“Pueda que los testimonios de la comisión de la verdad, no sean la verdad absoluta, que ya dijimos que no existe; pero no se puede desmeritar el esfuerzo que se ha invertido en buscar estas versiones, sólo porque a un sector político no le gusta esa verdad.”
Alguna vez escribí en mi cuenta de Twitter que las nuevas generaciones de colombianos merecen saber la verdad de lo que ocurrió en el conflicto armado. El comentario lo hice el día en que la Comisión de la verdad daba su informe final en el teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá. Una amiga que leyó mi comentario, minutos después me escribió por WhatsApp preguntándome a qué verdad me refería. A la que recolectó en testimonios la comisión de la verdad, le contesté. Pero yo sabía la intención de fondo en su comentario. Sabía perfectamente que no es muy simpatizante del acuerdo de paz que se firmó hace ya 6 años, sabía que no está de acuerdo con que un grupo guerrillero pase por una transición hacia la lucha política en democracia y no en armas, sabía también que para ella cuanto testimonio recogido y hablado con relación al conflicto armado en la comisión de la verdad, no tiene fundamento ni credibilidad, sino que como muchos colombianos, cree que aquella verdad consignada allí, está manipulada, y busca una supuesta impunidad para los exguerrilleros que se acogieron al proceso de paz firmado aquel raro año 2016.
Y es que hablar de una verdad absoluta, también es una irresponsabilidad. No existe en realidad la verdad, esta es tan sólo un acuerdo social. Aristóteles la definía como un concepto creado por el ser humano. Después Descartes dijo que la verdad es la experiencia y esta parte de la duda, de allí nace El Discurso del método, que es la base de la filosofía moderna. Después apareció Kant y dijo que la verdad es una percepción y que nace de la razón humana, (el mundo de los sentidos), y por último apareció Nietzsche y concluyó que la verdad es un acuerdo social, que además comparte un tiempo, un espacio y un grupo social georeferenciado. Si hoy tomamos algo como verdad, es porque algún día de la historia de la humanidad, la sociedad se puso de acuerdo para definir ese algo como verdad, y para que una verdad sea verdad, tiene que ser universal, natural y eterna, esto último, es que genera consecuencias.
Partiendo de allí es clarísimo que la Comisión de la Verdad en Colombia nunca buscó una verdad absoluta, pues varios siglos se ha demorado la filosofía en ponerse de acuerdo para definir por fin qué es la verdad, como para que un grupo pequeño de comisionados la encuentre en 6 años. Habría que aclarar acá, después de este resumen mal hecho de historia filosófica, que como la verdad no existe, sino que es un acuerdo social, y además es subjetiva, la comisión de la verdad en Colombia, en realidad lo que hizo, no fue buscar una verdad absoluta con culpables y condenados, sino que fue buscar diferentes versiones sobre la guerra en Colombia para tratar de darle un fin a este conflicto degradado; por eso se escuchó a todos los bandos: a las víctimas del Estado, del ejército, de las diferentes guerrillas, de los diferentes grupos paramilitares y demás grupos ilegales, y también a los integrantes de todos los bandos, y los protagonistas de esta guerra.
Pueda que los testimonios de la comisión de la verdad, no sean la verdad absoluta, que ya dijimos que no existe; pero no se puede desmeritar el esfuerzo que se ha invertido en buscar estas versiones, sólo porque a un sector político no le gusta esa verdad. Y es que también resulta imposible concluir una sola versión, pues aquí los grupos guerrilleros desde el principio han dicho que ellos tienen la razón, pero lo mismo ha dicho el ejército y el Estado, y lo mismo han dicho los paramilitares y los demás grupos armados. Lo complicado es que todos se contrarían y se culpan los unos a los otros. Y así llevan más de setenta años, culpándose entre sí sin ceder siquiera un poco. Es por eso que hay que entender que la verdad absoluta no existe, sino que se buscan versiones diferentes, no para buscar también venganzas, sino reparaciones y la no repetición de los hechos violentos, esa debería ser la conclusión.
También podríamos quedarnos acá defendiendo la “verdad” entre comillas, de un bando, pero es precisamente esa postura egoísta e inmadura la que por años ha impedido que salgamos de esta guerra absurda que cada día suma muertos.
Sería bueno que en vez de seguir buscando una verdad absoluta, como sociedad hagamos un acuerdo social. Yo lo propongo hoy acá y varios ya lo han hecho en otros medios. La guerra ha desangrado a Colombia, y ha cobrado un monto incontable de vidas humanas por parte de todos los bandos. La guerra ha impedido el desarrollo económico y político de la sociedad colombiana, y nos ha puesto en los lugares más vergonzosos de las estadísticas de muertes mundiales. La guerra en Colombia ha dejado a familias huérfanas y destruidas, y además las ha dejado desplazadas, sin hogar y en la miseria absoluta. La guerra en Colombia ha dejado un dolor infinito en esta sociedad y en estas generaciones que crecieron traumatizadas por su atrocidad. Lleguemos a un acuerdo: la guerra no le ha aportado nada bueno a Colombia, sino que al contrario, nos ha impedido avanzar al desarrollo.
Lleguemos a un acuerdo: la paz es la salida más viable a este conflicto armado, la paz es la solución para este conflicto sin fin. Acordemos socialmente una verdad. La guerra nos afecta a todos, en cambio la paz nos beneficia más.
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