“la estrategia de sostener el aislamiento preventivo obligatorio más allá de la inmediatez termina haciendo del remedio algo peor que la enfermedad.”
Es claro que la medida de aislamiento preventivo obligatorio es insostenible, y que como remedio puede causar mucho más daño que la enfermedad, o que el virus para nuestro caso puntual. Muchas razones demuestran el impacto negativo que puede tener en confinamiento y que como sociedad estamos omitiendo, últimamente hemos estado sometidos a un bombardeo a través de los medios de comunicación, llenos de información pesimista, y en muchos casos amarillista, que narra y grafica una historia de terror que constituye una tragedia tan grande, llevándonos a estar en una infobesidad que llena de miedo y nubla la capacidad de pensar racionalmente.
Este exceso de información nos ha llevado a un error de caer en esa dicotomía simplista en la cual pareciera que tenemos que escoger entre la vida o la economía, como si estas fueran antagonistas, cuando en realidad dependen entre sí. Por eso, para salir de ese miedo profundo que nos tiene paralizados es necesario hacer claridad sobre la situación en la que estamos y el riesgo real que enfrentamos.
Según la Organización Mundial de la Salud –OMS– el COVID-19 ataca principalmente el sistema inmunológico de las personas. Se calcula que el 70% de los contagiados son personas asintomáticas (incluso pudieron ser portadores que lo superaron sin darse cuenta), el 20% posee síntomas leves (razón por la cual es más alta la cifra de recuperados que de fallecidos) y el 10% tiene síntomas graves que requieren de cuidados especiales. Esto nos indica que el virus es una enfermedad de rápida propagación, lo cual representa el mayor riesgo y es algo que no podemos perder de vista en ningún momento.
La OMS señala que, dentro de China, donde se originó el virus COVID-19, la tasa de mortalidad está entre el 2% y el 4%, en los demás países la tasa se reduce al 0,7%. Para el 25 de abril se han confirmado 5.142 casos en Colombia, 233 muertos y 1.067 recuperados según datos del Ministerio de Salud, cifras que realmente no coinciden con el pánico colectivo al que estamos sometidos. Por eso es necesario preguntar ¿realmente han muerto más personas en el país de las que mueren por causas diferentes al virus?
Hay causas que generan muchas más pérdidas humanas, durante el primer semestre del 2018 en Colombia se reportaron 6.402 casos de muerte por homicidio, en el mismo periodo de 2019 fueron 6.016. Una cifra más aterradora es la de muertes causadas por la mala calidad del aire que según un informe del Instituto Nacional de Salud –INS– en 2019 causó la muerte de al menos 17.500 personas. Datos suficientes para preguntarse por qué ante el homicidio o la contaminación del aire no se tomaron medidas ni siquiera cercanas a lo drásticas que han sido las del COVID-19.
Como se nombraba anteriormente, el mayor riesgo del virus es su nivel de contagio, pues se espera que este llegue a un muy alto porcentaje de la población, es decir, en términos prácticos todos en determinado momento tendremos el virus, es una realidad que debemos entender, aceptar y enfrentar.
¿Qué nos queda ante eso? Es absolutamente necesario tener un sistema inmunológico fuerte. Según fuentes médicas existen diferentes maneras de mantener fuerte el sistema inmunológico, las principales son: actividad física, alimentación saludable y buena salud mental.
El encierro causado por el aislamiento obligatorio en la medida en que se alarga y se sostiene en el tiempo afecta de manera directa las tres. Por un lado vemos que limita la actividad física, por que invita a las personas al sedentarismo y a tener pocos desplazamientos que impliquen caminar; pero también afecta otras dos maneras que son importantes y son el alza del costo de los alimentos sumado a la pérdida de capacidad adquisitiva por parte de las familias, pues limita la alimentación tanto en cantidad como en calidad, y esto sucede de manera indiscriminada, es decir, no distingue estratos, siendo claros, los apoyo económicos o alimenticios realizados por los gobiernos locales y el gobierno nacional representan muy poco para lo que se requiere realmente, por eso es insuficiente, inviable, y con un alto costo económico y logístico para los municipios; la última manera se refiere a la salud mental, para nadie es un secreto que la salud mental se ve profundamente afectada, la angustia, la ansiedad, la incertidumbre de un despido, de que se acaban de a poco los recursos, la comida, el mercado y que parece no haber solución, somete a las personas a tener altos niveles de estrés, causa directa de la disminución de las defensas. A esto se le puede sumar la cantidad de enfermedades mentales causadas por el aislamiento que llevan incluso a aumentar los índices de suicidios.
Hay otros factores que afectan un buen funcionamiento del sistema inmunológico. Por ejemplo, el día 20 de abril el presidente Iván Duque en su alocución presidencial informó a la población colombiana sobre la ampliación del aislamiento preventivo obligatorio, en una intervención de alrededor de una hora. ¿Se imaginan lo que significa para una mujer o un hombre que sufre maltrato en su hogar, para una niña o niño abusado que convive con su abusador lo que puede significar que el presidente diga que son 15 días más de aislamiento obligatorio, y que los gobiernos creen que con habilitar una línea telefónica dan solución?
