Una oda a los rotos…

Una vez más, cuando el amor duele…

He querido creer que los años sanan, lo cierto es que la neuroplasticidad puede cuidarse a lo largo del tiempo, pero requiere de nuestro esfuerzo decidido. Son las 6:00 de la mañana, lloro y sudo, la brisa húmeda de los vientos en junio diluye los dolores al salir. Caminar es la metáfora que supera este anhelo de no volver a despertar.

En una batalla contra el frío de la noche sujeto mi presencia solitaria con la almohada, las tinieblas me entristecen, sé que enfermo ante la ausencia de ternura. Derramarse por las grietas, un cariño a gotas que vacía, dando lo que me quito. Intimar con la crueldad al querer con las heridas, buscando refugio en los monstruos del armario, ahora me culpo por tanta ingenuidad de este rebelde paradigma.

Cada palabra es testimonio contra el miedo, asimilando merecer por existir, la dignidad. Abrir la ventana, toda sombra es menor ante el sol y su imponencia. La proeza es perdonar y perdonase, humildad para aprender, en el desarraigo comprendo que la memoria es un constructo de valores. Un abrazo me es vedado, más aún puedo pronunciar mi nombre al soñar siendo utopía.

Continúa floreciendo la vida.


Todas las columnas de la autora en este enlace: María Mercedes Frank

María Mercedes Frank

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