¿Todo pasado fue mejor?

Políticas regresivas, que propone el “gobierno del cambio”, son tan nocivas que carecen del apoyo de fuerzas aliadas y por ello requieren del llamado desesperado de su presidente para salir a la calle, subirse al balcón, y mendigar el respaldo de quienes votaron por él.”


Sectarismo político que acompaña a la izquierda colombiana, y su propuesta de país, impide reconocer las diferencias y tomar distancia del radicalismo que se utilizó, previo a elecciones, para captar la atención de un montón de incautos con ganas de hacer montonera y jugar a la “revolución”. Imagen de los guerreros insurrectos que salieron a las calles y acabaron con los bienes públicos y privados, escudados en el inconformismo social para luchar por el “cambio” prometido, se desdibuja frente a demagogos populistas carentes de sinceridad. Grave pecado de los progresistas ha sido el cargar con la incoherencia de haber denunciado, en el pasado a la derecha de apropiarse de lo público y abrir la brecha de la desigualdad, pero, en 8 meses al frente del poder, demostrar que son peores en su proceder y pese a las evidencias se niegan a reconocer la viga en el ojo propio.

La administración del Pacto Histórico es el triste reflejo de lo que ha sido el gobierno, en manos de la izquierda, en las tres principales capitales de los colombianos (Bogotá, Medellín y Cali). Caótica espiral, política y social que se constituye en Colombia, es el marco de las aspiraciones, en el corto plazo, de un cacique mesiánico que apuesta por construir un socialismo decadente antes que pensar en honrar la obligación que adquirió con las personas que lo eligieron. Transformación que se dice gestar para una nación igualitaria es la viva imagen de su mandatario, cúmulo de incoherencias e improvisación que denotan la irresponsabilidad y mitomanía gigantesca de un ser plagado de resentimientos y complejos que lo llevaron en una etapa de su vida a alzarse en armas, con los movimientos guerrilleros, y propender por acabar con la estabilidad democrática del país.

La política del “cambio”, caballo de batalla de la izquierda y su Pacto Histórico, cada cual la entendió de forma diferente, pero al final resultó ser más de lo mismo, alianzas politiqueras sostenidas con mermelada para que los proyectos de ley no se carguen de micos y se mueran en el legislativo. Reforma política, exabrupto del que nadie asume su responsabilidad, es la prueba fehaciente del desmadre, de intereses ocultos, que trae consigo cada una de las iniciativas radicadas por el gobierno. Revisión y análisis con lupa, al estilo de Sherlock Holmes, es el que se debe ejercer sobre los movimientos de su presidente y un gabinete que desde el populismo no ha aportado una sola solución a los problemas reales del país. El predicar y no cumplir hace que la administración Petro Urrego tenga a la nación patas arriba, se acabara con la credibilidad de los inversionistas, y se desestabilizara la economía y la seguridad democrática ganada por años.

Caos que se delinea, con un orden público desbordado, en Colombia es la consecuencia de una política proteccionista que blinda, con todas las garantías, al hampa que vive feliz y rampante haciendo atrocidades desde las cárceles. Apología al crimen, que busca vender a los peores asesinos y narcotraficantes como personas de bien, hace mucho daño a la sociedad, sobre todo a las capas jóvenes de la población que poco o nada saben de esos personajes siniestros y de su carrera delincuencial. El no tener una autoridad, que se ponga del lado de la gente honesta, conlleva a que las zonas rurales de la nación se encuentren sin Dios, ni ley, ad-portas de una guerra civil, mientras que las regiones urbanas naufragan ante la anarquía de quienes fueron incapaces de mantener la libertad y el orden, los mismos que excitan la delincuencia de las bandas criminales.

