Simón Bolívar: Antelación del superhombre de Nietzsche

En El Anticristo Nietzsche planteó la siguiente cuestión: “Qué tipo de hombre se debe criar, se debe querer, como tipo más valioso, más digno de vivir, más seguro de futuro. Ese tipo más valioso ha existido ya con bastante frecuencia: pero como caso afortunado, como excepción, nunca como algo querido voluntariamente”. Y luego agregó: “Se da, en los más diversos lugares de la tierra y brotando de las más diversas culturas, un logro continuo de casos singulares y con los cuales un tipo superiorhace de hecho la presentación de sí mismo: algo que en relación con la humanidad en su conjunto es una especie de superhombre. Tales casos afortunados de gran logro han sido posibles siempre y serán acaso posibles siempre. E incluso generaciones, estirpes, pueblos enteros pueden representar en determinadas circunstancias tal golpe de suerte”. Ese tipo más valioso, ese tipo superior, ese superhombre… ese golpe de suerte, ya lo tuvimos una vez en Suramérica, ese hombre fue el Libertador Simón Bolívar.

 

Hace muchos años, cuando había descubierto la grandeza de las vidas y obras de Simón Bolívar y Friedrich Nietzsche,  -conocimiento que entre otras cosas decidió el rumbo de mi existencia-, escribí en un papel suelto estas palabras: “Antes de que Nietzsche creara el concepto de superhombre, ya había pasado por Suramérica uno: SimónBolívar.” Mucho tiempo después conocí la obra de Fernando González, y tuve una gran satisfacción al encontrar que nuestro filósofo ya había dicho lo mismo: “Todas las ideas fundamentales de Nietzsche se encuentran en Bolívar, que fue muy anterior”. Mi temprana afirmación era refrendada por Fernando González.

 

En Mi Simón Bolívar Fernando González escribe: “Bolívar lanzó el dardo de su anhelo más allá de Zarathustra. […] Bolívar en América es un fenómeno muy raro. ¿No fue, en el desespero, el precursor de Nietzsche, al ver la humanidad tan baja aún? […] En el Libertador existió la suprema ansia de libertad espiritual y la concepción del ascenso humano.” Y en el segundo volumen de esta obra, que quedó como un texto póstumo, sin editar, agrega lo siguiente: “Debo convivir con Bolívar, el que miraba la tierra como el campo para el hombre libre. Unos treinta años antes de Nietzsche predicó y actuó y luchó como superhombre”.

 

Simón Bolívar un espíritu libre.

Nietzsche expuso la más amplia y bella definición de lo que es un espíritu libre en su libro Más allá del bien y del mal. Aquí voy a intercalar esta definición con algunas anotaciones sobre la vida de Simón Bolívar.

 

“Hemos tenido nuestra casa, o al menos nuestra hospedería, en muchos países del espíritu; hemos escapado una y otra vez de los enmohecidos y agradables rincones en que el amor y el odio preconcebidos, la juventud, la ascendencia, el azar de hombres y libros, e incluso las fatigas de la peregrinación parecían confinarnos;…” Simón Bolívar fue aquel hombre que tuvo por herencia una de las mayores riquezas de la Venezuela de ese entonces; pudo ser un oligarca criollo y un terrateniente más, que no necesitaba ninguna revolución para sostener sus privilegios. Pero Bolívar decide, por el contrario, poner a disposición de la revolución todos sus bienes materiales hasta el punto de no dejar para él nada más que su honor y su gloria. Es bastante conocido, por ejemplo, el hecho de que su sueldo como guerrero, la mayoría de las veces, lo destinó para auxiliar a las viudas de la guerra. Todos los incentivos económicos que le pudieron haber llegado terminaron invertidos en las múltiples necesidades de la gesta de la independencia.

 

Un ejemplo de comparación. Mientras que Santander pudo acumular durante toda la guerra una riqueza personal que antes no tenía, Bolívar perdió la riqueza que heredó de su familia y además todas las recompensas que pudo haber recibido por su oficio militar, en la misma guerra. Por otra parte, Bolívar nunca se quedó ligado a ninguna doctrina filosófica y política por más brillante que fuera; un hombre que leyó toda la teoría política y social del mundo antiguo y moderno, prefirió, antes que imitar o calcar algún pensamiento, crear su propia visión del mundo y proponer la creación de uno nuevo llamado Suramérica. Siendo hijo de la ilustración nunca terminó cegado, como muchos otros, proclamando al pie de la letra el liberalismo europeo, y aunque admiró profundamente la grandeza política de la antigüedad, se despojó de cualquier doctrina imperialista y autoritaria.

