Fui estudiante de derecho durante el Gobierno de Uribe y seguí con detenimiento las políticas que implementó. Mi vida, como la de miles de jóvenes colombianos, cambió de manera positiva; pudimos avizorar un horizonte esperanzador hacia el futuro, conocer una Colombia profunda y diversa. La inversión social que él lideró abrió un mundo de oportunidades en educación, empleo y emprendimiento, en un país al que antes de su llegada, pocos le apostaban.
Mi profunda convicción en las tesis que Uribe ha liderado, se reitera hoy en el marco de la reunión que sostuvo el expresidente con el Padre Francisco de Roux. Un encuentro que Uribe preparó con el mismo amor, cuidado y compromiso que le ha imprimido a cada paso que ha dado en su extensa carrera pública. Una reunión en la que Uribe, a pesar de sus conocidas y válidas diferencias con el Acuerdo de Paz de la Habana (que compartimos millones de colombianos), a pesar del “matoneo infame” del que ha sido víctima por parte, entre otros, de varios de los artífices de ese acuerdo, antepuso su compromiso con la paz, con la verdad y con las víctimas del terrorismo.
La reunión reflejó al ser humano profundamente democrático, defensor de las libertades, el batallador de las ideas y los argumentos.
Un sector de colombianos ha creado un ambiente polarizado alrededor de la paz, han pretendido estigmatizar a Uribe y a los colombianos afines a sus ideas como los enemigos de esta, y hoy, una vez más, la grandeza de Uribe los ha dejado sin razones. Me refiero a la grandeza del líder que con humildad y sinceridad le habló a los colombianos con base a una guía que contiene 63 puntos y que presentó a la opinión pública con antelación a la reunión.
Hay muchos momentos del encuentro que quedarán para la posteridad. Yo guardaré la visión propositiva para Colombia. Me quedo con el mismo Uribe que hace casi 20 años asumió la Presidencia de la República como un compromiso irrestricto de servicio a la patria y que hoy, seguramente orientado por la firmeza de los mismos principios de aquel 7 de agosto y a pesar de no reconocerle legitimidad a la Comisión de la Verdad, se sentó al lado del Padre Francisco de Roux y otros miembros de esa Comisión, para hacer una contribución histórica a Colombia, a la paz con justicia, verdad y reparación. Esa paz que nunca llegará a través de reconocimientos y premios internacionales, ni atada a la impunidad o de espaldas a las víctimas.
Hoy Uribe nos ha dado ejemplo de construcción de verdadera paz, de frente a todos los colombianos, sin secretismos. Un encuentro que será ejemplo para las nuevas generaciones de amor a la patria incondicional, sin vanidades y honesto.
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