Un año más consciente

Las redes sociales se convierten en plataformas perfectas para resaltar a varios emprendedores, que, en medio de la pandemia, apostaron por crear propuestas que se dirigen a ese futuro, que debería ser nuestro presente, sobre llevar un estilo de vida amigable con el medio ambiente


Parece que ahora estamos avanzando hacia una sociedad de consumo más consciente y sostenible. O al menos eso parece después de enfrentarnos con esta pandemia, que también ha puesto en la mesa, el aumento de plástico de un solo uso, lo que también deriva en mayor cantidad de desechos plásticos que hemos botado debido a la necesidad en el uso de estos materiales de bioseguridad. Este año nos ha ayudado a reflexionar sobre el estilo de vida que llevamos. A muchos les ha dado la oportunidad de innovar con propuestas que prometen cambiar y ser más responsables. Los consumidores de hoy cada vez exigen más productos amigables con el medio ambiente. Pero el reto sigue siendo el de promover un consumo responsable. Ya son más las organizaciones, empresas y personas que empiezan a integrar los acuerdos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (que puede consultar aquí) Así como implementar una economía circular donde se aproveche los recursos. Pero no todo se puede quedar en el “papel” o en ideas.

Los hábitos y el desconocimiento son unos de los principales retos en el momento de encontrar nuevas alternativas u opciones. Tampoco es suficiente con solo conocer los daños ambientales que pueden estar causando nuestros hábitos y manera de consumir, si no pasamos a la acción. Cambiar de un día para otro el comportamiento de consumo no será un asunto sencillo, aunque hoy ya se hace necesario.

Las redes sociales, como Instagram, también se convierten en plataformas perfectas para resaltar a varios emprendedores, que, en medio de la pandemia, apostaron por crear propuestas que se dirigen a ese futuro, que debería ser nuestro presente, sobre llevar un estilo de vida amigable con el medio ambiente.

Antes de redactar este artículo, supuse que debía no solo quedarme en dar un llamado de atención sobre adquirir hábitos de consumo responsable y colocar unas cuantas cifras, como que Colombia genera cerca de 12 millones de toneladas de residuos, de los cuales solo el 17% es reciclado. Mi interés está en compartir lo que de verdad se está haciendo.

Esas pequeñas acciones que van en cadena y, cada vez, van contagiando a más personas a cambiar sus hábitos y evaluar qué podemos hacer para mitigar nuestro impacto. Quería encontrar historias que me inspiraron y mostrar aquí, lo que se está realizando para ayudar a cuidar el planeta. Solo es entrar a nuestras redes sociales, y encontrar miles de propuestas, de negocios o de personas que motivadas por todo lo anterior, han visto la oportunidad de impactar a su comunidad, y compartir estas iniciativas que cambian nuestra manera de actuar como consumidores.

La primera iniciativa que encontré fue Ozono.eco. Este negocio inició en medio de la pandemia, nos cuenta su creadora, María Hernández, quien apostó a emprender al notar los desperdicios que generaba en su diario vivir. “Yo (María Hernández) y mi novio. Vivimos juntos y queríamos empezar a llevar una vida más sostenible y responsable con el consumo. Entonces empezamos a utilizar todo tipo de opciones como jabones con aceite reciclado, utilizar vasos de vidrio en vez de plástico etc. Queríamos ser más conscientes.” Así decidieron apostar a crear algo que tuviera mayor impacto, “Vimos, por ejemplo, que el plástico que uno usa en la casa como las bolsas simplot (que las utilizas para conservar más tiempo algunos alimentos) se desperdicia mucho. Asi empezamos a investigar y, encontramos las bolsas y tapas de silicona. Este es un producto que traemos de China, una opción o alternativa a las bolsas de plástico, ya que la silicona se biodegrada de una forma más amigable que el plástico”, cuenta Hernández.

Por otro lado, una bolsa de silicona tiene una durabilidad de hasta 8 o 10 años, mientras que una de plástico solo se puede utilizar una vez o es de un solo uso por lo general. “En promedio una persona gasta 500 bolsas simplot al año, y comprando 4 bolsas de silicona al año, por ejemplo, reducen en gran medida tu impacto ecológico frente al plástico”, comenta Hernández.

