La capacidad de ambas aplicaciones y de las grandes empresas tecnológicas tras ellas demuestra que el crecimiento chino y su ascenso imparable durante años no solo va de la mano del comercio.
Recientemente ha suscitado curiosidad en mí la aplicación de videos Kwai, no solo por su aparición incesante en las publicidades de los videos de YouTube y demás sino también por un interesante modelo de “recompensas” que ofrece a sus usuarios y que sin duda ha estimulado en gran proporción sus descargas en las diferentes tiendas de aplicaciones, tanto que se llegó a convertir en tema de discusión en mis grupos cercanos.
El simple hecho de que por ver videos recibas (aunque sea una muy pequeña suma) dinero que puede ser utilizado en el día a día ya es algo que genera suspicacias al tener en cuenta de que básicamente te están pagando por hacer lo que muchos hacen a diario (ver videos en la red) y que la acumulación de los puntos de que se redimen a forma de pesos colombianos pueda pagar una recarga de celular o un paquete de papitas es una estrategia que sin duda es ingeniosa y un gran gancho para las masas.
Ahora bien, el hablar de las virtudes o defectos de la app o de cuántos “Kwai puntos” logro hacer en una semana no es la mayor de las inquietudes que en mí despertó la app; sino más bien el papel que estas juegan en las disputas internacionales hoy día y porqué vale la pena hablar de ellas en clave geopolítica.
Tik tok y Kwai, ¿la avanzada china?
Una de las principales preguntas que me hacía al momento de conocer la manera en la que operaba y atraía la aplicación a nuevos usuarios estaba alrededor de la financiación y la ubicación sus oficinas; fácilmente encontré un puñado de medios que hablaban de la App casi en un “copia y pega” de las características básicas que esta ofrecía, cuál era su público objetivo y su interés.
Los medios también develaban una información más que importante, es una aplicación de origen chino, que repite el formato utilizado por Tik Tok (videos cortos que se presentan uno tras otro en un “infinite scroll” que ya es común en la mayoría de las redes sociales) y que venía con fuerza a expandirse por toda Latinoamérica.
La particularidad de Tik Tok y su crecimiento en todo el mundo fue imitada por los desarrolladores chinos de la empresa Kuaishou Technology (responsable de Kwai) quienes eligieron el mismo camino para un rápido ascenso de ella, combinando una estrategia de publicidad masiva, recompensas en dinero real y de invitaciones también pagas para que se extendiera como el fuego entre los usuarios.
El hecho de la emulación del formato de Tik Tok va más allá de ser una lucha interna entre las gigantes chinas Tencent y Bytedance, las cuales poseen grandes capitales y han estado a la vanguardia aumentando cada vez más sus filiales. La pregunta aquí parece alejarse de si la pugna pasa por destronar a Tik Tok, o por emularle, o por si esta es mejor o no. Sino más bien, en la demostración de una carrera millonaria de China por posicionarse en el mercado tecnológico y de redes sociales en un mundo dominado por las Apps occidentales.
Una muestra de ello fue la salida a bolsa de la Kuaishou Technology en la cual se logró una colocación histórica -la mejor desde Uber- logrando una valoración de 158.656 millones de dólares luego de su operación. Un total éxito que ya la coloca cerca de su competencia al menos en valoración.
La capacidad de ambas aplicaciones y de las grandes empresas tecnológicas tras ellas demuestra que el crecimiento chino y su ascenso imparable durante años no solo va de la mano del comercio.
Las proyecciones económicas parecen vaticinar de manera fatal el cambio de la hegemonía mundial de manos de Washington a las de Pekín. Que si bien puede desarrollar una economía boyante aún no ha podido extender su influencia más allá de las cuestiones económicas, en resumidas cuentas, el mundo aún hoy piensa en clave yankee, situación que debe de revertirse en el ascenso chino para generar una mayor cercanía a las sociedades del mundo.
El poder más allá de la economía: la estrategia del “soft power”.
El concepto de soft power o poder blando se ha utilizado ampliamente en el estudio de la geopolítica desde que el estadounidense Joseph Nye lo utilizase para abordar como los países podían influir en otros a través de herramientas que no implicaran necesariamente un constreñimiento militar o el peso de la economía.
La persuasión a través del soft power es entonces una apuesta para llegar a generar un pensamiento más afín a las ideologías y cultura propia que finalmente se traduzca en influencia e incluso podría añadir en aceptación de los valores e imagen de una nación en específico.