 

“… estamos llenos de malicia -escribió- frente a los halagos de la dependencia que yacen escondidos en los honores, o en el dinero, o en los cargos, o en los arrebatos de los sentidos; incluso estamos agradecidos a la pobreza y a la variable enfermedad, porque siempre nos desasieron de una regla cualquiera y de su «prejuicio», agradecidos a Dios, al diablo, a la oveja y gusano que hay en nosotros, curiosos hasta el vicio, investigadores hasta la crueldad…” Se ha dicho mucho que Bolívar era más peligroso en la derrota que en la victoria, en más de una ocasión estuvo en las más adversas circunstancias y, para el asombro de muchos, después de varias derrotas logró unos colosales resurgimientos. Todo el tiempo Bolívar indagó por las más variables características de la sociedad que él mismo estaba transformando; donde sólo había ignorancia y tiranía Bolívar forjó una revolución. Ya lo hemos dicho, Bolívar nunca se dejó cautivar por los honores o los cargos del poder, por lo que logró; pudo darle rienda suelta a la vanidad humana, y prefirió, con su acción y ejemplo, ser hasta su último aliento un guerrero de la libertad.

 

“… dotados de dedos sin escrúpulos para asir lo inasible, de dientes y estómagos para digerir lo indigerible, dispuestos a todo oficio que exija perspicacia y sentidos agudos, prontos a toda osadía, gracias a una sobreabundancia de «voluntad libre», dotados de pre-almas y post-almas en cuyas intenciones últimas no le es fácil penetrar a nadie con su mirada, cargados de pre-razones y post-razones que a ningún pie le es lícito recorrer hasta el final…” En este punto, cedo la palabra al historiador John Lynch en su biografía de Bolívar: “Simón Bolívar tuvo una vida corta pero extraordinariamente plena. Fue un revolucionario que liberó seis países, un intelectual que debatió los principios de la liberación nacional, un general que libró una cruel guerra colonial. Inspiró a la vez devociones y odios extremos. Muchos hispanoamericanos querían que se convirtiera en su dictador, en su rey; mientras que otros lo acusaron de ser un traidor, y hubo quienes intentaron asesinarlo. Su memoria se convirtió en inspiración para generaciones posteriores pero, al mismo tiempo, también en un campo de batalla”. Aún hoy unos le temen, algunos se empeñan en tergiversarlo o adaptarlo a sus necesidades, otros quisieran que desapareciera, otros le queremos… en todo caso, siempre que se estudia su vida en profundidad causa una conmoción.

 

“… ocultos bajo los mantos de la luz, conquistadores aunque parezcamos herederos y derrochadores, clasificadores y coleccionadores desde la mañana a la tarde, avaros de nuestras riquezas y de nuestros cajones completamente llenos, parcos en el aprender y olvidar, hábiles en inventar esquemas, orgullosos a veces de tablas de categorías, a veces pedantes, a veces búhos del trabajo, incluso en pleno día; y, si es preciso, incluso espantapájaros, – y hoy es preciso, a saber: en la medida en que nosotros somos los amigos natos, jurados y celosos de la soledad, de nuestra propia soledad, la más honda, la más de media noche, la más de medio día: – ¡esa especie de hombres somos nosotros, nosotros los espíritus libres!” Simón Bolívar libró victoriosamente una guerra larga y compleja, después de su ser guerrero, se convirtió en un fundador de naciones, luego sus pensamientos políticos, sus propuestas constitucionales fueron tergiversadas, desatendidas. Hombres ambiciosos y egoístas lo traicionaron, Bolívar tuvo el poder para imponer sus ideas, pero prefirió la soledad, y murió como un Libertador. Quien estudie con juicio la historia, comprenderá cómo el hombre con mayor poder en Suramérica, por su coherencia libertaria emprendió el camino hacia la soledad.

 

Simón Bolívar un superhombre.

Nietzsche enseña el superhombre en su magistral obra, Así habló Zaratustra. A continuación algunas ideas esenciales que explican al superhombre, por favor léanse pensando en el hombre Simón Bolívar. “Yo os enseño el superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho para superarlo? […] El superhombre es el sentido de la tierra. […] Yo amo a quien es de espíritu libre y de corazón libre: su cabeza no es así más que las entrañas de su corazón, pero su corazón lo empuja al ocaso. […] Un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí. […] ¡Sea vuestro amor a la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más alto de la vida! […] El hombre es algo que debe ser superado. […] Creadores fueron quienes crearon los pueblos y suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida. […] El querer hace libres: ésta es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la libertad. […] El espíritu libre, el enemigo de las cadenas. […] Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca; prefiero dormir sobre pieles de buey que sobre sus dignidades y respetabilidades”.

