El 20 de enero de 2015 el tiempo se detuvo para María del Carmen Orama. Desde ese día, sin interrupción y superando el asedio de las sombras, su vida se ha reducido a repetir sin descanso una consigna: justicia para Tirone. María Ferrer -como también es conocida- es la hermana mayor de Tirone José González Orama, el enfant terrible del rap venezolano que convertido en Canserbero se consagró en vida y muerte como el epítome de una leyenda tan épica como trágica.
Ahora, tras el reciente anuncio de la Fiscalía venezolana de reabrir la investigación sobre la muerte del rapero, parece que el clamor de la familia Orama fue escuchado, ya que, sin dejar de lado cierto escepticismo dada la opacidad del régimen venezolano, se espera que la justicia, recabando nuevas pruebas y testimonios, pueda determinar que fue lo que pasó aquella madrugada donde el tiempo se detuvo para María.
La Fiscalía tiene una segunda oportunidad para precisar si la muerte de Tirone fue resultado de un asesinato premeditado o sí se confirma la primera hipótesis oficial -siempre puesta en duda por la familia y los fans- del suicidio como resultado de un ataque de esquizofrenia.
Y aunque han pasado cerca de ocho años, la muerte de Canserbero sigue siendo un gran misterio que ha servido para acrecentar el sentido de sus composiciones y su genio artístico, porque a pesar de que Tirone ya gozaba de cierto reconocimiento en el género urbano y se proyectaba como un referente de talla internacional, su muerte en extrañas circunstancias, sin lugar a dudas, catalizó un mayor interés general – cercano al mainstream– en las composiciones de un artista con cierto halo de maldito.
Su legión de fans (porque son legión) siempre ha puesto en duda aquella primera versión oficial y algunos han especulado sobre su muerte en infinidad de posts de internet. Con versiones que van desde un asesinato motivado por deudas o celos artísticos, o de tajo un crimen de Estado orquestado por los “poderosos” que se sentían expuestos en sus composiciones. Todo esto solo lleva a una conclusión: Tirone no ha descansado en paz.
Pero más allá de la especulación viralizada en las redes sociales, se encuentra el dolor de una familia que no ha encontrado sosiego y que desde el 20 de enero de 2015 no ha parado de luchar porque se haga justicia y así limpiar la memoria de su ser querido; el hijo y el hermano; el primo y el sobrino; el ser sensible y poético que se ocultó detrás de un alter ego que lo devoró. Tirone, el hombre que fue Canserbero.
Que está segunda investigación de la Fiscalía sea la oportunidad para se conozca toda verdad y que Tirone José González Orama finalmente pueda descansar en paz. Así lo reclama su familia. Ya su leyenda como Canserbero está escrita en la historia del rap latinoamericano.
Solo basta decir: justicia para Tirone.
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