“En lugar de que la gente respaldara la iniciativa, antes cuestionó a los que pretendían revocar al alcalde”.
El pasado viernes, la iniciativa “Por la defensa de lo nuestro” que venía liderando la revocatoria contra el alcalde de Jericó, David Alonso Toro Cadavid, notificó por carta escrita a la Registraduría Municipal que desistía del intento de revocatoria. Curiosamente esta semana debían presentar las firmas suficientes que avalaran la continuidad del proceso. Entre los argumentos que plantearon para desistir de este mecanismo están la falta de garantías y motivos de seguridad (ver carta).
En palabras de la Registraduría Nacional del Estado Civil, la revocatoria es un derecho político y a la vez un mecanismo de participación ciudadana que está previsto en la Ley 134 de 1994. El objetivo es “tumbar” alcaldes o gobernadores que no estén cumpliendo con lo que prometieron y que está establecido en sus planes de desarrollo (ver). A pesar de que este mecanismo de participación tiene más de veinte años, en el país nunca han prosperado las iniciativas para revocar alcaldes o gobernadores a excepción del 2018 cuando se revocó por primera vez a un mandatario local. Nelson Javier García Castellanos, quien era hasta ese entonces el alcalde de Tasco, Boyacá (ver).
En el caso de Jericó, francamente la revocatoria no tenía sentido. Más bien olía a revanchismo político de los que perdieron en elecciones. El alcalde actual goza de una amplia popularidad. La gente respalda su gestión. No en vano, ha sido tres veces alcalde por elección popular.
Cuando los de la iniciativa “Por la defensa de lo nuestro” empezaron campaña de revocatoria a inicios de este año, empezaron muy envalentonados: fuertes pronunciamientos a través de las redes sociales y constantes invitaciones para que la gente firmara la iniciativa de revocatoria.
La jugada no les salió bien. En lugar de que la gente respaldara la iniciativa, antes cuestionó a los que pretendían revocar al alcalde, se leían frases como “yo no voté por él, pero ganó en las elecciones. Hay que respetar la democracia”; “malos perdedores, están resentidos”. Como si fuera poco, los ciudadanos indignados, se volcaron a apoyar masivamente al alcalde con videos, piezas por redes sociales e incluso con stickers pegados en sus carros que todavía se ven, diciendo “Yo no firmo la revocatoria”.
Fue tanto el espaldarazo, que los líderes de la revocatoria decidieron cambiar de estrategia: no hacer campaña de manera pública -viendo que su propuesta no era popular- y en su lugar, acudir de manera soterrada al engaño. Decirle a la gente que firmara para apoyar al alcalde.
Así lo denunció el 10 de mayo Nora Elena Pérez: “llegaron a mí unas personas con unas hojas diciendo que vamos a apoyar al alcalde para que no haya revocatoria” (ver) Ella, con dudas, se fue a la Alcaldía para averiguar si era cierto y se dio cuenta que no, que era falso.
Ante el poco respaldo ciudadano, la iniciativa no prosperó. No tuvo más de otra que retirar el proceso de revocatoria así alegaran argumentos distintos. Nuestro país permite este mecanismo de participación ciudadana y es válido ejercerlo cuando se siente que no se va por buen camino y que así lo manifiesta la ciudadanía. Lo que no está bien, y es lo que ha venido pasando desde hace algunos años, es que los contradictores políticos que pierden elecciones, por ego y por mantenerse vigentes políticamente engañen a la gente y traten de desestabilizar a un municipio por sus propios intereses. Afortunadamente, la gente no es boba.
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