«Actos como el que vivió Catalina Ortiz por el hecho de ser mujer en la ciudad de Cali, es un golpe colectivo a todas las mujeres que han dado hasta su propia vida por alcanzar una igualdad entre el hombre y la mujer.»
Otro día más en donde ser mujer se convierte en el talón de Aquiles de 26,1 millones de mujeres en Colombia, según cifras del DANE 2022. Aunque es claro que no es un conflicto propiamente nacional sino internacional, es pertinente resaltar el caso de la precandidata a la Alcaldía de la ciudad de Cali, Catalina Ortiz, que el día lunes 29 de mayo del presente año, se encontraba en las calles de la Sucursal del Cielo en medio de su campaña política. Lo que nadie se esperaba y que por supuesto agarró por sorpresa a la precandidata es ser recibida por un acto de violencia y misoginia de parte de uno de los ciudadanos.
Tremendo espectáculo que se cargó el ‘macho’ de la ciudad, quién lo diría… en medio de la calle, en un carro particular, con el clima de la ciudad, el sol campante y la brisa eterna, lo único que faltaba era el agua que fue arrojada por este hombre hacía Catalina Ortiz, y como para cerrar con broche de oro sus palabras resonando en la ciudad “Vaya para la casa mija. Es lo que ha de hacer. Vaya para la casa”
La violencia contra las mujeres ha sido una lucha constante que lastimosamente parece no ganarse fácil, a pesar de la conciencia que se ha logrado generar por medio de los movimientos sociales y la unión de las personas, es todavía imposible no dejarse de encontrar personajes que atacan al corazón de la razón y al derecho que como mujeres y sociedad merecemos. Respeto. Es inevitable dejar de lado estos hechos; no solamente fue el ataque a la precandidata, sino un ataque directo a todas las mujeres y a la lucha que por muchos años se ha llevado.
Hablar de mujeres y feminismo retoma desde aproximadamente cinco siglos atrás en los que la mujer tomó la palabra y se negó a callar, se colocó a denunciar y principalmente a luchar por ganar; por lo que actos como los que vivió Catalina Ortiz por el hecho de ser mujer en la ciudad de Cali, es un golpe colectivo a todas las mujeres que han dado hasta su propia vida por alcanzar una igualdad entre el hombre y la mujer.
Las palabras del ‘macho’ en la Sucursal se clavaron como dagas en el pensamiento, perpetuando el veneno de la misoginia y reforzando el supuesto de que ser mujer es sinónimo de fragilidad, debilidad e inferioridad. Es difícil ver estos casos y dejar de preguntarse el por qué de su comentario, por qué mandarla para la casa y por qué arrojarle agua.
El personaje del día se llevó el show de los caleños y colombianos, dándoles entrada gratuita y difusión por redes sociales como si de cine se estuviera hablando. La mujer sigue siendo víctima de adjetivos que no se adecuan a su sustantivo. La lucha por la igualdad y el respeto sigue permaneciendo y las palabras y actos de personas como el ‘macho’ se espera que vayan desvaneciendo.
Realmente siento vergüenza ajena. No es posible que en estos tiempos todavía tengamos comportamientos tan cuestionables desde cualquier punto de vista. Ojalá que pudiéramos ir al mismo paso al que va la tecnología pero sin perder nuestra humanidad.