Sororidad: reescribiendo la historia de Medusa y Atenea

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“Como género fuerte y empoderado, las mujeres han querido reescribir la historia de Medusa, y han empezado a hablar de Sororidad”


El mito de Medusa y Atenea: Dos caras de la moneda femenina

Las rivalidades entre mujeres han existido en la conciencia colectiva a lo largo de la historia. En un legendario mito griego, Medusa era una hermosa doncella y la única mortal de tres hermanas conocidas como Gorgonas, que cautivó al dios del océano, Poseidón, quien la violó en el templo de Atenea, la diosa de la sabiduría. Furiosa por la profanación de su templo y los celos que sentía hacia Medusa por su belleza, Atenea la transformó en un monstruo con la capacidad mortal de convertir en piedra a cualquiera que la mirara a la cara. De esta forma, la rivalidad entre ellas dio más poder a Poseidón como patriarca, dando paso a la normalización de cosificar a las mujeres, de criminalizar a las víctimas de una violación, demostrar que el poder es cosa de hombres y que las mujeres prefieren ser las “reinas” o “diosas” únicas, sin posibilidad de compartir el trono.

Medusa y Atenea, con sus arquetipos opuestos, han sido tradicionalmente interpretados como símbolos de rivalidad y envidia entre mujeres. Esta antigua narrativa, puede verse como una metáfora en la que Atenea y Medusa representan dos aspectos diferentes de la feminidad que reflejan la diversidad de este género: la sabiduría y la belleza, por un lado, y la monstruosidad y la furia por otro. Esta rivalidad puede servir como un recordatorio de cómo las mujeres a menudo son presionadas para competir entre sí en lugar de apoyarse.

Se podría argumentar que a las mujeres les falta solidaridad mutua, porque el arraigo cultural machista que ha limitado en gran medida su ascenso en la sociedad civil y corporativa, ha promovido que exista una fuerte competencia entre ellas, más que un vínculo que las incite a una colaboración mutua. Desde el núcleo familiar, la religión, la política, la academia, los negocios y demás esferas de la sociedad, el liderazgo de la mujer ha sido subyugado y sus capacidades intelectuales puestas en tela de juicio. Como consecuencia, surge la problemática de considerar a la mujer como el eslabón más débil y peor aún, a que las mismas mujeres quieran limitar el crecimiento de su propio género. La desigualdad de oportunidades que han tenido las mujeres a lo largo de la historia, y una cultura de patriarcas, donde se representa al hombre como autor principal de la misma, es quizás la raíz misma del problema.

Poseidón como el héroe de la historia: un mundo de Patriarcas

 

A lo largo de la historia, la mayoría de las sociedades han sido patriarcales, lo que significa que el poder y la autoridad generalmente han estado en manos de los hombres. En un mundo de patriarcas, las estructuras sociales y culturales suelen favorecer a los hombres en detrimento de las mujeres, lo que puede dar lugar a desigualdades de género en diversos aspectos de la vida, como el acceso a oportunidades, la toma de decisiones y el control de recursos. Las características comunes de las culturas patriarcales como las cristianas, judías y musulmanas, en las que los “dioses masculinos” son los protagonistas, son problemáticas de división de roles de género, desigualdad en el acceso a oportunidades para las mujeres, violencia de género, falta de representación de las mujeres en la sociedad civil y corporativa, expectativas de genero rígidas y restrictivas que limitan las libertades individuales, brechas salariales, control sobre la sexualidad y el cuerpo de las mujeres, entre otros aspectos.

Sin embargo, ha habido algunas culturas y sociedades minoritarias como: Las Mosuo en China, los Minangkabau en Indonesia, Las Aka en África Central, Las Hopi en América del Norte, Los Gypsis o gitanos; y otras provenientes de historias mitológicas, como Las Amazonas, Las Moiras o Parcas, Isis en la mitología egipcia, diosa Madre en diversas culturas, Las Ninfas; que han experimentado formas de matriarcado o matrifocalidad, en las cuales las mujeres ocupaban roles de liderazgo y desempeñaban un papel central en la estructura social, ya sea como un matriarcado absoluto, o al menos, donde las mujeres jugaban un rol crucial. Sin lugar a dudad, estas culturas han sentado la base para que en el mundo moderno, las mujeres comiencen a ser también protagonistas de la historia.

La sororidad como antítesis para la rivalidad entre mujeres

En un mundo que históricamente ha marginado y subestimado el poder de las mujeres, la sororidad emerge como un concepto revolucionario que desafía las barreras impuestas por el patriarcado y aboga por la solidaridad y el apoyo entre mujeres.