Otras características del producto: Se puede meter a la máquina de lavaplatos, al microondas, al congelador. Están disponibles en diferentes tamaños. La silicona no reacciona con la comida o bebidas, por lo tanto, no produce sustancias nocivas para la salud. “Queremos educar para crear más conciencia con respecto al plástico, y busquen otras opciones como la que ofrecemos nosotros.” Concluye la emprendedora.

Otra iniciativa que surge en medio de la pandemia, es SOMOS, un emprendimiento que nace inspirado en crear ropa para la mujer. Este negocio es fundado por un grupo de tres amigas que, motivadas por las mismas redes sociales, encuentran la oportunidad de crear moda con sentido.

Nació porque vimos que empezamos a recibir mucha publicidad en redes sociales, donde la gente nos vendía ropa para estar en la casa, ropa cómoda, y notamos que todo era 100% material de algodón y, por cultura general, sabíamos que la industria textil es una de los más contaminantes; da la coincidencia que las tres estamos muy conscientes sobre el tema de sostenibilidad y cambio climático” comenta Laura Ramírez, Comunicadora Social y, una de las creadoras de la marca. Así empieza este grupo de entusiastas mujeres a llevar el concepto de vestir y estar a la moda a otro nivel.  “Yo (Laura) llevo trabajando seis años en el tema de energía renovable y de mitigación del cambio climático y, por esto, tratamos de ser sostenibles con los productos que consumimos” aclara. “Nuestra marca está inspirada en el tema de la mujer. Queremos que el reflejo de nuestra marca sea este. Una marca de mujer y para la mujer. Nosotras tenemos el poder de cambiar nuestra casa, y también nuestro entorno. La mujer representa para nosotras la unión, el centro de la familia y terminamos siendo el reflejo de lo que nuestros niños ven, y así crezcan con el tema de la sostenibilidad en su ADN.” destaca la emprendedora.

Su idea de concepto de moda y, a la vez, sostenible, sólo lo conocían porque se ha venido desarrollando en Europa, fue lo que las llevó a investigar sobre los materiales con que se diseñan estas prendas. “Encontramos que existen marcas que dicen somos ecofriendly, tenemos 50% algodón y 50% algodón recuperado, entonces eran la mitad sostenible y la otra no. Hasta que encontramos a nuestro proveedor que es 100% material sostenible. Las camisetas que empezamos a hacer son 52% de algodón reciclado y 48% de botellas de plástico, así por cada camiseta son 4,6 botellas de plástico que recuperamos.” comenta Ramírez.

Por otro lado, destaca que su marca nunca se pensó como una “marca verde”, porque el objetivo es que al final toda la industria textil sea sostenible. También su marca quiere impactar desde todos los eslabones de producción, “Bajar la huella de carbono en todos los procesos es posible, y es posible ser consciente sin dejar de ser uno mismo, o de dejar a un lado los gustos de cada uno. Si todos fuéramos responsables, seguro todas las grandes empresas, venden lo que se está pidiendo, y si la gente no pide o no lo exigen pues no lo hacen” agregó.

Por otra parte, en sus camisetas las pinturas que utilizan para los estampados son ecológicas y, por supuesto, no tóxicas. Lo mismo sucede con las etiquetas “Las etiquetas de las prendas también es otro tema pues es un papel que se desperdicia; por esto, decidimos usar papel semilla, con semillas de perejil, para que cuando el consumidor quite la etiqueta, en vez de botarla, pueda sembrar una mata” destaca. Por otro lado, para el empaque, utilizan tulas reutilizables que también las diseñan. En el tema de envíos, para la ciudad de Bogotá, se mueven con bicicletas y motos eléctricas “No podemos hacerlo en toda Colombia. Pero nuestra idea es que todo el proceso, y en todos los eslabones, tratemos de reducir lo que más se pueda nuestra huella”, comenta Ramírez.