Quienes pretenden ver, y promulgar, que #ColombiaVaBien intentan tapar con un dedo el despelote que acompaña al “gobierno del cambio”, con las reformas a la política, la salud y ahora al entorno laboral, proyecto de ley que tiene el potencial para acabar con miles y miles de puestos de trabajo. Reforma pensional, que por ahora pasa de agache, será el detonante que exaltará los ánimos de quienes no han dimensionado lo que se está gestando y lo complejo que será, en el futuro, recuperar su propia plata, recursos que serán desviados para brindar apoyo y protección a los “nadies”, aquellos vagos que nunca se preocuparon por cotizar y ahorrar para una vejez digna. Iniciativas de la administración Petro Urrego, que ahora transitan por el Congreso, obedecen más a una ideología política que a lo que verdaderamente necesita el país; testaruda militancia y convicción de unos ministros que no tienen experiencia para ejercer su cartera y desde el discurso sindicalista provocan la zozobra y ansiedad en el pueblo que ve con otros ojos al llamado «cambio» que no es más que de bolsillo y de dar un gran salto al vacío.

Es claro que zorros políticos como Roy Barreras, y demás militantes del Pacto Histórico y los partidos aliados, apuntan a querer hacer mucho, para distraer bastante, mientras generan el caos y el desorden que les permitirá pasar «cositas» con el menor ruido posible. Caída libre en la que se encuentran la democracia, la libertad y la institucionalidad son la consecuencia de una fuerza política de izquierda que representa desorden, improvisación, desconocimiento, permisividad y populismo, corriente gubernamental que no se ha dado cuenta que la campaña finalizó en junio de 2022 y ahora ejercen el poder. Complejo resulta un gobierno que no es responsable de nada de lo que hace, siempre tienen una excusa para rehuir de la carga que le asiste. Situación coyuntural por la que atraviesa Colombia llama a dejar de lado el berrinche, porque no pueden imponer lo que pretenden, y concertar una política pública que ataje la inflación y la crisis económica y social que ahoga al colectivo ciudadano.

Complejo resulta que se pretenda pontificar y revestir como “honorables congresistas” a políticos comunes que realizan su mayor esfuerzo por cambiar la imagen de terroristas, asesinos, violadores, secuestradores, extorsionistas, ecocidas, narcotraficantes, a través de una narrativa falsa de progresistas, pacificadores, ambientalistas con profundos anhelos de paz y soñadores de una Colombia con oportunidades para todos. Política de paz total que se teje para soltar a los delincuentes de las cárceles, darles premios por los delitos cometidos, amarra a la policía y las fuerzas militares para garantizar impunidad a los malhechores. Libertad para delinquir, atiza los nervios regionales, ensalza a bandas criminales que están desbordadas amenazando comerciantes y pretenden arrodillar a la Fiscalía y la justicia desde una cárcel. Legado del mal que va por todo y está legalizando la “aniquilación total” de todo colombiano que piense distinto.

“Vivir sabroso” en Colombia es casi imposible, la realidad del país es cruel y duro es decirlo, pero lo que se avecina es una pronta crisis alimentaria asistida por su mandatario. El trance se seguirá profundizando mientras el gobierno siga apostando por mostrar lo que no existe, exagerar lo poco que ha hecho, mientras la nación se desmorona a cuenta de un dogma político que se impuso por no votar bien. Suplicio para la democracia es tener en el poder una fuerza, de izquierda, que pretende pasar sus reformas sin una gota de discusión, salto al vació que propende por facultades extraordinarias que den un tinte dictatorial al Sensei de los humanos. Gobierno sin pies y cabeza es el conduce al caos perfecto de una hecatombe política que dejará a Colombia sin rumbo y líderes, pues hasta ahora el Congreso no ha dado la mínima cuota de sensatez e independencia que devele cuál es la figura política que puede llegar a salvar patria en el próximo cuatreño y demostrar que no todo tiempo pasado fue mejor.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/andresbarriosr/

Andrés Barrios Rubio

PhD. en Contenidos de Comunicación en la Era Digital, Comunicador Social – Periodista. 23 años de experiencia laboral en el área del periodística, 20 en la investigación y docencia universitaria, y 10 en la dirección de proyectos académicos y profesionales. Experiencia en la gestión de proyectos, los medios de comunicación masiva, las TIC, el análisis de audiencias, la administración de actividades de docencia, investigación y proyección social, publicación de artículos académicos, blogs y podcasts.

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