En esta alocución el presidente se dirigió a las grandes empresas y sus trabajadores, causa curiosidad que en ningún momento se refirió a la gran parte de nuestra población, que trabaja de manera informal, 47,6% según el DANE, ni a los comerciantes, medianas y pequeñas empresas que, frente a la actual contingencia con las medidas de aislamiento que se están tomando no cuentan con la estabilidad, capacidad económica, capacidad crediticia y demás para soportar más tiempo bajo estas condiciones, pues siguen recibiendo facturas y gastos de todo tipo, pero no ingresos. Condenar la economía significa necesariamente aumentar la pérdida de vidas en el país.
La corrupción, otro enemigo en medio de la pandemia
En medio de esta contingencia se presentan una serie de procesos que facilitan la corrupción, entre ellos contratación directa, pocos niveles de ejercicio de control por parte de los organismos de control, disposición de gran parte del presupuesto para contratación, entre otras razones que se pueden resumir en el marco de la CORRUPCIÓN, no pretendo generalizar esto, pero según el NY Times y la oficina del Contralor General. “La corrupción cuesta al país un estimado de $ 12.9 billones al año
Algunos alcaldes y gobernadores están utilizando la distribución de comestibles a las poblaciones pobres para fines políticos, dijo el procurador general Fernando Carrillo quien señala que un ejemplo es el Departamento de Córdoba donde se ha detectado casi $20.6 millones en sobrecargos aparentes en unos 8.100 contratos firmados por alcaldes y oficinas de gobernadores, dijo. Los excesos representan el 10% del valor total de los contratos”. Casos como el de Ingreso Solidario son parte de la realidad de las dinámicas políticas en Colombia.
La invitación es a no dejarnos paralizar por el miedo, a pensar racionalmente la situación a la cual nos enfrentamos, a ser conscientes y participativos, a no permitir que inescrupulosos se enriquezcan con dineros públicos gracias a la emergencia.
Dentro de este punto es necesario señalar que se especula que en el país se están manipulando las cifras de muertos en algunos municipios, casi que llevando a que cada fallecido se relacione con el COVID-19, es decir, no importa de que hayas muerto, engrosarás las cifras de decesos.
Hay que recordar que para el 4 de diciembre del año 2019 la desaprobación del presidente alcanzaba el 70% según la encuesta de Invamer y, para el 20 de abril del presente, la favorabilidad del presidente llega al 63,2% según la encuesta de Guarumo y Ecoanalitica aumentando en más de 30 puntos porcentuales, imagen del presidente que previo a la crisis del COVID-19 se encontraba sumergida en escándalos como el de la ñeñe política y que se vieron eclipsados y archivados cuando el foco de la opinión pública se pudo sobre la crisis por la pandemia.
¿Debemos entonces a continuar nuestras vidas en normalidad?
La respuesta es obviamente NO, lo que se requiere es adaptar nuestras dinámicas a una nueva realidad, con medidas que permitan la conservación de la vida de los ciudadanos procurando disminuir el impacto del virus y el porcentaje de fallecimientos causado por el mismo, para esto es fundamental seguir con las medidas de protección para la población más expuesta como adultos mayores, personas con antecedentes médicos y afectaciones respiratorias.
Pero también estas medidas deben sostener la estabilidad económica del país para evitar engrosar la cifra de desempleo. Es necesario pensarse estrategias para comerciantes y trabajadores informales, para la reactivación del mercado y el comercio, son medidas más que necesarias, indispensables. Un ejemplo es distribuir las veinticuatro (24) horas del día en cinco (5) jornadas laborales de cuatro (4) horas y consecuentemente cuatro (4) horas asignadas en los intermedios para desplazamientos, evitando aglomeraciones en transporte público, facilitando el desplazamiento del personal necesario a las empresas, conservando la mayor cantidad de empleados en casa
Las anteriores son medidas indispensables porque estamos en la previa de una crisis social sin precedentes que pareciera que lo gobernantes no están contemplando o desconocieran: el riesgo de tener hambre. Cuando una parte importante de la población llegue a la decisión de morir por un contagio o por hambre el sistema social se alterará y se atacará a sí mismo, lo que significa saqueos, hurtos, homicidios y un gran número de delitos relacionados que serán medidas tomadas por muchos para garantizar una alimentación.
La invitación es a no dejarnos paralizar por el miedo, a pensar racionalmente la situación a la cual nos enfrentamos, a ser conscientes y participativos, a no permitir que inescrupulosos se enriquezcan con dineros públicos gracias a la emergencia. ¿usted cree que, si no es por las denuncias de diferentes sectores respecto a las cédulas falsas en ingreso solidario, se hubieran tomado la molestia de realizar ajustes en dicho proceso?, la corrupción es una enfermedad en la que permanecemos sumergidos. Estamos perdiendo derechos que como sociedad nos costó demasiado conseguir, hoy ni siquiera tenemos derecho a circular libremente, y por miedo justificamos cosas que sin temor serían injustificables. Todos vamos a tener el virus sea porque lo adquirimos comprando los alimentos o haciendo diligencias bancarias, o porque nos llegue a la casa con un domicilio. Es algo de lo que debemos ser conscientes, es mejor enfrentarlo con condiciones de salud óptimas a esperar que llegue a la casa cuando el estrés por pensar en un sustento, la mala alimentación y la nula actividad física debiliten nuestro sistema inmunológico, y lo dejen incapaz de enfrentar el virus. Por eso la estrategia de sostener el aislamiento preventivo obligatorio más allá de la inmediatez termina haciendo del remedio algo peor que la enfermedad.
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