¡Soy Liberal por Gaitán!

Ahora que está de moda no pertenecer a ningún partido y que el Partido Liberal está en un extraño limbo político al que todos temen acercarse, digo que soy liberal con orgullo, y que lo soy por Gaitán. Lo aclaro esta semana, en la que se celebra su nombre por el funesto aniversario de su asesinato, porque me parece que la fecha ha pasado un poco desapercibida, aunque no en mi  facultad en la cual Gaitán fue alumno y profesor. En general se habló de él más bien poco, y se hizo como si se tratase de un líder ya muy lejano y poco relacionado con el presente. La verdad soy liberal primero por Pumarejo, cuya Revolución en Marcha me fascinó cuando escribía mi primer libro de política colombiana, pero fue en el capítulo de Gaitán cuando supe que yo ideológicamente me sentía justo en el medio de ellos dos y que por lo tanto no podía pertenecer a ningún otro partido. Ver “Inestabilidad y continuismo en la dinámica del cambio político en Colombia” en www.davidrollvelez.com.

No soy conservador, aunque para muchos lo parezco en mi forma de vestir o de actuar, y además mi familia lo ha sido desde el siglo XIX, así como una buena parte de mis amigos, incluyendo como conservadores a los uribistas por supuesto. Pero no comulgo con esa doctrina política, aunque al igual que ellos veo al comunismo como un gran error histórico. También me molesta la ambigüedad sobre el punto de la revolución violenta legítima de gran parte de los militantes de izquierda, aún a veces en partidos moderados, aunque me quito el sombrero ante muchos de ellos en lo intelectual y la valentía. Por eso el Partido Liberal es mi espacio, una centro izquierda al mismo tiempo moderada pero sin miedo a generar cambios.

Ahora que se celebra la vida de Gaitán, con motivo del aniversario de su injusta muerte, veo sin embargo que esa izquierda de todos los matices le hace más homenajes que los mismos liberales. Enhorabuena. Sin embargo, creo que la acusación de “bolchevique” que se le hacía, era tan injusta como la de López Pumarejo por su Revolución en Marcha, a quien le dieron antes el mismo calificativo. En principio no acepto que esa izquierda menos centrista vea a Gaitán como uno de ellos y no como un personaje liberal progresista de izquierda, lo que realmente fue, obsesionado con la lucha por la desigualdad, pero sin agendas ocultas. Pero el caso es que ya es patrimonio histórico de todos y mientras se invoque para el fortalecimiento de la democracia, no hay lugar a disputas en esta celebración, sino más bien una colectiva aceptación de su legado.

Lo que añoro del Partido Liberal es el liberalismo progresista y cauto de Pumarejo, pero más aún la audacia contundente de Gaitán, y su izquierdismo contenido pero sin medias palabras. Si ese liberalismo, al mismo tiempo institucional y revolucionario ya no existe, entonces no soy liberal. Pero como nadie tiene el derecho a enterrar una ideología con tanto recorrido, ni siquiera sus líderes de turno, considero que el liberalismo sigue vivo en quienes queremos políticas públicas de cambio, como las de la Revolución en Marcha de López Pumarejo, y propuestas de modernización inmediata, como fueron las de Gaitán.

He perdido el contacto con la burocracia del Partido Liberal, en la que participé activamente mucho tiempo, apenas sí saludo a uno o dos líderes ocasionalmente y ya no me llaman a escribir o debatir. De hecho, ni siquiera tengo carnet, pero voté por liberales al congreso y mi voto será en primera vuelta para el estadista de peso que es el candidato oficial. Pero no veo un partido unido tras de él, con un programa político contundente, como en los tiempos de López Pumarejo y Gaitán. Aún así seguiré siendo liberal de corazón y razón, y volveré a filas cuando se me convoque de nuevo. Gaitán debería ser el símbolo de la restructuración liberal que se está pidiendo y muchos apoyaríamos.

El 9 de abril murió una esperanza de modernización, liderada por un liberal, Gaitán, que quiso terminar la tarea inconclusa de otro liberal, López Pumarejo, y de un partido que sacó a Colombia de una somnolencia decimonónica de más de 30 años, entre 1930 y 1946. Su muerte fue un segundo capítulo de la guerra de los mil días y nos sumió en un conflicto cada vez más sangriento, y luego en la nueva y tercera guerra de 53 años de la que acabamos de salir. Gaitán debería ser un referente para este país desmemoriado, que desea estrenar posmodenidad política, olvidando erróneamente su pasado. Y no lo podrá hacer desconociendo la historia y cuestiones tan contundentes como que Jorge Eliécer Gaitán fue el principal personaje político en el siglo pasado. Lo fue por lo que hizo y propuso en vida, pero en especial por lo que significó su muerte temprana y absurda, y sobre todo porque sus ideas de cambio desde la institucionalidad democrática y de partidos son ahora más vigentes que nunca y más necesarias.

 

Via: El Mundo.

David Roll Vélez

Profesor titular con tenencia de cargo del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia y director del Grupo de Investigación UN-Migraciones. Doctor en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, abogado de la Universidad Pontificia Bolivariana, especialista en Derecho Constitucional del Centro de Estudios Constitucionales de Madrid y posdoctorado en Élites Parlamentarias de la Universidad de Salamanca.