe para hacerse por siempre con el poder, pero le quedará difícil, sino imposible, si quienes defendemos la vida, la propiedad y la libertad no se lo permitimos. Nosotros cumplimos y respetamos la ley y lo que está bien lo es así la “mayoría” diga lo contrario. Petro se tiene que ir del poder en 2026. Colombia se respeta y la defenderemos.


Todas las columnas del autor en este enlace:  Aldumar Forero Orjuela

Aldumar Forero Orjuela

Joven oriundo de Bogotá D.C. Nacido en 1998, de familia conservadora, se ha adherido a las ideas del liberalismo que aboga por el respeto a la vida, la libertad y la propiedad como los valores más importantes de una sociedad.

Economista de la Universidad de La Salle. Con diplomados en cultura democrática y juventud constructora de paz.

Ha sido columnista en varios medios digitales de opinión y actualmente es columnista en Al Poniente.

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