En el siglo XIX Inglaterra vivió un proceso de auge industrial, ocasionado entre otros factores por la colonización de Asia, África, América y Oceanía, ahora tenían un mercado mucho más grande, lo que exigía una forma de producción equiparable, se necesitaron nuevas formas de producción en masa, fabricación en serie y turnos laborales verdaderamente extenuantes; así fue como se poblaron Manchester, Birmingham, Liverpool y Sheffiel que triplicaron sus poblaciones a cuenta de obreros que se situaron en las periferias insalubres inundadas del hambre y la miseria.
Los turnos laborales iban de 12 a 18 horas diarias, sin días de descanso y con una remuneración mínima de subsistencia, esta remuneración era por horas laboradas, así se debía trabajar muchas horas para conseguir algo que comer, el gran mercado exigía muchos productos y mucho trabajo, el ocio o el descanso del trabajador era plata perdida para el empleador.
Es así como el trabajo se convirtió en una apropiación del tiempo del trabajador por parte del capital, fue inventado el tiempo libre en oposición al “tiempo esclavo”, la educación en artes y oficios paso a ser una educación instrumental, la división del trabajo apartó el trabajador de sus producciones y el capitalista transformo esa relación en plusvalía (Ganancia) es decir, entre menos ganará el trabajador, más ganaría él, esta es la lógica de la acumulación del capital.
Hoy en día las cosas no son diferentes, después de haber demostrado que el colonialismo, padre y socio del capitalismo, produjo las guerras mundiales, que la educación instrumental nos llevó a los totalitarismos, que la producción en masa fue aplicada a la barbarie de los campos de concentración y que la división del trabajo ha producido frustraciones, depresiones y tristezas, seguimos reproduciendo la estructura con nuestra alienación y nuestro consumo antinatural.
Estas pequeñas reflexiones son necesarias para un tema que debería estar en el ojo de la opinión pública de Colombia: la discusión del salario mínimo, en virtud de la ley 278 de 1996 en salario mínimo debe ser concertado en La Comisión de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, esta comisión está conformada por miembros del sector privado, del sector público y representantes de los sindicatos de trabajadores, en caso de no llegar a un acuerdo el gobierno fija el aumento del salario mínimo por decreto, todo este proceso se da en diciembre; En los últimos años se ha fijado el aumento del salario mínimo por decreto, no se ha llegado a un consenso entre empresarios y trabajadores porque está en juego la ganancia del capital, los empresarios oponen su interés de acumulación a la dignidad del trabajador.
Es desolador el panorama de los trabajadores en Colombia, el salario mínimo es insuficiente para tener los estándares mínimos de vida; La educación, la salud, la pensión y la vivienda han tenido procesos de privatización que los han convertido en bienes de lujo de muy pocos; El desempleo y la informalidad es la amenaza para que todo trabajador vea a su empleador no en un plano de igualdad sino de sumisión y dependencia, se transformó una relación de derechos en una relación de caridad.
Mientras los salarios mínimos, antes de la década de los noventas, podía aumentar año tras año entre un 20% y un 22%, hoy aumentan alrededor del 3% o el 4% , es indignante que mientras el país tuvo una bonanza por un súper ciclo de los commodities (Petróleo y Carbón), una bonanza que debió ser extensiva a todos los colombianos fue de pocos y no se reflejó en materia laboral, en cambio se desmejoraron las condiciones de los trabajadores, la ley 789 de 2002 es prueba de ello, se creó la jornada flexible (no hay derecho a horas extra) se sostuvo la jornada especial (Sin derecho a recargos nocturnos, extras, dominicales o festivos) y se aumentó la jornada diurna hasta las 10:00pm.
La bonanza económica fue aprovechada por las elites colombianas para tener una vida de fastuosas fiestas, propiedades extravagantes y viajes propios de la realeza, en cambio la mayoría de la población colombiana víctima de exclusión social, se dedicó a recoger las migajas y mediante el rebusque intentar huir a la miseria; Hoy que la bonanza de súper ciclo de commodities está terminando y se vislumbra una gran crisis, con la destrucción del agro y la industria el panorama es alarmante, una vez estalle la crisis los primeros en sufrirla serán los trabajadores, el desempleo se disparará, los productos se encarecerán y la informalidad será insuficiente, es paradójico pero lógico en el mundo del capital, en la bonanza o en crisis los trabajadores pierden.
Ojala cuando se discuta el salario mínimo se entienda la necesidad de dignificar la labor de los trabajadores colombianos, que se tenga el compromiso de fortalecer el mercado interno y que se comprenda la necesidad de una salario mínimo suficiente para la paz y el pos conflicto, para que junto con políticas económicas y agrarias se pueda llegar a una sociedad resiliente desde el punto de vista socio económico; Ojala cuando a las elites se le pregunte si quieren dignificar al oprimido digan: SI SOY CAPAZ.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2014/12/carlos.jpg[/author_image] [author_info]Carlos Ignacio Ospina Ramírez Abogado, Estudiante de Historia, catedrático de Derecho Laboral. [/author_info] [/author]
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