Luego de 5 horas de viaje llegué a Ituango. ¿La razón? 520 personas estaban siendo desplazadas desde las veredas hacia el casco urbano. El día transcurrió agitado. Desde que me bajé del bus estuve entrevistando, hablando, tomando fotografías y conociendo las razones del desplazamiento y los nuevos conflictos que emergen en una zona donde el anhelo de la paz se escapa como el agua entre las manos.
Al final del primer día, luego de acompañar a las personas desplazadas y reunirme con algunas autoridades locales, quise tener un momento de apacibilidad. Le dije a una amiga -lideresa de derechos humanos en el municipio- que me acompañara a tomarme algo para pasar la angustia y el dolor que había soportado durante el día. Fue así como entramos a un bar ubicado en una de las esquinas del parque principal, el primero de la famosa “peatonal”. Al ingresar, nos atendió un muchacho carismático, como la mayoría de Itagüinos. Yo necesitaba tomar algo fuerte que me quitara el frío y la angustia que llevaba por todo lo que había escuchado durante el día. Por eso junto con mi amiga pedimos dos copas de Ron. Mientras nos servían el licor caminamos hacia una pequeña mesa. Justo al momento de sentarme comencé a ver algunas fotografías en la pared: eran entre 20 o 30 imágenes que retrataban los momentos más importantes y recordaban los lugares históricos del municipio. Había fotos de antiguos bares, del antiguo parque, de la estación de policía antes de su atentado y, finalmente, mis ojos apuntaron a la última fotografía de la pared. La foto -que sin detallarla me erizó cada centímetro de piel- me dilató las pupilas y me agitó el corazón. Pero ¿qué fue lo que me hizo sentir terror, vació, ganas de llorar y correr? La imagen exponía una tarima en el parque principal de Ituango que soportaba el peso de 8 personas y de cientos de asesinatos ejecutados por ellas, en la fotografía aparecían de izquierda a derecha:
Mario Montoya: Comandante del ejército entre los años 2002-2008. Actualmente acusado por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) por “Muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate por agentes del Estado o falsos positivos”. También ha sido acusado por Human Rigths Watch y la Fiscalía General de la Nación. “Famoso”, entre otras cosas, por las palabras dirigidas a sus inferiores a través de los programas radiales del ejercito: “a mí no me vayan a reportar heridos, yo lo que necesito son muertos en combate y litros de Sangre”
Así mismo, comandó las operaciones: Mariscal, Marcial y Orión; existen acusaciones por omisión en la masacre de Bojayá. A pesar de todos estos procesos e investigaciones, Uribe considera que Montoya es “un héroe de la Patria”.
Luis Alfredo Ramos: Gobernador de Antioquia 2008-2011. Fue senador de la República en el periodo 2002-2006. En el año 2013, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) le ordenó medida de aseguramiento por supuestos vínculos con los paramilitares. Las investigaciones nacen a partir de las posibles alianzas con jefes paramilitares como Ernesto Báez, de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Igualmente, el Tuso Sierra, excomandante paramilitar, aseguró que las AUC le transfirieron 10 millones de pesos a Luis Alfredo para su campaña política en el año 1998.
Juan Manuel Santos: Ministro de Defensa 2006-2009. En el 2008 reconoció por primera vez las ejecuciones extrajudiciales. Defensor de la política de Seguridad democrática. “Son los enemigos de la Política de Seguridad Democrática los que intentan oponerse al Gobierno del presidente Uribe y de las Fuerzas Militares, diciendo que son los principales violadores de derechos humanos” dijo Santos en su momento.
Álvaro Uribe Vélez: Presidente de Colombia entre los años 2002-2010. Principal impulsor de la Política de Seguridad Democrática y del Plan Colombia. Cuando se le cuestionó por las ejecuciones extrajudiciales sucedidas con los jóvenes de Soacha, Él contestó: “De seguro, esos muchachos no estaban recogiendo café”. Frase que buscaba negar la responsabilidad de su gobierno en los hechos y producir una revictimización. En entrevista con W Radio, a propósito del informe de la JEP, el expresidente dijo: “Hay mucho criminal dado de baja que lo ponen como falso positivo, que lo hacen pasar como campesino inocente”. Y solamente después de 11 años admite que existieron ejecuciones extrajudiciales, pero que no fueron las que indican la JEP y que, por esta razón, los datos de la JEP son un intento para desacreditar su gobierno.
Liliana Rendón: Representante a la Cámara por Antioquia entre los años 2006-2010. Nacida en Ituango, específicamente en Santa Rita, una de las veredas con más desplazamientos forzados durante lo corrido de este año. Incursionó en política a través de Luis Alfredo Ramos; defensora de la política de Seguridad Democrática en el departamento de Antioquia.
Luego de detallar la fotografía pensé que, sin lugar a duda, todas las emociones que viví en ese momento se dieron porque justo ese día, la Justicia Especial para la Paz (JEP) había revelado el número total de “falsos positivos”: 6.402; y por supuesto, en esa fotografía estaban los máximos responsables de la muerte de seis mil cuatrocientos dos jóvenes que con engaños y de manera forzada fueron legitimados como asesinatos en combate por el ejército nacional. En esa fotografía, en plano general, estaban los que dieron la orden.
En efecto, el informe presentado por la JEP[1] indica que “por lo menos 6.402 personas fueron muertas ilegítimamente para ser presentadas como bajas en combate en todo el territorio nacional entre 2002 y 2008.” Esto equivale a 18 inocente asesinados a la semana, así mismo, en el departamento de Antioquia la cifra alcanzó 1.613, el 25%; y a nivel regional, en el Norte del departamento, donde se encuentra Ituango, hubo 234 víctimas, solamente superada por la subregión de Oriente y Valle de Aburrá. Un dato importante es la comparación con la dictadura de Pinochet, que en 16 años desapareció y asesino a 3.100 personas, mientras tanto, el gobierno de la Seguridad Democrática de Uribe asesinó a 6.402 jóvenes y campesinos.
Las muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate que se nombraron de manera errónea como “falsos positivos” fueron legitimadas por un sector de las élites dominantes con el fin de consolidarse en el poder. Además de esta práctica, las elites impulsaron el aumento de bombardeos, de fumigación con glifosato y, de desplazamientos masivos en todo el territorio nacional para poder fortalecer su proyecto político a través de la guerra y la muerte. Finalmente, llegó el Ron, me lo tomé y mi cuerpo volvió a su estado natural, yo me senté junto a mi amiga, la abracé y durante todo el abrazo, no dejaba de pensar que, mientras los de la fotografía hablaban en la plaza pública de Ituango, con un tono patriarcal y protector de “seguridad democrática” y asegurando que todo iba a estar bien, ellos mismos, estaban dando la orden de asesinar vilmente, uno a uno, dos a dos, tres a tres, hasta llegar a SEIS MIL CUATROCIENTOS DOS.
[1] Consultar: La JEP hace pública la estrategia de priorización dentro del Caso 03, conocido como el de falsos positivos https://www.jep.gov.co/Sala-de-Prensa/Paginas/La-JEP-hace-p%C3%BAblica-la-estrategia-de-priorizaci%C3%B3n-dentro-del-Caso-03,-conocido-como-el-de-falsos-positivos.aspx
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