Por más, y que colocamos la bandera mariana, la azul celeste y blanca en la puerta de la casa, allá en Guanteros, la más tradicional de las calles de Entrerríos, Monseñor Ernesto Gómez Echeverry no apareció con la Sagrada Comunión como lo hacía todos los jueves.
Por ahí se oyeron doblar las campanas del templo parroquial, anunciándonos que uno de los nuestros había partido, y para siempre a aquella “otra dimensión”. Ya por boca de Ofelia, la abnegada vecina supimos que se trataba del Padre Ernesto…sí, amaneció muerto en su humilde habitación el Padre todoterreno como lo distinguimos porque sin que jamás perdiera su esencia como Pastor, tenía el carisma suficiente para adentrase en múltiples actividades sociales, incluso de segmentos poblacionales que se declaraban no católicos.
Hace 5 años nos llegó como caído del cielo, y estábamos los entrerrieños advertidos que solo nos acompañaría por un año más, pues la Curia de Santa Rosa de Osos procura desde hace rato, rotar a los sacerdotes cada 6 años.
El gran parecido con la imagen que conocemos del Padre Marianito, sumado al talante, comportamiento y virtudes de “Ernestico” como con cariño muchos le decían, siempre fue premonición de que a la comunidad entrerrieña había llegado un verdadero Santo, y ver todas las semanas caravanas de feligreses de los corregimientos de Ituango y Liborina, y del municipio de Amalfi, para saludarlo, simplemente nos los confirmaba.
Cambió la cultura de la “noche de brujas”, esa que se celebra el último viernes de octubre, y lo hizo por el “Festival de la Alegría” involucrando a toda la gente en concursos de comparsas y disfraces…esa novedad para Entrerríos ya quedó entronizada en la cultura popular, seguramente para siempre.
Al Padre Ernesto, ya mayorcito y de sotana, era común verlo practicando canotaje en el Riogrande, o montando en columpios, también manejando el carro de rodillos, y arrastrándose con un cartón manga abajo; había veces en que se valía de carros montacargas para subirse a hacer trabajos que lo requerían.
En las procesiones de Semana Santa y fiestas patronales, era Monseñor el primero tomar uno de los costados del andamio como aquel Cirineo que acompañó a Nuestro Señor, Cruz en mano hacia el calvario, eso sí, tampoco soltaba el megáfono por el que mantenía el fervor vivo de la gente.
Tenía a sus disposición un vehículo tipo campero para atender sus actividades dentro y fuera del territorio, pero siempre prefirió hacerlo en motocicleta…a Pablo Andrés Restrepo no le alcanzará el tiempo para lamentar la ausencia de su pasajero diario.
La obsesión por tener un Templo digno, lo llevó a contar con Norman Cardona, un talentoso argeliano que lo acompaña en todas las parroquias en la que ha prestado sus servicios, y que se encarga de los pesebres y decoración de los sitios religiosos dependiendo del motivo. También el distinguido decorador es hoy un huérfano más por la partida de Monseñor Ernesto.
Muy difícil era que la persona que solicitara hablar con Monseñor, no lo encontrara siempre disponible. Él entendía que cuando alguien lo buscaba era porque necesitaba una luz en medio de las dificultades diarias, una voz de esperanza, y casi siempre esas tertulias las recreaba con pasajes bíblicos como queriendo decir que en Aquel que pasó por humanidad hace poco más de dos mil años, siempre había una respuesta.
En cualquier momento se le ocurrirá a Roma llevar a los altares a este hombre bueno, generoso, sencillo, humilde, servicial, así que, si Urrao reclama ser su cuna, Entrerríos queda inscrito hoy como el pueblo que lo regresó al Cielo. Ojalá no tengan que pasar siglos para eso, a la espera de milagros, pues hoy en el pueblo pueblo de Liborina, Amalfi, Ituango, Yarumal, Don Matías, Santa Rosa de Osos y Entrerríos, estamos quienes podemos dar testimonios de un Santo de los siglos XX y XXI.
Padre Ernesto: hoy hay fiesta allá donde llegaste…