Al final, Laura Ramírez, invita a las personas a conocer sus prendas, y cambiar nuestra manera de ver la ropa con materiales reciclados. “Nos dimos cuenta que al usar materiales sostenibles se pueden crear cosas muy chéveres. Eso es muy importante también para nosotras, ver que la ropa nos guste, y nos hiciera sentir igual sin importar el material que esté hecha, por así decirlo, porque queremos vender la idea de que también al comprar nuestras camisetas te vas a ver genial.”

La siguiente iniciativa, es una idea que aún muchas adolescentes y mujeres desconocen, pero que poco a poco gana mayor relevancia. Les hablo de Intimate Toallas, un emprendimiento que nace de una joven de 26 años, Bonny Pérez. “Nuestra marca Intimate es un producto desarrollado por mujeres para mujeres que están dispuestas a romper los tabúes de la menstruación”. Con esta frase la joven emprendedora, busca que más mujeres conozcan sus toallas de tela, y empiecen a ser más conscientes no solo de la contaminación que se genera al seguir utilizando las toallas desechables sino también entiendan los riesgos que se pueden presentar en la salud.

“Este año emprendí la búsqueda de métodos reutilizables y más amigables con mi cuerpo, ya que presentaba muchos problemas de alergias e irritaciones por el uso de tampones y toallas, además que me manchaba sólo si usaba toallas. Así fue como llegué a la copa menstrual, tuve un largo camino de 4 meses para escoger la mejor opción y finalmente la encontré, le comenté a mi hermana mayor quien nunca había escuchado de la copa y temerosa se arriesgó conmigo. Pude darme cuenta que no sangro tanto como pensaba (detrás de esto hay toda una estrategia de consumismo por parte de los productos desechables) además mi sangre no tenía mal olor, huele sólo a sangre como la de todo mi cuerpo” relata Pérez, quien a raíz de su experiencia fue que empezó a descubrir después todos los químicos que traen estos productos y cómo afectan nuestro cuerpo y salud vaginal. En algunas marcas se da a conocer solo la celulosa, polietileno (uno de los plásticos más comunes), papel siliconado, algodón, poliéster, polipropileno (tela plástica no tejida), pulpa de papel blanqueada y aromatizantes. Pero esto es solo por contar algunos. Y, agrega diciendo:

“Mi búsqueda avanzó y llegué a las toallas y protectores de tela, dudé, y mucho porque sentía que iban a quedar manchadas, es sangre finalmente, una prima ya las estaba usando y su experiencia fue muy buena. Así que le comenté a mi mamá quien tiene amplia experiencia en confección que deseaba probar algunas toallas. Se las mostré y ella me contó que en su adolescencia el acceso a los productos desechables era más costoso, por lo que usaban trapitos para gestionar su menstruación y que después con los desechables vinieron algunos problemas de irritaciones  (ahí me doy cuenta que muchas mujeres no conocemos la historia menstrual de nuestras mamás y abuelas, es un tema tan tabú que no se ha transmitido la información alrededor de este tema de manera eficiente, muchas siguen creyendo que es algo sucio y repudian su propia sangre, que viene siendo como repudiar nuestra propia feminidad). Entonces, mi mamá se quedó con esa idea en la cabeza. Ocho días después, hizo las primeras toallitas” cuenta la emprendedora.

“Soy una fiel defensora del cuidado al medio ambiente pienso que nuestros recursos no son inagotables y le debemos a esta casa que tanto nos da un poco de cuidado y respeto, así que decidí dejar por completo los productos de un sólo uso para higiene femenina”. Además, agrega que con las toallas y protectores de tela se están disminuyendo toneladas de basura que tardará de 200-500 años en descomponerse, pero si optamos por cambiar a las toallas de tela, en promedio una mujer necesitará entre 30-50 toallas durante su vida menstrual” lo que finalmente la convierte en una opción no solo económica sino completamente amigable con el medio ambiente. Por esto, hay que romper el estigma de la menstruación, pues es fundamental para avanzar hacia un futuro más considerado en cuestiones sociales y ambientales.

