En medio de la desilusión que trae la traición, en una noche de desaciertos y entre el fárrago de la multitud, allí, tratando de llamar un poco la atención de un desalmado, quise irrumpir en un círculo de desconocidos; la danza, el reto y las miradas, fueron el detonante para deletrear los números que iniciarían la unión de dos almas, en esta vida.
Pasaron dos meses, y justo en una noche donde contaba ante el micrófono de una emisora parte de mi historia, recibí un mensaje, el menos esperado y poco relevante para mí en ese momento.
La apatía fue mi escudo y aunque una parte de mi sentía la necesidad de explorar más allá, lo que crecía dentro de mí, me recordaba lo inmoral que sería intentarlo.
En tan sólo un mes tuve la perdida más difícil de mi vida, y ese mismo mes bastó para planear un encuentro sin expectativas; en medio de las preguntas, de las miradas y del reto constante, nos sumergimos en un mundo de canciones, las mismas que me llevaron a pecar y arrepentirme al mismo instante.
El arrepentimiento fue casi como confesarme antes de volver a pecar, y a pesar de los prejuicios y advertencias, no me resistí a probar un poco más… aquella noche mi paladar saboreo el dulce sabor de lo indebido, y mientras contemplaba lo que tus manos preparaban, pensaba en lo mucho que quisiera pecar de nuevo.
El tiempo no pasó, y en medio del frío, y con nuestro propio ágape, rodeados religiosidad en un parque de ardientes pensamientos, revelamos nuestros más profundos secretos. Dimos paso a continuar con nuestro reto de quince puntos, aquellos que cada vez se convertían en un reto prometedor, e iniciamos en medio de lo incierto del texas hold’ em, un juego de seducción que nos envolvía en medio del placer y la magia.
Cada día que pasaba, se convertía en un misterio de sensaciones, pero llegó aquella noche en que la dulce espera, se trasformó, en un baile que terminó en una discusión de celos sobre la mesa de billar. Al amanecer, el olor tenue de las criaturas del lago, nos sedujeron a tal punto, que terminamos devorando cada espacio de nuestros cuerpos e incumpliendo las reglas de nuestra utópica lista.
Era inevitable pensar en nuestra próxima vez, había llegado la noche, aquella en que el cielo iluminaba nuestras miradas y el viento nos cobijaba con su complicidad, siendo el testigo del poder que tenía el UNO en nuestras vidas… terminamos la noche en uno de esos conservadores parques, que nos incitaban a hablar sobre la religiosidad que separaba aun nuestras almas., y no me entere de cómo pasó, pero ya era casi un ritual sentarnos y detener el tiempo con nuestras miradas, lo recuerdo como si hubiese pasado años atrás, aquella noche que fingiendo ser actores frente a las cámaras de un puente peatonal, nos dejamos llevar hasta agotar la fuerza de nuestros labios.
Era un día más, de esos en que mirábamos el reloj, contando los minutos para nuestro próximo encuentro, pero esta vez, para disfrutar de nuestro primer concierto juntos, de esos que nadie más puede vivir, un concierto en donde revivimos la emoción de un finado fascinante. Parecía que esa fue la prueba que me llevo a involucrarme de tal manera, que te incluí en mi grupo de amigos más cercanos, y después de allí me incluiste en los tuyos, aquella noche en que un ramillete de empanadas mágicas, nos llevaron a sentir lo más parecido al amor.
Dicen las estrellas a la luna que una vez que se rompen las reglas, puedes observar toda la constelación… y eso nos pasó, nuestra lista se convirtió en un camino a la magia, y llegaron con ella, momentos indescriptibles , llenos de compañía, cenas, juegos y hasta dinosaurios, y en un viaje de 300.000 km/seg que pusieron mi corazón a 100 latidos x min, nos dejamos llevar, ni la lluvia que caía sobre nuestros cuerpos fue impedimento para dejarnos arrastrar por la locura interminable de nuestras aventuras. Te empezaste a convertir en parte de mí, siguiendo mis prestezas y llegando incluso a viajar una noche por Italia… nos dejamos deleitar por el sabor de Napoli y paseamos en una de las góndolas del romántico Venecia… parecía perfecto todo, pero cuando el cielo se dejó ver con sus innumerables luces, nuestros demonios se enfrentaron y nos hicieron más fuertes.
Ahora estamos a punto de dar un paso en nuestra lista, aquel que marcara el resto de nuestra historia, y que dará inicio a una eternidad anunciada o a un final inapelable.