La guerra de los 6 días vivida entre Siria e Israel en el año 1967, determinó la anexión del Golán por Israel en 1981, sin embargo esta acción no fue reconocida por el Consejo de Seguridad de la ONU por violar uno de los principios fundamentales que propugna este organismo después de la segunda guerra mundial, «inadmisibilidad de la adquisición de territorio por la guerra». El pasado 21 de marzo el presidente estadounidense Trump, en un trino sugiere lo siguiente “ After 52 years it is time for the United States to fully recognize Israel’s Sovereignty over the Golan Heights, which is of critical strategic (Twitter Ads info and privacy). Alegando «importancia estratégica clave y de seguridad para el Estado de Israel y la estabilidad regional».
Esta acción pone en jaque todo el entramado diplomático internacional, olvidando la importancia del multilateralismo y recurriendo a acciones unilaterales que usan la guerra como estrategia política de expansión territorial, elemento ya ampliamente debatido, criticado y reglado por el consejo de seguridad de la ONU después de los hechos catastróficos de la Segunda Guerra Mundial.
El reconocimiento de Trump sobre Israel con respecto a la apropiación del Golán se da en medio de la crisis política que está enfrentando el primer ministro Benjamin Netanyahu por presuntas acciones de corrupción en su país y de cara a las elecciones del 9 de abril. Podemos entonces anotar que el apoyo de Trump es un empujón al primer ministro para que siga en el poder israelí, esta es una medida que se suma a las acciones unilaterales tomadas con anterioridad como el retiro del país norteamericano del pacto de París, el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y también él retiro de los Estados Unidos del pacto nuclear con Irán.
Más que un tema estratégico para los Estados Unidos o Israel, este es un asunto de grandes repercusiones en el plano internacional, en primer lugar ignorar la gobernanza del Consejo de Seguridad de la ONU, desde el principio fundamental «inadmisibilidad de la adquisición de territorio por la guerra», con lo cual se estaría incentivando a que otros Estados usen la guerra como medio de expansión geográfica, casos claros Rusia sobre Crimea, o la China sobre Taiwán o el mar Meridional Chino.
Para el analista Hussein Ibish «El mayor peligro es global y a largo plazo. Al reconocer y legitimar la anexión del Golán por parte de Israel, Washington está virtualmente invitando a otros depredadores internacionales a que se apoderen de lo que quieren. Entonces, de acuerdo a esta lógica, todo lo que necesitan hacer es aferrarse a ese territorio por el tiempo suficiente para llamarlo ‘realidad’ y exigir que otros países ‘reconozcan la realidad’ al legitimar su apropiación de tierras» (DW, 2019). Cabe anotar además que de ganar las elecciones Netanyahu, tendría vía libre para continuar con la anexión de Cisjordania, elemento de enorme precedente como amenaza para la democracia israelí y la desaparición de las aspiraciones estatales palestinas.
Las acciones del presidente Trump retan cada vez más las bases del orden internacional, y abren las puertas al accionar por vías de hecho a los demás Estados en busca del posicionamiento de intereses individuales que chocan con todo el entramado filosófico y político creado en el siglo XX, desde el cual la guerra debería ser contenida con multilateralismo y la acción conjunta diplomática, esperemos cuál será la respuesta de los demás países que integran el G7 y cómo esto impactará la geopolítica contemporánea, realidad que se niega a enterrar los viejos fantasmas de la guerra y al confrontación armada.