“No voté por Gustavo Petro, pero creo que su elección es una victoria de la democracia y una demostración de lo sólida que es en nuestro país”.
La gran noticia de esta semana fue la elección de Gustavo Petro como nuevo presidente de Colombia para el período 2022- 2026 a partir del 7 de agosto. A pesar de lo tenso que estuvo la contienda electoral, el día “D” se llevó con normalidad salvo contadas excepciones. La Registraduría Nacional estuvo a la altura y en menos de dos horas se conoció el nombre del nuevo presidente que regirá los destinos de Colombia por los próximos cuatro años.
No voté por Gustavo Petro, pero creo que su elección es una victoria de la democracia y una demostración de lo sólida que es en nuestro país. El hoy presidente electo, horas antes de las elecciones, estaba mandando mensajes de posible fraude o manipulación para favorecer a su contendor, lo que finalmente no ocurrió. En lugar de eso, sus contrincantes políticos reconocieron rápidamente y sin reservas su victoria dándole más legitimidad a su elección.
Del discurso de victoria de Petro destaco su llamado a realizar un gran Acuerdo Nacional y a dejar los odios y resentimientos para construir en medio de toda la diversidad que tenemos. Entiende que, para lograrlo, es necesario conversar con sus rivales políticos como el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien le aceptó su invitación de sentarse a conversar (ver). Petro ganó, pero es consciente de que casi la otra mitad del país no votó por sus propuestas y que para tener la gobernabilidad que le permita cumplir con el grueso de su programa de gobierno se debe pasar la página de la polarización y propiciar permanente el diálogo con los distintos y generar confianza en los que tienen temores con sus ideas.
Coincido con varios analistas que han dicho que la victoria de Petro es sana para la democracia. Servirá para rebajar la tensión social que vivimos en varios periodos del gobierno Duque, y en buena medida, propiciada por los simpatizantes del ahora presidente electo, particularmente con la crisis social causada por el Covid-19 y por la propuesta de reforma tributaria que no se aprobó como la estructuró el ex ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla.
Porque ahora, como el mismo Petro y sus simpatizantes han dicho, es la primera vez en la historia republicana de Colombia que un candidato de izquierda y por fuera de los partidos tradicionales, logra convertirse en presidente de la República. Con esa connotación, tiene el gran reto de cumplirle las expectativas a sus electores, en buena medida de la periferia y las zonas más rezagadas del país, que depositaron su confianza con la esperanza de tener unas mejores condiciones de vida que el estado históricamente no ha sido capaz de resolver.
No concuerdo con varias propuestas de Petro, entre esas, con su visión de la política minero – energética, pero de eso se trata la democracia, de que haya diversidad ideológica y que sea la ciudadanía la que elija por mayoría, las ideas con las que se identifique. Pasadas las elecciones, Petro se posesionará en menos de dos meses como el próximo presidente de todos los colombianos. Como colombiano que soy, le deseo una excelente gestión por el bien de todos los ciudadanos.
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