El término sororidad se aprobó en la Real Academia de la Lengua española en el 2016 y se define como «Agrupación que se forma por la amistad y reciprocidad entre mujeres que comparten el mismo ideal y trabajan por alcanzar un mismo objetivo». Antes de esto, en los años 70, Estados Unidos acuñó el término “sisterhood”, hermandad, para referirse al apoyo entre mujeres contra el patriarcado. El término sororidad se deriva del latín soror, hermana y plantea el anhelo de igualdad entre mujeres, e idad, relativo a la relación paritaria entre mujeres, y que, según Marcela Lagarde, antropóloga mexicana precursora del feminismo y de la sororidad femenina, se trata de una alianza entre mujeres que propicia la confianza, el reconocimiento mutuo y el apoyo.

La sororidad podría verse entonces como un antídoto contra la competencia insana entre mujeres, fomentando la colaboración y la solidaridad en lugar de rivalidad. La sororidad, en su esencia, celebra la diversidad y reconoce la singularidad de cada mujer; no se trata de adaptarse a un estándar, sino de abrazar la multiplicidad de voces y experiencias que conforman la identidad femenina. Es el reconocimiento de que, al unirse y apoyarse unas a otras, se pueden superar los obstáculos que históricamente se les han presentado. La sororidad no solo implica respaldar a las mujeres en sus esfuerzos y desafíos, sino también celebrar sus éxitos y logros.

Cuando las mujeres se unen en un espíritu de sororidad, se crea una red de apoyo que puede ser inquebrantable. Este apoyo no solo se manifiesta en el ámbito personal, sino también en el profesional, donde las mujeres pueden colaborar y respaldarse mutuamente en sus carreras y ambiciones. La sororidad es la antítesis de la rivalidad y la competencia entre mujeres, y promueve un ambiente en el que todas pueden prosperar. 

Reescribiendo la trágica historia de Medusa

En lugar de ver la historia de Medusa y Atenea como un ejemplo de rivalidad femenina, se puede reescribir como un recordatorio del poder de la solidaridad y la colaboración entre mujeres. La sororidad brinda una oportunidad única para reinterpretar las historias y mitos que han moldeado la comprensión de la feminidad.

A pesar del notable progreso en materia de unión entre las mujeres, persisten preocupaciones en el género femenino sobre como sus pares, superiores o colegas mujeres, pueden dificultar su crecimiento profesional.  Esto lleva a reflexionar sobre las palabras de Lucía Pérez-Sánchez, figura académica referencial del feminismo contemporáneo, en su artículo Sororidad en los procesos de envejecimiento femenino: “La sororidad entonces personaliza una elección trascendental y vital, que simboliza e identifica una nueva posibilidad entre mujeres de relacionarse, a pesar de sus mundos diversos y trayectos diferentes.”

La sororidad es entonces una decisión, que se convierte en un pacto entre mujeres. No implica que todas las mujeres deban unirse en una lucha conjunta por el mundo, ya que se trata de identificar y abordar necesidades comunes entre ellas, aunque no necesariamente compartidas. La sororidad permite a las mujeres superar las divisiones impuestas por la sociedad y descubrir su poder colectivo. Aquí, las mujeres tienen la posibilidad de tejer juntas las historias de sus vidas con hilos de fortaleza y unidad, convirtiéndose en las autoras de su propia narrativa.

El choque de dos mundos

En su diálogo La República, Platón planteó: “¿Y acaso no hay una gran diferencia entre la naturaleza de la mujer y del hombre?, pregunta a la que tendríamos que responder afirmativamente”. Este interrogante lleva a reflexionar sobre la equidad de género en lugar de la igualdad.

El apoyo recíproco entre las mujeres no busca desafiar a los hombres, ni fomentar una competencia entre géneros para demostrar cual es superior. Por el contrario, se pretende ganar cada vez más adeptos a la búsqueda de equidad de género. Más “Champions”, hombres que apoyan y respetan el papel de la mujer en el mundo, y más mujeres que se apoyan entre ellas, y que consideran que el mundo debe ofrecer posibilidades equitativas para todos, independientemente de su género.

La sororidad y la colaboración entre mujeres pueden ayudar a desafiar los estereotipos de género. En lugar de enfocar esfuerzos en la lucha entre géneros, los movimientos feministas y de equidad de género pueden allanar el camino para una mayor comprensión y colaboración entre hombres y mujeres. Este es el camino y el reto que debemos abrazar.


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Alexandra Zapata

Magister en Administración de la Universidad EAFIT, Especialista en Gerencia de Proyectos de la Universidad de Antioquia y Negociadora Internacional como profesional de base. Soy miembro activo de Women in Mining Colombia. Profesional de la industria Minera por alrededor de 15 años, en los cuales he ocupado posiciones gerenciales, en el área de Compras y Contratos.

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  • hola ale! acabo de terminar de leer tu artículo, estaba súper interesante, me encantó el enfoque que le diste al resignificar a medusa. justo estoy trabajando en algo similar y me has dado un enfoque súper lindo para seguir trabajando. gracias! y que sigas creando artículos increíbles!