“Ante el ya mencionado abandono estatal algo debe quedar claro: Medellín no es solo Laureles, la Comuna 13 o El Poblado; Medellín también es lo popular, lo cotidiano, lo corriente, lo humilde, observándose así que lo anterior resulta condición sine qua non para que la ciudad sea lo que es. Así pues, esconder estas comunidades se traduce también en el vilipendio que las mismas sufren.”
No cabe duda de la enorme incidencia en los espacios políticos, empresariales y sociales que hemos venido teniendo los jóvenes en los últimos años. Por ello, en esta oportunidad, mi columna de opinión se centrará en la comuna 8, los retos que la misma tiene por superar y la intervención del Tour Pan de Azúcar.
La Comuna 8 de Medellín, ubicada al centro oriente del Distrito y oficialmente conocida como Villa Hermosa, es una de las comunas más icónicas y bellas de la “eterna primavera”. Hoy en día cuenta con alrededor de 40 barrios, cosa que demuestra, sin duda alguna, la enorme extensión que ha tenido. Además, tiene lugares históricos como el Cerro Pan de Azúcar, la biblioteca León de Greiff, la UVA de la Imaginación y la Quebrada Santa Elena.
No obstante, ante la crisis de institucionalidad y la polarización que vivimos hoy, muchos desafíos que vienen desde tiempos precedentes no se han podido superar y, diría yo, que se han agravado enormemente, por ejemplo, el deterioro en la infraestructura pública, las dificultades con las basuras, con la seguridad y con el cambio climático que está haciendo estragos por doquier. Así pues, han sido todos estos factores los cuales han motivado la existencia del Tour Pan de Azúcar, cuya razón suficiente radica en 2 misiones importantes: dinamizar la economía social del lugar trayendo inversión extranjera y local para que los emprendedores también se vean económicamente afectados (en el buen sentido de la palabra); y mostrar la Medellín Real reivindicando la memoria histórica y dignidad del sitio, puesto que los lugareños sentimos, indiscutiblemente, que el Estado nos ha olvidado. Cabe resaltar que ese olvido no ha sido solo en la comuna 8, en zonas de estrato 1 y 2 también se han tenido percepciones de lo mismo.
Ante el ya mencionado abandono estatal algo debe quedar claro: Medellín no es solo Laureles, la Comuna 13 o El Poblado; Medellín también es lo popular, lo cotidiano, lo corriente, lo humilde, observándose así que lo anterior resulta condición sine qua non para que la ciudad sea lo que es. Así pues, esconder estas comunidades se traduce también en el vilipendio que las mismas sufren.
Creo fervientemente que quienes deben velar por el desarrollo comunal y ciudadano no son solo las instituciones oficiales como naturalmente deberían hacerlo, sino que también es un tema que incumbe a la sociedad civil, por ejemplo, los líderes barriales y personas del común, pues, en definitiva, ha habido muchas quejas, pero poca acción.
Las cosas que suceden en Medellín y especialmente en la comuna 8 son subsanables siempre y cuando comprendamos que todos podemos construir y que necesariamente hay que dejar de lado lo efímero que es la vanidad, pues Medellín no son 1 o 2, Medellín somos todos.
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