Llevo algún tiempo que por múltiples situaciones no puedo coincidir con las fechas en las que se desarrolla la Feria Internacional del Libro en Bogotá (FILBO). Una feria que debe ser parte de la peregrinación ineludible de cualquier amante a los libros y sus autores; e incluso, a una que otra disertación “sabía” que se jala uno que otro, cuando le conceden el uso de la palabra, ya este entre el público o sea invitado por la FILBO para que diga algo sobre lo que escribió. Cualquier cosa de este tipo me son particularmente entretenido, divertidas y en algunos momentos me colocan algo ansioso. En mi experiencia, siempre se debe organizar un viaje a cualquier feria del libro ¡No sé por qué lo he olvidado!.
Bueno, esta vez tampoco fue, por lo que toco sacar tiempo para asistir de manera virtual a varias de ellas que se transmitieron por en el Canal Capital. En una de sus transmisiones, debo contarles, que ha marcado en mi memoria y retina la charla propuesta por Carlos Eduardo Maldonado, (tómense el tiempo, vale toda la pena escuchar su conferencia) quizás uno de los grandes investigadores académicos de las ciencias de la complejidad en Colombia y otros estamentos académicos internacionales, llegó a la Feria (esto si es de lamentar, por no estar ahí) con el tema “Pensar y vivir como la naturaleza: una idea extraña”.
Maldonado encuentra de manera reduccionista seguir hablando de tierra o planeta, cualquier origen de la vida es simultáneamente el origen de la biosfera como un espacio vivo. No hay espacio donde no brote la vida, son parte de sus reflexiones. Para el autor seguir haciendo eco de los “objetivos del milenio”, “desarrollo sostenible” o “sustentable” es atizar una postura laxa, cuando nos invitan a vivir con la naturaleza. Se ha considerado, según Maldonado, que estamos ante un desafío mayor y radical de la crisis sistémica que hoy afrontamos como humanidad. Hay otros marcos referenciales que nos acercan a la vida de manera más amplia; verbigracia, Gaia, la pacha mama o biosfera son quienes nos invitan a vivir como la naturaleza. En este sentido, la propuesta “es un cambio literal de miradas y de experiencias”. Es el “ocaso” y el “caos” de una civilización como occidente que está muriendo por su condición antropocéntrica, patriarcal y heteronormativa para dar paso a una nueva civilización Biocéntrica (la vida como el centro de todo).
Es revelador, cuando Maldonado nos expresa que, “Hay pueblos, sociedades, culturas o civilizaciones no supieron vivir como la naturaleza. No supieron leerla ni interpretarla; literalmente, leer e interpretar el lenguaje de las aguas, de los ríos, de las lluvias, de los valles, las montañas, los insectos”. De ahí que su propuesta principal se centra en que los seres humanos aprendamos a leer los múltiples lenguajes de la naturaleza.
Con sus propias palabras es hoy “maravilloso” conocer que la base material del conocimiento no radica en la física o en la economía como varias generaciones aprendimos y siguen aprendiendo a lo largo de nuestra formación convencional. El autor nos invita a conocer mucho más de la biología y la ecología como base material del conocimiento actual; dado que coexiste en la memoria, una necesidad por profundizar en la biología y la ecología para dar cuenta de las dinámicas de las sociedades, la cultura y otros ecosistemas que hacen parte y cohabitan con la humanidad. Es decir, empezaron con la propia naturaleza antes de cualquier invención que solo se creía, hasta hace unos años, que estaba circunscrita a la lógica, el discurso y la racionalidad que nos distingue de otras especies.
Con algunos ejemplos, Maldonado nos acerca de manera magistral al trabajo ampliamente documentado por los científicos en mención:
Para el investigador Maldonado, no ha habido en la historia de la humanidad una crisis social, económica o de otro tipo; que no tenga en sus límites una crisis ambiental. Asevera que, “Toda crisis social es concomitante con una crisis ambiental”. Prueba de ello, es pensar que el hombre domina, somete e impone sus reglas cuando cree saber cómo intervén la naturaleza. Ya sabemos que hay otras especies que aprenden, que usan herramientas, que habitan en ellos espiritualidad, cooperativismo y espacios de democracia. Estimula mucho pensar que occidente no es el centro del pensamiento humano, que ha tratado de decirle a la naturaleza como se debe comportar conforme a nuestra presunta “superioridad”. Recordemos que, occidente no es solo un espacio geográfico, es una estructura mental que lo caracteriza por su productividad, consumo y extractivismo. No cabe en ninguna otra especie devorar organismos, nicho ecológico y ecosistemas cuando intervenimos a ultranza las aguas, en las formas en las que cultivamos y construimos las grandes urbes, cada vez, que asumimos saber aprovechar (aquí va de nuevo) el “recurso Natural” por el solo hecho que no hemos aprendido a vivir como la naturaleza. “Nadie puede ser un hombre sabio, de espaldas a la naturaleza” Maldonado.
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