Simón: la película del exilio venezolano que llega a Medellín

“Simón merece el tiempo y necesita la calma suficiente para enfrentarnos a heridas del pasado, Simón nos recuerda lo que nos ha tocado vivir como generación. Nos recuerda momentos duros, en los que nos tocó luchar en las calles, pero también nos recuerda a todos aquellos que emigraron y sintieron la soledad del exilio.”


Simón es lucha, persecución, exilio, dolor de patria y debates internos. Simón es la historia de millones de jóvenes venezolanos que, por diversas razones hemos tenido que abandonar nuestro país.

Simón es una película que ha empezado a mover las fibras de la comunidad de venezolanos en todo el mundo, así como de las personas que se interesan por la historia de Venezuela.

Además, Simón es una película que se atrevió a dar un paso histórico.

Presentarse en todas las salas de cine en Venezuela. Un paso que no sólo es una oportunidad muy grande para romper con el monopolio del arte y la cultura por parte del régimen, sino que reta de frente a la maquiavélica censura y se fortalece como símbolo de libertad, de ruido en tiempos de silencio y de luz en medio de la oscuridad.

Simón es una película que te reta a ti mismo, que te saca de tu corazón y tu alma, heridas que tal vez, no sabias que tenías dentro. Heridas de tantas etapas que forzadamente hemos tenido que vivir.

Yo no me considero un experto en cine, ni pretendo serlo, pero una película que se llevó la mayoría de los premios en el festival de cine de Venezuela, que fue seleccionada para los Premios Goya y que además ha sido llamada a presentarse en festivales de cine internacional como el Florida Film Festival, el Dallas International Film Festival y el Festival de cine Latino en Nueva York, creo que son algunos motivos más para verla.

Simón merece el tiempo y necesita la calma suficiente para enfrentarnos a heridas del pasado. Simón nos recuerda lo que nos ha tocado vivir como generación. Nos recuerda momentos duros, en los que nos tocó luchar en las calles, pero también nos recuerda a todos aquellos que emigraron y sintieron la soledad del exilio. Que saben lo que significa tener a la familia dividida, a los amigos regados en cualquier lugar del mundo y a tus costumbres lejos.

Sin duda esta película es un grito de lucha, de esperanza, de amor por lo nuestro, de recordarnos los verdaderos valores que nos identifican como ser humano. La libertad, la solidaridad, la empatía. Nos recuerda los motivos de nuestra lucha, nuestras creencias, nuestra forma de ser y de ver las cosas, nos une con lo más profundo de nuestro ser, nos encuentra con el dolor, con el perdón, con el rencor, pero también nos hace recordar porque hicimos lo que hicimos.

Simón aún no termina. Aunque la película dura cerca de dos horas, los venezolanos siguen emigrando, siguen huyendo y otros más de 300 presos políticos siguen tras las rejas. Simón es una historia que sigue viva, porque definitivamente, aún no hemos entregado lo suficiente.

No se pierdan la oportunidad de ver esta película en Medellín, la cual tendrá una única función el próximo 28 de septiembre, en el Teatro Pablo Tobón Uribe, en presencia del escritor y director de esta. La invitación es a vivirla. Simón es un abrazo a nuestra lucha y un respiro para el alma, todos aquellos venezolanos que emigraron a estas lindas tierras antioqueñas, están obligados a verla y aquellos que, por curiosidad, quieren entender nuestra lucha, serán más que bienvenidos y disfrutarán de una imperdible obra de arte que todos, en algún momento, deben ver.

Simón no ha terminado, por ahora.

Para más información visite simonmovie.com


Todas las columnas del autor en este enlace: Juan Pablo Uzcategui Vargas

Juan Pablo Uzcategui Vargas

Estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT y miembro de Vente Venezuela en Medellín, Colombia.

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