Tramposos

“Si una persona decide cursar una carrera y posteriormente un postgrado es porque lo quiere hacer de manera voluntaria: sea porque quiere profundizar en conocimientos, porque cree que puede servir para un ascenso profesional o mejorar el salario”.


Esta semana la mayoría de los estudiantes que estudian en calendario A se graduaron de sus colegios. Tuve la oportunidad de asistir a los grados de la Institución Educativa San José de Jericó y percibir el orgullo que sienten los padres de familia por ver a sus hijos alcanzar un peldaño más en su vida. Los grados son la ocasión perfecta para reconocer los esfuerzos y rememorar las experiencias que tuvieron los estudiantes durante su bachillerato. En Jericó fueron reconocidos por su excelente desempeño, ánimo de superación, integralidad y por los buenos resultados en las Pruebas Saber. Allí se reflejan no sólo los logros de un estudiante sino de toda una familia.

El colegio y cualquier otro estudio que se realice debería disfrutarse: aprender con conciencia y poner en práctica los conocimientos. Para eso, se debe entender por qué es importante estudiar. Si una persona no ve que lo aprende lo puede volver tangible en la vida, difícilmente se puede conectar, pero eso es tema de otra discusión.

En la teoría, si una persona decide cursar una carrera y posteriormente un postgrado es porque lo quiere hacer de manera voluntaria: sea porque quiere profundizar en conocimientos, porque cree que puede servir para un ascenso profesional o mejorar el salario; sin embargo, durante estos días hemos visto una especie de utilitarismo y trampas, al momento de realizar este tipo de estudios, en connotadas figuras públicas que ponen en entredicho su ética.

Hace unos años, la Universidad de Medellín fue materia de escándalo -que obligó la salida del entonces rector Néstor Hincapié- por presuntamente otorgar irregularmente títulos profesionales como el del actual senador Julián Bedoya que, al parecer, nunca cumplió los requisitos para poderse graduar como abogado. Hace un mes, un egresado no graduado de esta misma Universidad, el hasta hace poco ex concejal de Medellín, Álex Flórez, cercano al actual alcalde de Medellín Daniel Quintero, denunció que la Universidad de Medellín no lo quería dejar graduar por revanchismo político. Lo cierto, es que el exconcejal Flórez tampoco cumple los requisitos para graduarse. En su caso, son hacer una práctica profesional o escribir un artículo publicado en una revista indexada. Él alega que escribió un artículo, pero expertos consideran que carece de rigor y no es suficiente para poderse graduar.

Hay otros casos de mercantilismo de títulos que se han dado en el círculo cercano al alcalde de Medellín Daniel Quintero, particularmente con el Censa, un centro de estudios de técnicas y tecnologías de Medellín que es de la familia del actual concejal de Medellín, Albert Corredor. El Colombiano denunció hace unos días, en el artículo El carrusel de diplomas de la familia Corredor (ver) que el Censa había abierto una sede en Miami donde la reglamentación en educación no es tan estricta como en Colombia para montar el Censa International College y ofrecer maestrías sin mayores exigencias pero que daban el prestigio de un título internacional y que aprovecharon varios miembros de la familia de Corredor y sus conocidos para cumplir requisitos que les permitiera ascender en sus carreras públicas.

Por estos días también fue sonado el caso de la presidenta de la Cámara de Representantes de Antioquia, Jennifer Arias, por supuestamente haber cometido plagio en la tesis de su maestría en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Externado donde años antes, otro reconocido senador, Luis Fernando Velasco, fue expulsado por el mismo hecho.

El profesor y geólogo Oswaldo Ordóñez, de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional sede Medellín, también denunció esta semana que un estudiante de Ingeniería Geológica de la Fundación Universitaria del Área Andina, lo había contactado para que le hiciera un parcial sobre hidrogeología, diciéndole que estaba dispuesto a pagar lo que el profesor considerara (ver).

Estos comportamientos poco éticos dejan mucho que pensar, que las personas encargadas de liderar el rumbo del país tomen el camino más fácil para graduarse sólo para tener prestigio es desconcertante. No es para menos el caso que denuncia el profesor Ordóñez. ¿Qué esperanza tendríamos como sociedad con esta clase de profesionales? Qué garantías puede tener una comunidad o una empresa con personas que acudan a estas prácticas, cuando en casos como la geología y la ingeniería se requiere precisión y ética para evitar y prever desastres como los que ocurrieron con el Space y el Chirajara.

Ahora que muchos estudiantes se gradúan del colegio, ojalá que el camino que sigan, lo hagan siempre marcados por la ética y la responsabilidad, pero sobre todo que decidan hacer lo que les gusta para que puedan disfrutar de lo que hacen, destacarse, ser felices y servir con altura y dignidad a la sociedad sin necesidad de hacer trampa.

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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