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¿Por qué los gobiernos de EEUU han convertido un problema público objeto de política pública social, en un problema de política de defensa, de política exterior y con ambas, una política de intervención? ¿Qué hay de nuevo y de viejo en la política anti drogas del actual gobierno norteamericano? ¿Estamos ante una reacción belicista particular de Trump contra el narcotráfico, o, se trata de una fase de intervención alinderada con la reactivación del Comando Sur de los EEUU en el Caribe y América Latina? ¿En qué se parece esta coyuntura al Plan Colombia y qué enseñanzas dejó esa intervención militarista?
El problema público social de las drogas que justifica la política pública en Estados Unidos, tiene que ver con la masificación del consumo de cocaína (en todas sus presentaciones) de un gran número de habitantes. Obviamente, cuando este problema social no tiene la atención adecuada de un sistema de salud, se convierte en un problema mayor con un impacto negativo en las diferentes dimensiones de la sociedad y de manera especial en las familias que demandan una solución. De eso en Colombia conocemos, pero no aprendemos y todo indica que en EEUU tampoco.
Contrario a una política de salud pública alejada del prohibicionismo, Trump insiste en gastar el presupuesto en la fracasada guerra contra las drogas: además de que no ha reducido este problema, ha traído nuevas dificultades, en especial cuando les justifica a los EEUU intervenir allende de sus fronteras. ¿Por qué razón elige una salida fracasada como la intervención militarista? ¿Cuál es la razón de fondo para etiquetar al presidente Petro de jefe narcotraficante y de incluirlo en una lista de sanciones sin ninguna prueba? ¿Tienen estos movimientos militares unos objetivos más allá de la interdicción?
Si bien es una novedad el bombardeo a lanchas que transportan cocaína, lo cierto es que la coyuntura tiene más ingredientes viejos que nuevos. Aparte de decir que los 67.000 asesinatos en Palestina son un elemento nuevo en cualquier intervención dada la aprobación de EEUU. Aparte de esto aterrador, el discurso que justifica la ofensiva de Trump hacia Venezuela y Colombia es el mismo que utilizó para intervenir con el Plan Colombia. Sin embargo, para ambos Estados, tanto el de EEUU como el colombiano, el problema fue el avance de las extintas FARC EP y el entorno revolucionario en América Latina y el Caribe.
Trump reeditó la intervención camuflada con un problema social de alta sensibilidad. Es tradición en EEUU usar el problema del consumo de drogas ilícitas, para explicar otros problemas asociados a las causas y consecuencias. Y cuando lo hace, traslada la responsabilidad a otras latitudes y de paso juega a tres bandas hostigando política y militarmente a quienes se oponen a una política imperialista. En más de 50 años de la guerra contra las drogas, los gringos saben bastante de ese negocio como para terminarlo con la legalización: su rentabilidad no es solo económica: también política y militar.














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