Un planeta con libertad condicional

Cuestionémonos por un momento, si en 1945 se hubiesen empezado a desarrollar pruebas que evitaran una pandemia como la vivida en 1918 (Gripe española), si hubiese sido más importante para los grandes científicos, cuidar nuestra propia vida, y no la estúpida secuencia de guerra, que cobró tantas a lo largo de la historia… tal vez no estaríamos hoy sin saber cómo condenar nuestra propia ignorancia en contra de nuestro planeta.

Hemos tenido la oportunidad de mirarnos los unos a los otros, de abrazarnos y de despertar los más inexplicables sentimientos… de valorar el trabajo de cada persona, por ajena que sea  a nuestros propios intereses, de no acaparar y de compartir lo recursos que nos han sido dados a todos, pero algunos tantos han tomado más de lo que les corresponde, dejando así a lo más vulnerables sin al menos un poco ello… hemos tenido el privilegio de estar en este mundo, de disfrutar cada una de las especies más asombrosas que jamás merecimos conocer, se nos han dado tierras para trabajar, alimentos para sobrevivir, y aun así y con todas las oportunidades que este planeta nos ha dado, no las supimos aprovechar, ahora, con la temible y angustiante emergencia que presenta nuestro planeta, y con la libertad condicional en la que nos encontramos, anhelamos al menos la más mínima oportunidad de compartir con los nuestros, de trabajar, de servir, de cuidar los animales, de desaparecer de una vez por todas la contaminación ambiental, pero ahora, es demasiado tarde; el juez ha dictado su sentencia y aunque paguemos esta pena, y volvamos a la libertad, quedara en nuestro legado, en nuestra historia, los crímenes tan atroces que hemos cometido, los mismos que aunque exista el arrepentimiento, no podrán hacer que se borre el daño tan grande que le hemos causado a nuestro planeta y a nosotros mismos.

Ahora que estas en casa, que al despertar puedes escuchar las aves cantar, que al asomarte a la ventana sientes respirar un aire más limpio, que a través de una pantalla anhelas abrazar a aquellas personas que amas, que hay un techo que te cobija, que tienes alimentos en tu mesa, ó que tal vez tienes la oportunidad de pasar esta cuarentena junto a lo tuyos… este es el  momento para pensar en qué mundo quieres seguir viviendo, pero más importante aún, en qué mundo quieres dejarle a tus hijos, sobrinos, hermanos y a las nuevas generaciones, que sin pedir venir a este mundo, estarán aquí luchando por reparar los daños que unas primeras generaciones, en medio de la ignorancia, causaron… este es el momento de curarte a ti mismo, de curar tu mente, tu alma, tu corazón y de aportar lo más valioso que puede aportar el ser humano en este momento, su compasión.

Mónica Andrea Monsalve Jaimes

Estudiante de periodismo, escritora de prosa y poesía.