Sobre la segundas vueltas para presidente y las consultas

Durante mucho tiempo en Colombia los presidentes eran elegidos en una sola vuelta presidencial. El Balotaje o segunda vuelta que se creó en 1991 fue diseñado para que un candidato que no fuera liberal o conservador pudiera llegar a la presidencia. Hasta ahora no ha funcionado en estricto sentido para ello, porque tanto Samper como Pastrana, Uribe y Santos fueron originalmente de esos partidos, con independencia de lo que hoy en día digan ser. En la próxima elección sí existe teóricamente esa posibilidad, pero esta por verse si las mayorías en el congreso, que pertenecen también por su origen a estos dos partidos, no diseñaran un esquema para evitarlo.

El otro objetivo de la segunda vuelta en el mundo es  prevenir que un candidato con pocos votos llegara a la presidencia y no tuviera suficiente legitimidad para lograr la gobernabilidad, como le sucedió a allende. Tampoco para esto ha funcionado, porque los presidentes elegidos desde entonces han tenido que “untar” a los congresistas con “mermelada” para poder gobernar. Los que apoyaban a Samper sin ser liberales, o a Pastrana sin ser conservadores, los llamaban “lentejos” y otras denominaciones similares. Tampoco Uribe y Santos pudieron hacer aprobar sus proyectos sin recurrir a estas lógicas, incluyendo por supuesto la reforma que aprobó la reelección y las propias leyes de paz.

A esta confusión se suma ahora la de las consultas. Estas fueron inicialmente pensadas como un instrumento para fortalecer las democracias internas en los partidos, en lugar de las acostumbradas convenciones partidistas manipuladas por viejos poderes. Pero también se han desvirtuado en su finalidad porque se permitió que sean intrapartidistas, y eso no tiene sentido, y porque no tienen mucho sentido si no hay carnetización e incluso fechas únicas, entre otros problemas.

Una dificultad adicional de las consultas es que se hacen pasar por elecciones primarias sin serlo (como las que hacen los demócratas y republicanos en estados unidos), logrando que los ciudadanos pierdan la perspectiva real de la competencia democrática. En las elecciones del 11 de marzo se dio esa ficción de que el país está dividido entre una izquierda nueva que emerge de la historia y una derecha coherente y unificada, como si estas cosas fueran ciertas o no existieran media docena de partidos con muchos votos que para nada hacen parte de esas dos coaliciones y son más bien de centro.

Lo peor es que esto distrae a la ciudadanía de los verdaderos problemas, y lo que es más preocupante, también a los líderes y expertos, por lo que se vio en televisión y se leyó en los medios en los últimos días. Me refiero por supuesto a la reforma política pospuesta, a la ingobernabilidad que hay y habrá en el congreso por un multipartidismo caótico producto en gran parte del voto preferente, pero en especial a la crisis de legitimidad de los partidos, el congreso y las instituciones en general. Estos shows posponen el problema, pero no lo solucionan.

 

VIA: ElMundo.com

David Roll Vélez

Profesor titular con tenencia de cargo del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia y director del Grupo de Investigación UN-Migraciones. Doctor en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, abogado de la Universidad Pontificia Bolivariana, especialista en Derecho Constitucional del Centro de Estudios Constitucionales de Madrid y posdoctorado en Élites Parlamentarias de la Universidad de Salamanca.