Me senté escribir esta mi columna semanal para el portal Al Poniente en la cima del Preikestolen en Noruega, una gran formación rocosa de forma rectangular, a la que llegué ascendiendo, a pie, en una jornada que toma dos horas subiendo y otras dos de regreso, a 604 metros de altura por un difícil camino pedregoso, desde donde se observa el Lysefjord, uno de los famosos fiordos de Noruega.
El Lysefjord está localizado en Ryfylke en cercanías de la ciudad de Stavenger, y visto desde la cima del Preikestolen presenta una de las estampas más bellas que he podido admirar en mis periplos turísticos.
Cuando el mar penetra e inunda un valle que tiene una cavidad natural formada por los glaciares, crea un lago profundo que recibe el nombre de Fiordo y se convierte en un espacio de City Marketing.
Hice este sorprendente viaje, en mi calidad de genuino representante de los nacidos en la posguerra, (Baby Boomers), acompañado de mi hijo, un auténtico representante de los nativo digitales,(Millennials).
La teoría de Comportamiento del Consumidor (1 y 2) hace una interesante clasificación de los consumidores según la época en la cual hayan nacido y las denomina “generaciones”:
- Generación Builders, nacidos entre 1925 y 1945.
- Generación Baby Boomers, nacidos entre 1946 y 1964.
- Generación X, nacidos entre 1964 y 1984.
- Generación Y o Millennials, nacidos entre 1985 y 1994.
- Generación Z, nacidos entre 1995 y 2009
- Generación Alfa, nacidos entre 2010 y 2025.
En mi reciente grado como Administrador Turístico en el Colegio Mayor de Antioquia (2013) fui formado bajo las expectativas que tienen las generaciones Baby Boomers y X. Con la llegada de nuevos consumidores me he tenido que ir reinventado en forma permanente.
En este viaje comprendí, en toda su dimensión, que llegó un nuevo segmento al mercado turístico que está transformando las formas de viajar y por tanto está obligando a cambiar rápidamente las estructuras clásicas del marketing turístico: los Millennials, nacidos a partir de 1985, que hoy tienen menos de treinta años de edad.
Los Millennials irrumpieron en el mundo del turismo con nuevas expectativas, inmersos en las tecnologías de información, y por ende con sus propios protocolos de viaje. Según la revista del tecnológico de Monterrey, (2), en América latina hay 157 millones de Millennils y son un grupo ávido de viajar y con capacidad de compra.
El viajero de la Generación de los Baby Boomers, cuando arriba a un nuevo destino, lleno de temores e incertidumbres ante lo desconocido, al bajarse del avión (o del barco o del bus), se detiene en la oficina de información turística más cercana, solicita un mapa de la ciudad y recoge todos los folletos que ilustren sobre diferentes sitos a visitar durante su estadía.
Es frecuente que un viajero Baby Boomer contacte a un Guía Turístico profesional para que lo lleve a los sitios representativos de la ciudad y le narre las historias correspondientes.
No es extraño que el turista Baby Boomer busque la recomendación de un taxista sobre el mejor sitio de la ciudad para cenar, aunque es consciente de que dicho conductor probablemente nunca haya comido en ese restaurante.
El viajero Baby Boomer está lleno de temores porque ha llegado a un lugar desconocido y muchas veces se apega a las recomendaciones de un conserje del hotel para salir de compras a sitios a los cuales el recepcionista es probable que tampoco haya visitado en calidad de cliente.
El turista de la Generación Baby Boomer recorre su nuevo destino con su morral lleno de folletos y guías que recogió para defenderse en la ciudad o en el campo, y con un alto grado de incertidumbre que le inhibe a atreverse a penetrar por sí solo en espacios no familiares para él. Prefiere “ir a la fija” que “descubrir espacios desconocidos”.
Por su parte el viajero de la Generación Y, o Millennial, cuando arriba a un nuevo destino, llega cargado de información, almacenada en su Smartphone, sobre el lugar (o los lugares) que eligió para conocer. Ya indagó en internet sobre los espacios que quiere visitar y así mismo consultó en “Google Maps” sobre la localización del hotel y sus espacios circundantes. En realidad el Millennial no llega a un destino desconocido porque ya lo ha recorrido virtualmente, al extremo de que se le hace familiar.
El Millennial tiene variados guías turísticos virtuales que le indican que hacer en cada momento de su periplo. Booking y Airbnb fueron sus amigos al momento de seleccionar el hotel o la casa donde se alojará. Un amigo de sus redes sociales, a quién tal vez conocerá personalmente durante su viaje, le contó sobre los espacios del destino que son imperdibles en su viaje. Trip Advisor es uno de sus grandes amigos que le va indicando cuales son los cafés más recomendados de la ciudad, cuáles son los restaurantes más destacados, cuáles las heladerías imperdibles, cuáles los bares donde hay que tomarse una “gin tonic”, y cuáles son los mejores sitios para una buena rumba.
A través de la virtualidad el Millenial atiende las recomendaciones de viajeros reales que estuvieron en el mismo festival el año pasado, o que visitaron el mismo parque el mes anterior, o que cenaron en el mismo restaurante la semana precedente, o que compraron en la misma repostería hace dos o tres días, o que estuvieron en el mismo bar la noche anterior.
A diferencia de los turistas Baby Boomers, que siguen los consejos de lugareños que les sugieren sitios que tal vez no frecuentan, los viajeros Millennials atienden recomendaciones de personas que tuvieron una experiencia real el año pasado, el mes anterior, la última semana, el día de ayer, e incluso hace dos horas. Estas personas son sus pares y hablan en primera persona a partir de sus vivencias.
Un Millennial no siente temor ante “lo desconocido” porque tiene muchos ojos que han visto por él los espacios que va a visitar. En realidad él no se enfrenta a algo desconocido porque ya estudió en la red las vivencias de sus pares.
El Millennial nunca se pierde en un nuevo destino porque activa el navegador “Google Maps” en su Smartphone que lo guía con la precisión de un reloj suizo. Si sabe que no va a tener señal, ya ha descargado previamente el navegador en Maps.me. Y si se le agota la batería saca del fondo de su morral un mapa y una brújula y es capaz de llegar, sin otro tipo de ayudas externas, a su destino que tiene referenciado en su mente porque la noche anterior lo estudió en “Google Maps”.
Mientras el Baby Boomer espera llegar a su casa para organizar las fotografías que tomó durante su viaje y programar un espacio para invitar a los amigos con e fin mostrarles las imágenes de los lugares que conoció, el Millennial monta en tiempo real sus vivencias en su página Facebook o manda snapchats, mensajes temporales que pueden durar entre diez segundos o veinticuatro horas, según sus preferencias.
Prometo que en mi próximo viaje haré el esfuerzo por imitar el estilo de los Millennials, (si, por lo menos lo intentaré), y también procuraré cazar Pokemones en calles, parques, valles, ríos y montañas.