A principios de semana, lunes 7 de marzo, empezó a correr en el país la noticia del posible apagón y racionamiento energético que tanto se temía y negaba por parte de la presidencia. El mismo día, en horas de la tarde, el país conoció la noticia de la renuncia del Ministro de minas y energía, Tomás González, quien asumía la culpa de la crisis energética y el mal manejo dado a esta por parte del ministerio.
A partir de ese día las campañas de ahorro, las apariciones en los medios de la Ministra encargada María Lorena Gutiérrez, las diversas campañas a nivel local impulsadas por alcaldes y gobernadores donde se invita a ahorrar energía para evitar apagones y racionamientos; han aumentado constantemente, haciendo crecer un sentimiento de culpa en la población general, quien acusada de derrochadora y poco comprometida, ha visto cómo se pone de moda la cultura del ahorro energético y de agua.
Lo curioso ahora es esta socialización de responsabilidades, cuando en las responsabilidades de las personas del común no se encuentran las de definir las políticas energéticas de su país o la de crear medidas de choque frente a fenómenos adversos como El Niño y las averías de las generadoras de energía más importantes del país. A partir del lunes 7 de marzo, el gobierno asumió que con la renuncia del Ministro de minas y energía se extinguían las culpas atribuibles al gabinete, y ahora corresponde a toda Colombia frenar lo que las personas capacitadas y nombradas para impedirlo, no pudieron hacerlo en los casi 4 meses que llevamos con la amenaza de “El Niño” y las constantes negaciones de racionamientos.
La culpa ahora será colectiva. En caso de que no se logre llegar a la meta de racionamiento que se propone desde la presidencia, la culpa será de toda Colombia que no quiso ahorrar energía, de las madres de familia que no quisieron- como las invitó el Presidente el día de la mujer- ahorrar energía y controlar el consumo de sus hogares. Ahora todos los colombianos seremos culpables por la falta de políticas de generación de energía en el país, por la idea miope de enfocarnos en la proliferación de hidroeléctricas, pues somos un país con abundantes recursos hídricos, para generar energía; pero nunca, a ningún ministro de minas y energía, se le ocurrió pensar que el agua se iba a acabar en algún momento y no podíamos depender energéticamente de las hidroeléctricas.
Al parecer, se le ha olvidado al gabinete presidencial los cobros realizados por el cargo de confiabilidad energético, que se venía pagando desde hace mucho tiempo a las generadoras de energía con el fin de evitar el problema que tenemos ahora. También se les olvida la venta de ISAGEN, que aunque sigue generando energía, ya no es nuestra.
Algo de lo que también se han olvidado es de aplicar la proporcionalidad en las épocas de vacas gordas. Si en las épocas en las que los embalses se encuentran en capacidades mínimas, se castiga al consumidor aplicándole un recargo; por qué cuando estamos en época de invierno y los embalses están más que llenos, no se hace una rebaja al cargo energético?. Políticas como estas de socializar pérdidas y privatizar las ganancias son las que nos han tenido más de una década pagando un 4xmil con el fin de sacar a los bancos de una crisis, que hace mucho han podido superar, mientras ellos siguen teniendo billones de pesos de ganancias anuales y nos cobran, además del 4xmil, cuotas de manejo y otros cargos que van en detrimento de los colombianos del común.
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