Durante los últimos años, las familias colombianas han ido perdiendo paulatinamente su capacidad adquisitiva por la vía del reajuste anual del salario mínimo mensual. Un aumento anual que consulta fundamentalmente los intereses de los empleadores y su desempeño y no las necesidades de los trabajadores.
Una política pública de empleo basada en mejorar los ingresos de los empresarios a costillas de las garantías de los trabajadores que en el largo plazo no garantizan mayores puestos de trabajo; prueba indiscutible de lo que digo es la disminución del recargo nocturno que a la vuelta de una década no ha generado impactos positivos en el mercado laboral.
Para este año, la desaceleración tan dramática de la economía colombiana, permite augurar que el aumento del salario mínimo para 2017-con una inflación mayor al 7%- no será significativamente mayor a la inflación si se mantiene la tendencia de los últimos años de protección a los empleadores para generar empleo. Lo que quiere decir que sin un viro se indexará el salario y se le pondrán un par de puntos de más que en junio ya habrán sido devorados por la inflación.
Pero las dificultades económicas que sufre el país son responsabilidad del enfoque económico que hasta ahora ha tenido el país y en mi concepto debe virarse radicalmente el enfoque para obtener mejores resultados; me explico, gran parte del problema de la economía colombiana se debe a su dedicación exclusiva a la economía de extracción de comodities con fines de exportación que al tener malos resultados internacionales afecta la economía colombiana. En resumen, falló la doctrina económica para la que fue planeada la económica colombiana en los últimos años.
Una transformación del enfoque implica la recuperación del consumo interno para generar circulación económica y así impulsar todo el aparato productivo y, en mi concepto, el instrumento para recuperar la economía puede ser el salario mínimo: Un aumento alto pero racional de la capacidad de consumo de las familias colombianas puede darle el empujón que necesita la economía colombiana.
Más allá de las necesarias reflexiones éticas acerca de ¿Porqué tienen que ser los trabajadores los que se deben apretar el cinturón para recuperar la economía? Mi propuesta es una iniciativa práctica. Un aumento del salario entre el 10 y el 15 % aunque puede aumentar la inflación mejora la capacidad adquisitiva y mejora el consumo en el mercado interno, recuperando la circulación necesaria para impulsar la producción interna y con ésta la economía.
Necesitamos alejarnos de la tendencia histórica y que en tiempos de crisis sean los empresarios los que se disminuyan sus ganancias para rescatar la economía, nuestra salida es aumentar el consumo para mejorar la producción interna y eso requiere, un esfuerzo especial de las empresas.
Aunque por supuesto esta idea no es nueva y tiene un alto contenido ideológico, no trato de reproducir un dogma populista de izquierdas que conlleve a la quiebra o nacionalización de las empresas privadas, por el contrario, planteo una medida que recupere el mercado interno y que requiere un sacrificio temporal de los empresarios que puede tener altas remuneraciones.
Me dirán los áulicos de los dogmas macroeconómicos que nos tienen en esta crisis, que eso puede producir más desempleo y una eventual estanflación como la de Venezuela. Pero sus ideas nos tienen dónde estamos y la verdad la difícil situación de la economía implica medidas radicales y cambios de perspectiva. Por lo menos la misma fórmula de los últimos 20 años es un fracaso probado y no estoy dispuesto a que se me oponga como argumento su verdad ya agrietada por la implacable realidad que sufrimos.