La siguiente iniciativa que encontré, es Amazonnial, según lo describe una de sus co-creadoras, Lucía, una joven profesional en Ingeniería Química, es “nombrar a esa tribu de personas que busca recuperar ese equilibrio dentro de la sociedad moderna y que quiere vivir en armonía con el planeta. Soñamos con que Amazonnial sea un movimiento, más que vender productos, con nuestra marca, queremos que la gente se cuestione su estilo de vida. Andrea (co-creadora) y yo (Lucia) queremos apostar a cambiar el mundo con una limpieza sostenible, una limpieza natural”. Ellas decidieron apostar a crear productos de limpieza para el hogar y, sus jabones, son el ‘plus’ de este emprendimiento también 100% colombiano.

Aunque sus motivos no se quedan ahí. Ellas (Lucia y Andrea, la encargada de la parte creativa de esta marca) quieren ayudar a crecer y apoyar a seguir creando conciencia, “Queremos apoyar el crecimiento de comunidades, fundaciones; ayudar a esos emprendimientos o a esos colectivos que están haciendo algo por la limpieza de los mares, por sembrar árboles etc. Además, también nos interesa ayudar a esas personas más vulnerables. Por ejemplo, el año pasado participamos en una campaña que se llama el Jabonaton, que se realizó en varios países, entre esos, Colombia; en la que se buscaba recolectar aceite de cocina usado, con el cual se lograron hacer 250 jabones que donamos a personas vulnerables en Bucaramanga; lo que también nos permitió generar conciencia de la forma adecuada de disponer el aceite, pues un litro de aceite puede llegar a contaminar 1000 litros de agua” explicó la ingeniera.

“Cuando estábamos haciendo la parte de investigación, de formulaciones. Nos dimos cuenta de la cantidad de químicos tóxicos, porque realmente la química no es mala. Todo tiene química. El problema es usar ciertos químicos nocivos para la limpieza del hogar. Son productos que utilizamos día a día y, por eso, tenemos que ser responsables de lo que estamos usando; y, no solo eso, sino saber que estamos vertiendo, que se está yendo por el desagüe” aclara.

La ingeniera también explica que, en la elaboración de sus productos, además de eliminar ciertos químicos que han sido probados que son tóxicos para la salud como los sulfatos, parabenos; también decidieron eliminar las fragancias artificiales, pues dice que detrás de esas dos palabras, pueden estar escondidos más de 100 químicos, ya que en esa mezcla de químicos lo que consiguen es crear el efecto de un olor duradero y fuerte, que de por sí, ya está contaminando nuestro aire y, por ende, nuestra atmósfera. Por esto decidieron apostar por lo natural, con sus aceites esenciales derivados de plantas, que dejan un aroma suave; y que también funciona como aromaterapia.

“He notado que la gente tiene la concepción de que, si es ecológico, es caro, entonces se frenan un poco por el precio. Esto no lo hacemos porque esté de moda, de crear productos ecológicos. No es por tener una marca verde y ya está.  La gente no se pregunta lo que está consumiendo. Por ejemplo, si yo les pusiera sulfato a mis productos, pues realmente los podría vender súper económicos. Uno se sorprende al ver los productos de limpieza del hogar que se fabrican en masa, y ver los precios tan bajos, es cuando uno se pregunta, qué tiene ese producto o de qué está hecho para que realmente eso cueste tan barato. Quiénes lo hacen, se les está pagando justo a las personas que los fabrican, la materia prima de dónde la están sacando. Nosotros como consumidores tenemos la responsabilidad o el deber de informarnos acerca de lo que estamos comprando. Es preguntarse a quienes estas apoyando realmente.”, concluye.

Y para cerrar con esta serie de emprendimientos sostenibles. Llega una iniciativa liderada por otra joven, Isabela Jiménez, una Ingeniera Industrial, que quiere innovar con una propuesta en decoración para los hogares, con ‘ecomurales’ y su emprendimiento 5EONN.

