En el mundo de la filosofía existen tres palabras diferentes que dan cuenta de sensaciones y razones que un individuo tiene frente al mundo que lo rodea: temor, terror y angustia. Y no es que la filosofía solo se ocupe de estas tres circunstancialidades. En absoluto. Simplemente, en esta columna quiero ocuparme brevemente de tales circunstancias.
El temor es un mero acercamiento a lo desconocido, mediado por la incertidumbre, y por un vago sentimiento de decepción. Así, quien se acerca temiendo a un acontecimiento que antes no conocía, no lo hace inocentemente. Antes de que sucediera, esto es, en el proceso que guía la posibilidad de los múltiples aconteceres, el temeroso se acerca predispuesto a decepcionarse. No teme porque no sabe qué pasará. Teme porque, dentro de una inmensa baraja de posibilidades, inclina su naturaleza hacia la decepción. Hacia aquel extremo de la balanza que no le resulta deseable.
El terror es, por lo general, una respuesta irracional al acontecimiento. El asunto no gira en torno a el proceso que guía a acontecimientos desconocidos, sino en torno al efecto de un acontecimiento sucedido. El aterrorizado observa cómo sus más grandes temores se han hecho realidad. No existe baraja de posibilidades. Incluso antes del acontecer, puede llegar a suponer que este será de tal manera y no de otra. Tomará cada situación como la exasperante y eterna repetición de situaciones aterrorizantes, ya vividas. La estática es su pura naturaleza. La ausencia de movimiento, su descripción.
La angustia, por su parte, se refiere a una condición de cinética y estática simultáneas. El aterrorizado se mueve aterrorizadamente en su vida. Nada lo hace cambiar de opinión -pues no existe opinión, solo verdad. Todo es peligroso; todo quiere hacerle mal. Quien vive en angustia experimenta la llamada muerte óntica. Una muerte del ser que tiene una manifestación móvil terrorífica.
Las tres nociones, como se evidencia, dan cuenta de una gradualidad en la escala el sufrimiento existencial que acontece en el vivir humano. Ante situaciones de cambio, el temor es una respuesta bien esperada. Sin embargo, las circunstancias de terror y angustia traspasan la barrera de la decisión y el control. El hombre se hace esclavo del terror y de la angustia. La posibilidad de liberación es cada vez más lejana.
Por eso tú, estimado lector, simplemente teme. Si no puedes confiar, teme. No sea que te pierdas a ti mismo.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://fbcdn-sphotos-d-a.akamaihd.net/hphotos-ak-prn1/t1/1488896_10202086754224487_208028205_n.jpg[/author_image] [author_info]Andrés Felipe Tobón Villada Politólogode la Universidad EAFIT y actual candidato a la Maestría en Estudios Humanísticos de la misma Universidad. Ha publicado en revistas académicas locales como Cuadernos de Ciencias Políticas del pregrado en Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT, y en revistas indexadas internacionales como Razón Española. Asimismo, participó en la creación del cuarto tomo del Diccionario crítico de Juristas Españoles, Portugueses y Latinoamericanos (Hispánicos, Brasileños, Quebequenses y restantes francófonos) de la Universidad de Málaga. Actualmente se desempeña como docente y consultor analista en la Universidad EAFIT. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]
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