La importancia de las matemáticas para la evolución de la ciencia, tecnología, innovación e inclusive en aspectos prácticos de la vida cotidiana no debe ofrecer la menor duda; no obstante, en los contextos académicos no es valorada de la misma forma, esto debido a la complejidad del lenguaje simbólico que implican algunos de sus cursos como los cálculos, ecuaciones diferenciales, geometría euclidiana y hasta los niveles básicos de álgebra y trigonometría, donde el desarrollo de la capacidad de abstracción es bastante exigua, especialmente en los jóvenes que empiezan a familiarizarse con estas asignaturas en la básica secundaria.
En este sentido, desde la academia han cuestionado el denominado enfoque de “La Matemática Moderna”, por cierto, importado de Europa en los años sesenta, que consiste fundamentalmente en la memorización y aplicación automática de fórmulas y/o modelos sin que medie concatenación alguna con fenómenos prácticos y cotidianos, lo anterior, a sabiendas de las limitaciones cognoscitivas de los estudiantes en los diferentes niveles de formación, razón por la cual, en países como Finlandia y Suecia desistieron de su aplicación, entre otras cosas, porque tampoco contempla estrategias efectivas de aprendizaje en los primeros años de formación que resultan fundamentales en el desarrollo cerebral de los jóvenes y niños.
Otra de las causas que agrava aún más la apatía por las matemáticas es el factor docencia, que hoy carece materiales y metodologías amigables para su enseñanza en todos los niveles de formación, llama la atención lo que ocurre en la básica primaria, donde los mismos docentes son los que promueven la antipatía hacia las matemáticas; sumado a esto, también está el factor curricular en términos de la pertinencia y de los tiempos que se asignan para el desarrollo de cada unidad temática que por supuesto impiden la correcta profundización de la asignatura, generándole dificultades al estudiante en los cursos más avanzados, dado el carácter acumulativo de las matemáticas, es decir, si un estudiante no tiene claridad en el álgebra, con seguridad va tener dificultades para demostrar identidades trigonométricas. Igualmente, preocupan los mecanismos de evaluación empleados, dados los traumatismos que generan en el estudiante los “afanes” por obtener calificaciones altas para satisfacer las expectativas del docente y sus padres. Los sectores más progresivos de la academia han propuesto la desaparición los llamados exámenes, quices y/o tareas en casa; a cambio, sustituirlo por un modelo cooperativo de trabajo en clase en donde el protagonista sea el estudiante.
De otra parte, están los estudiantes que independientemente de las circunstancias atenuantes del sistema educativo también hacen parte del problema. En primer lugar, no se fomenta desde los colegios ni en las casas un método de estudio disciplinado y efectivo que permita una comprensión aceptable de los conceptos, desencadenando frustraciones en los estudiantes, precisamente por el ya mencionado carácter acumulativo de la asignatura. En segundo lugar, actualmente los estudiantes son mucho más dispersos (especialmente por la tecnología, las redes sociales y la monotonía de las clases), dificultando las explicaciones de los temas (particularmente en los grados octavo y noveno) y por último, el desinterés y la desmotivación que son factores derivados del mismo sistema educativo y de la irresponsabilidad generalizada de los colegios y de los padres de familia en el seguimiento a los estudiantes.
Sin embargo, lo que a mi juicio resulta más controversial es la calidad de la formación matemática en los colegios, basta con ver los resultados de las pruebas SABER y PISA para darse cuenta de su precariedad; aspecto que es especialmente notorio en la educación superior, cuando se analiza con detalle las causas de deserción en áreas como la ingeniería que en buena parte están asociadas al poco o nulo dominio de las matemáticas en general, para poner un ejemplo, algunos de los estudiantes que hoy llegan a las universidades con dificultad son capaces de calcular un porcentaje o hacer una división de dos cifras.
Antes de concluir, quisiera invitar a la comunidad académica a hacer un debate sereno y de carácter propositivo frente a esta problemática. Desde la poca experiencia que he adquirido dictando clases particulares quisiera dejar algunos consejos para que el estudio las matemáticas sea más ameno:
- Colocar atención en clase, tomar apuntes organizados y con criterio, proveerse de ejercicios suficientes que permitan la comprensión de los conceptos resulta fundamental al momento de preparar las evaluaciones.
- Exponga ya sea en clase o de forma privada sus inquietudes al docente, a una persona de confianza o busque clases particulares (para esto, recomiendo la aplicación Superprof)
- Encuentre su propio ritmo de trabajo y construya un método de estudio. Recuerde que no todos tenemos las mismas capacidades. Procure que en el sitio de estudio no hayan distracciones.
- Apoye la comprensión de los conceptos buscando tutoriales en YouTube, los que personalmente recomiendo son Julio Profe o Mate móvil.
- Dado el caso, apóyese en material bibliográfico (libros) procure que este tenga un lenguaje asequible para su nivel de formación.
- A los docentes: Procuren dar clases de máximo hora y cuarto, después de ese tiempo el aprendizaje es improductivo. Si van a producir su propio material de trabajo, trate que el lenguaje de la explicación sea comprensible, así mismo dote el material de ejemplos y ejercicios suficientes. Trate de hacer dinámicas las clases, enseñándole a los estudiantes, por ejemplo a manejar graficadores virtuales o aplicaciones que promuevan el interés por la asignatura
- Al momento de enfrentarse a la lectura de un libro de matemáticas, procure tener a la mano papel y lápiz y lea cuidadosamente y varias veces el párrafo o enunciado hasta entenderlo completamente.
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