En su momento Estados Unidos en la carrera hacia la hegemonía mundial comenzó a apostar por un dominio que iba más allá de las capacidades militares y económicas mismas. El estilo de vida estadounidense ampliamente diseminado por Hollywood como su misma visión del mundo sus los valores, el enaltecimiento del consumo, los deportes, música, etc. fueron calando en las sociedades alrededor del mundo y ello logró un impacto importante en la forma en la que vemos a este país. Tanto ha sido el poder blando norteamericano que hoy día su idioma es casi que indispensable en ciertas esferas, y ejemplos sobran para dar cuenta de la capacidad del poder blando, unos de tantos es que cada año se transmite el Super Bowl en casi todo el mundo sin llegar a ser necesariamente un deporte extremadamente popular.
Para no alejarnos del tema, en el más reciente mundo de las telecomunicaciones, el internet y las redes sociales vemos un predominio de las empresas, apps, servicios de búsqueda, compras y demás por parte de EE. UU. Solo por mencionar algunas redes como Facebook, Instagram, Twitter o WhatsApp el panorama queda más que claro, todas ellas están bajo dominio estadounidense, lo cual le permite generar un gran influencia cultural y monopolio tecnológico sobre los demás estados.
La única red social que ha logrado acercarse a los gigantes estadounidenses recientemente ha sido Tik Tok. Cuando esta alcanzó un nivel tal de reconocimiento (con sus principales creadores de contenido en suelo norteamericano). Las alarmas se encendieron; la reacción de la entonces administración de Donald Trump fue la de un proteccionismo inédito, justificado bajo la protección de la “seguridad nacional” (como cualquier otra cosa que amenace la supremacía de Washington). Todo esto en un contexto de ataques directos a otras aplicaciones como WeChat o a empresas como Huawei y Xiaomi, cada vez mas fuertes en el segmento de los Smartphones y el desarrollo de las redes 5G.
El suceso del ejecutivo Trump vs Tik Tok, demuestra la creciente preocupación de caer en todos los frentes ante el gigante asiático. La paranoia y el cansino discurso de defender la seguridad nacional quedan infundados ante el miedo real de un día no muy lejano tener que admitir que alguna app China posee muchos mas usuarios que Facebook, ese futuro sombrío en el que el verde de WhatsApp sea reemplazado por el verde de WeChat o las empresas chinas engullan a sus contrapartes norteamericanas en un carrera ya no armamentística ni espacial, sino por el dominio de las redes parece cada vez más posible.
Tal parece que esa “trampa de Tucidides” de la que habla el politólogo Graham Allison podría desatar una guerra mas acorde a nuestros días, una guerra informática, una guerra por el dominio de las redes, del cyber espacio, de la big data y de todas las herramientas tecnológicas que permitan tener una ventaja a la potencia ascendente o el hegemón establecido.
La capacidad de transformación.
Mientras Kwai en el caso particular de Latinoamérica y Tik Tok en el escenario mundial van ascendiendo en descargas, China va ascendiendo en influencia a la par y va ganando terreno en el ítem de llevar su cultura y su visión al resto del mundo. Los institutos Confucio y las cada vez más asequibles becas chinas son elementos del poder blando que Pekín quiere instaurar en diferentes países aunque nunca tendrán el alcance que sí tienen las redes.
La transformación de las apps chinas en mega apps que pueden abarcar desde el simple posteo de una selfie, el chat entre un grupo de amigos, hasta pagar cuentas de servicio gracias al enlace directo a cuentas bancarias parecería ser la proyección por la cual se han destinado tantos recursos en fortalecer las compañías y generar nuevos usuarios. Uno de los problemas que enfrentan las aplicaciones occidentales frente a las chinas es que estas tienen una vocación aglomerante, es decir, tratan de diversificar sus servicios lo más posible y ofrecer un todo en uno.
Es posible que luego de ganar una buena cantidad de usuarios, Kwai, pueda dejar en segundo plano el tema de los videos y actualizarse como una plataforma que permita hacer llamadas o incorpore chats; esa es la verdadera batalla en el frente de las redes sociales y también en el frente del soft power.
En un mundo donde la mayoría de las personas hacen uso de teléfonos inteligentes las redes podrían ser más afines a la sociedad que los mismos medios de comunicación tradicionales.
En un mundo hiper conectado un ataque a un servidor puede causar más revuelo que un bombardeo; y en una sociedad donde los “influencers” han tomado más relevancia que los analistas y académicos el dominio de las redes es un baluarte para quien lo detente.
Hay que tener entonces bajo la lupa a aquellos que dominan, pero mucho más a aquellos que quieren alcanzarlos.
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