La historia cuenta diferentes relatos sobre la conquista de Europa sobre América y muchas han sido las versiones; sin embargo, desde la academia se defiende cómo la violenta y cruel conquista fue solo el inicio de un terrorífico proceso que hasta el son de hoy viene asechando los contextos sociopolíticos de América Latina, sin mencionar varios países africanos y del sur asiático. Las relaciones entre continentes parecen estables, notando una apertura a la cooperación y ayuda mutua para la construcción de un mundo más equitativo e igualitario. Desde campañas hasta fondos de cooperación son algunos de estos; no obstante, para los países del sur global su gente experimenta un fenómeno que, si bien ocurre desde hace tiempo, esconde una cruda y triste realidad.
La migración de las poblaciones a diferentes Estados es algo que ocurre desde tiempo atrás, mostrando cantidades de personas movilizándose a otro país o territorio para establecerse. Para muchos jóvenes de América Latina esta ha sido una alternativa viable, debido a la falta de oportunidades y diferentes situaciones que se viven en sus naciones. Desde los altos índices de inseguridad hasta la explotación laboral son algunos de los factores que generan incomodidad en las personas y despiertan en ellos una necesidad, la necesidad de ir al norte global.
Gracias a los desenlaces que la historia pudo presentar, norte global logró manejar el poder hegemónico sobre las distintas áreas del conocimiento, logrando así tener el control global sobre absolutamente todo el mundo. No es casualidad que los países más pobres del mundo son aquellos que, en algún momento de la historia, estuvieron bajo el control de alguna nación perteneciente al llamado norte global y tampoco es coincidencia que los ciudadanos del sur idealicen aquellos países como los lugares idóneos para vivir.
Las masivas migraciones que se están viviendo son el producto de los lamentables contextos que los países del sur experimentan. Pero es de suma importancia el cuestionarnos y, verdaderamente, reconocer que muchas de las situaciones vividas son el producto heredado de una tradición colonial, de la cual apenas muchos nos estamos recuperando. De alguna forma la economía del sur global obedece a las demandas y necesidades que los mal llamados “países desarrollados” generan. En definitiva, estas naciones se han construido con el trabajo y esfuerzo que los países del sur han llevado a cabo, esto para construirse en los lugares ideales que ahora exclaman ser.
Esta idealización es un resultado directo de la tradición colonial, donde los Estados del norte son superiores a los países del sur. Es dicha concepción cultural la que, de alguna forma, moldea los imaginarios, donde el norte es un lugar ideal, mientras que el sur únicamente tiene crimen y desdicha. Lo que realmente ocurre es que aquellos lugares únicamente han generado un desarrollo optimo, ya que han sido ellos por muchos años quienes han tenido el poder y la libertad para hacerlo.
Aunque reconozco, como cualquier otra persona, las ventajas aparentes de vivir en un país del norte global, tampoco puedo ser ciego a las razones por las cuales dichas condiciones existen. Entonces, propongo que nos quedemos, que hagamos que el continente y nuestra nación también sean tierras fértiles, donde sueños se cumplan y la vida pueda explorarse de manera estable. Lo digo porque lo he visto, pero en verdad las metas pueden realizar en lugares como estos, donde todavía estamos dejando atrás nuestro duro pasado y buscando formas nuevas para que el desarrollo económico y social avance. Para sanar la herida que dejó la herencia colonial debemos enfrentarla.
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