“La idea me surgió cuando trabajé para ValueSkies, una empresa de transformación de residuos a energía. Además, tenía buenas bases trabajando con el plástico, porque en el colegio había construido un montón de cosas desde bolsos, vestidos, una canoa y una casa. Sabía que en el momento se hacían casas y postes para ganado con plástico reciclado, quise saber qué otras alternativas de uso existían; y durante este proceso me documente, me enteré que esas casas no son tan buenas de alguna manera porque reúne todos los plásticos sin clasificar, así que si las quisiéramos volver a reutilizar no se puede debido a que sería contaminante al ver tantos plásticos de diferentes composiciones químicas, así que me dije que quería trabajar con un plástico en específico para que no se perdiera la oportunidad de volverlo a reutilizar, en este proceso conocí una iniciativa que se llama precios plastic, qué es una comunidad creada por Dave Hakkens en donde se publica información abierta sobre la creación de máquinas para la recuperación del plástico; me base en el diseño de la inyectora de plástico de esta comunidad para construir la máquina con la que hoy en día trabajo” explica la ingeniera.

Iniciaron creando una pequeña comunidad, que en un principio estaba integrada por solo familiares y amigos, poco a poco, se han incorporado más personas. Su idea es separar todo aquello de la basura que se pueda recuperar, en especial el plástico PEAD (polietileno de alta densidad) el cual es el material con el que trabajan, aunque existe una infinidad de alternativas para transformarlo, actualmente ellos se enfocan en construir ecomurales, como decidieron llamarlo. “Nos parece una buena idea crear ecomurales porque son muy versátiles puedes cambiar las figuras, no haces huecos en la pared en comparación con los cuadros y son muy llamativos, además te permite seguir siendo llamemos intercambiables si te aburres de tu mural puedes intercambiarlo con otra persona, nos interesa mucho crear una comunidad” agregó.

“Decidimos que fueran ecomurales, porque es una manera de resaltar el plástico recuperado, cuando se habla de este material todos piensan que es algo feo, sucio, antiestético o simplemente basura, como que no está en las cosas que utilizamos de manera cotidiana” comenta la emprendedora. Además, quiere expresar su inconformidad con la manera en la que percibimos la basura hoy en día. “Quiero hacer visible que lo llamado basura puede convertirse en algo lindo y útil, segundo hacer más visible el problema que nos rodea, y es que estamos rodeados de desechos plásticos y no parece importarnos. Cuando vas a un parque te encuentras al menos dos tapitas plásticas que van a la basura donde no hay una disposición adecuada para ese tipo de material aprovechable” concluye.

Quiero finalizar expresando que conocer estas nuevas propuestas, me han permitido ver con inquietud la importancia del desarrollo de prácticas sostenibles; una mirada clara, de que este es el presente y no el futuro como muchos pueden pensar. También los invito a estar cerca de comunidades, organizaciones, empresas, que integren políticas que vayan acorde con respetar la vida, ya sea en temas de diversidad, medio ambiente, poblaciones vulnerables etc., etc.

Por último, quiero concluir con esta frase “Del conocimiento viene la preocupación, y de la preocupación viene el cambio”, frase que concluye el documental A Ocean Plastic, esta fue la frase que despertó mi curiosidad, por buscar estas alternativas, que se hacen necesarias y, que espero, nos inspiren a ser más conscientes y responsables. En un año, nos obligó a evaluarnos, con ideas que cambian nuestra mentalidad hacia una forma de vida más equilibrada, más consciente.

“Las decisiones que tomemos hoy afectarán directamente la manera en que esta crisis (pandemia) evolucionará, así como la vida de miles de millones de personas. Nuestro objetivo debe ser reconstruir mejor para que nuestros nuevos sistemas sean más seguros, más justos y más sostenibles”. Guy Ryder, Director General de la OIT.

 

Catalina Bonnet Toro

De vez en cuando soy o como me gusta llamarlo "juego" a ser hija, bogotana, recientemente, intento de escritora de cuentos. Mi profesión lleva el nombre de Comunicadora social y periodista. (Es así como me presento ante la sociedad al menos). Amo pasar mis ratos de ocio viendo películas, o en compañía de un buen libro.

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