Ahora con razón solo se habla de Solidaridad y del COVID 19. A este le han resultado demasiados ‘expertos’, periodistas de variadas estaturas mentales, mandatarios que lo tildaban con ligereza de gripita y otra clase de personajes que nos tienen abrumados con su ‘ciencia apocalíptica infusa’.
Solo Dios sabe por qué no ha muerto media humanidad con tantísimos mensajes mediáticos y presagios sensacionalistas, cuando estemos seguros de que con la laboriosidad del señor presidente Iván Duque, al tiempo que con disciplina, solidaridad y trabajo científico, el Titanic no se va a hundir.
Démosle entonces contenido al vocablo Solidaridad, entendiéndolo como la adhesión libre y voluntaria a una causa justa, pareciéndome mejor decir que solidaridad es trocar el maldito egoísmo por actos sublimes de generosidad o, como en la época que vivimos, de ejercitar la cesión de nuestros bienes según nuestras capacidades, renunciando a una parte de ellos, por mínima que sea, en favor de otros más necesitados que nosotros.
Abundan por fortuna múltiples campañas de donaciones altruistamente correspondidas por ricos y menos ricos. Siendo recomendable que se hagan a través de Fundaciones privadas, Bancos de Alimentos, Iglesias o por cualquier otro medio distinto a alcaldías y gobernaciones y ya sabrán por qué, para no repetírselos.
Paralelamente a las colectas de dinero y especies está el trabajo esforzado y valiente de otros héroes, que hacen trabajo voluntario en las agitadas aguas de la inseguridad sanitaria. Por eso me conmueve ver en videos y fotografías a personas que conozco como Albert Corredor padre e hijo y al mío Juan Pablo, entregados sin reparar en riesgos, junto a los demás amigos de sus beneméritos equipos, a la noble tarea de recoger donativos y trasegar valientemente las breñas de la geografía de Medellín alberque precario de la población más vulnerada, repartiendo mercados y dando aliento a las personas que carecen de medios de fortuna.
Lo he dicho muchas veces subido en cualquier ladrillo, que la inseguridad alimentaria en Medellín es monstruosa, eso en tiempos de alguna manera normales, y, ¿cómo será ahora en situación de calamidad? Los que disfrutan de los tres golpes no han parado bolas a mi sincera advertencia.
Lo voluntariados ejercen auténtica filantropía y no politiquería de la que hacen los alcaldes con la plata del míster.
De dónde salen esos mercados se preguntarán. En el caso de la Fundación por Medellín, de las donaciones que le hace hacemos. Aún es tiempo de donar desde cualquier lugar del país o del exterior consignando o transfiriendo a Bancolombia para la cuenta de ahorros 021-385855-76. Para más información llamar al celular 315 641 07 38.
Todo lo que sea haga es insuficiente ante las grandes penurias de los pobres de Medellín. Es hora de donar o de seguir donando.
Cómo y a quién se entregan los mercados. Se entregan en los domicilios a las personas previamente censadas cuyas necesidades se han constatado. No hay lugar al indebido aprovechamiento por parte de falsos líderes.
De idéntica forma obran en la Fundación Censa, que recibe donaciones en la cuenta de ahorros Bancolombia No. 008-982960-32. Esta Fundación prioriza la atención a familias de los estudiantes más pobres de Censa y de la Corporación Universitaria Americana.
También Fedecomunal liderada por Carlos Humberto García mantiene en ebullición ollas comunitarias en los sectores más vulnerados. Solidaridad y voluntariado es lo que hay en Medellín.
Tiro al aire: para mi tengo, y así lo proclamo, que la Solidaridad es el nuevo nombre de la Democracia con Justicia Social.
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