La avenida entera para el pistolero que en la
parrilla de la moto
esconde su rostro en una cachucha.
El fierro con la boca caliente en la mano.
El pistolero
a mil por hora de la moto en la parrilla pensando
que siendo el rey no debería estar serio sino riendo…
Y no ríe.
Helí Ramírez
Desde el otro lado del canto
2011
Lo vi apuntarle a mi papá con una pistola negra y gris, pensé que estaba jugando porque mi papá es como el alcalde de la cuadra, pero apenas me abrió la puerta del carro y me exigió que me bajara dejando el bolso en su interior, comprendí que no era un juego, sino algo real y sangriento.
Quizá los acontecimientos violentos la mayoría de los humanos los interpretan como cosas que debían pasar porque Dios lo quería, y si quedamos vivos y sin secuelas con mayor razón.
Yo quisiera interpretarlos como una oportunidad para reflexionar, crear y comprender por qué Medellín sigue siendo una ciudad violenta.
Ya entendí qué es un disparo, ahora tendré que averiguar por qué unos menores de edad disparan, por qué en los barrios los niños nacen cada día con menos oportunidades y destinados a delinquir.
Esa tarea no será fácil, en una Medellín contradictoria y farsante que piensa en el valor de la vida, pero que al tiempo acrecienta la competición y la muerte del próximo, convirtiéndose así en una madre cosechadora de tumbas.
Escribir todos los días sobre asesinatos, balaceras y atracos se vuelve un ejercicio común e insensible en un periodismo que está acostumbrado a ser dictador y dogmático, pese a que en la universidad nos hagan creer en la pluralidad de las ideas, en la necesidad de que el perceptor pueda interrogarse y al tiempo se convierta en prosumidor de contenidos.
Herida, con dolores y mareos leí en la unidad de cuidados especiales del Hospital Pablo Tabón los poemas de la ofensa de Jaime Jaramillo Escobar “X504”, luego pensé ¿y esto para qué? Pues para llenar los espacios de poesía, porque tal vez el arte pueda ser algún día un arma contra las armas.
Estoy decepcionada de Medellín, pero quiero amarla como quien vive mucho tiempo en una casa y no quiere huir de ella porque ahí están sus pisadas, sus miradas, su infancia y sus recuerdos.
Por eso no me queda más que pensar en el arte, en la convivencia, en el diálogo, pero sobre todas las cosas, en la poesía, esa que nos hace creer que podemos vivir, cantar y bailar mientras nombramos el mundo.
Como dice “X504” no podía irme sin agradecer y despedirme luego de esta larga y engorrosa visita.
Me despido y agradezco su atención, ¡y prometo volver!
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