 

Estas anteriores palabras se aplican exactamente a la vida y obra de Simón Bolívar, compáreselas con las siguientes propias del Libertador: “Yo desprecié los grados y distinciones. Aspiraba a un destino más honroso: derramar mi sangre por la Libertad de mi patria. La intención de mi vida ha sido una: la formación de la República libre, e independiente de Colombia entre dos pueblos hermanos. Lo he alcanzado: ¡¡¡Viva el Dios de Colombia!!! […] Libertador o muerto es mi divisa antigua. Libertador es más que todo; y, por lo mismo, yo no me degradaré hasta un trono. […] Mi mayor flaqueza es mi amor a la libertad; este amor me arrastra a olvidar hasta la gloria misma. Quiero pasar por todo, prefiero sucumbir en mis esperanzas a pasar por tirano, y aun aparecer sospechoso. Mi impetuosa pasión, mi aspiración mayor es la de llevar el nombre de amante de la libertad. […] Habéis presenciado mis esfuerzos para plantar la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro”.

 

Todo el devenir de la vida de Simón Bolívar fue una superación. La brega constante por hacerse un hombre libre, y por crear nuevos hombres libres. Uno de los legados más mal interpretados de la obra de Nietzsche es su idea del superhombre. En ningún momento se refería a una especie de superman, como vulgarmente se ha interpretado. El superhombre de Nietzsche se aleja profundamente de cualquier idea de fuerza bruta o de superpoderes. El superhombre es otra cosa muy distinta al hombre ambicioso de la vulgaridad moderna. El superhombre es una meta. El hombre que se supera a sí mismo. El hombre creador. El hombre sin Dios, que tiene que convertirse en un Dios mismo, dueño de su voluntad y artífice de su destino. Repitamos: antes de que Nietzsche hablara de un superhombre, en Suramérica ya existía uno.

Simón Bolívar un aristócrata.

En Así habló Zaratustra, Nietzsche da una explicación esencial sobre qué es y qué no es un aristócrata: un alma noble. Nietzsche está hablando de una nueva nobleza. En primer lugar, aclara que esta nobleza no se puede comprar, no es una oligarquía burguesa del mundo moderno: “En verdad, no una nobleza que vosotros pudierais comprar como la compran los tenderos, y con oro de tenderos: pues poco valor tiene todo lo que tiene un precio”. En segundo lugar, advierte que tampoco es un nobleza hereditaria, pues no importa el lugar de origen, sino hacia dónde se va, cómo se supera el hombre a sí mismo: “¡Constituya de ahora en adelante vuestro honor no el lugar de dónde venís, sino el lugar adonde vais! Vuestra voluntad y vuestro pie, que quieren ir más allá de vosotros mismos, – ¡eso constituya vuestro nuevo honor!” Y en tercer lugar, no una nobleza que se consiga por estar al lado de los privilegiados, por servirles a los poderosos. “En verdad, no el que hayáis servido a un príncipe – ¡qué importan ya los príncipes!” En fin, no se trata de privilegios heredados, se trata de una elevación, de una superación humana.

 

Un aristócrata, en tanto que crea valores. Una aristocracia del saber, del arte, de anticipación al futuro. “!No hacia atrás debe dirigir la mirada vuestra nobleza, sino hacia adelante!” En definitiva, un aristócrata, que no es un monarca que vive de privilegios heredados sin hacer ningún esfuerzo, ni un burgués moderno egoísta y ambicioso. No se puede confundir este concepto de aristocracia con las modernas oligarquías burguesas. Se trata de una cuestión de altura, de arte, de conocimiento. Se trata de una elevación humana. Para Nietzsche el aristócrata es aquel que debe permanecer dueño de sus cuatro virtudes: “el valor, la lucidez, la simpatía y la soledad”.

 

Dicho lo anterior, se puede admitir que Simón Bolívar fue el primer aristócrata de Suramérica. Simón Bolívar tuvo el valor de renunciar a sus privilegios de clase para convertirse en un guerrero sin precedentes en la historia de nuestras tierras: tuvo el valor de convertirse en un fundador de naciones. Tuvo la lucidez, para discernir la realidad que quería transformar, léase su Manifiesto de Cartagena y su Carta de Jamaica. Tuvo la lucidez para proponer nuevos valores, léase su Discurso de Angosturay su discurso y proyecto de Constitución para Bolivia. Tuvo la lucidez para descifrar el ocaso de un viejo mundo y el nacimiento de uno nuevo, léase su vasta correspondencia. Tuvo la simpatía en vida, y aún después de muerto, para convencer a varias generaciones que la grandeza y la libertad en Suramérica han sido posibles y que pueden volver a hacerlo. Simón Bolívar estaba solo en un continente. El estudio de su heroica y trágica vida así lo demuestra. Un amigo nato, jurado y celoso de la soledad, de su propia soledad, la más honda, la más de media noche, la más de medio día: – ¡esa especie de hombre fue el Libertador Simón Bolívar!
[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2014/12/Frank-David-AP.jpg[/author_image] [author_info]Frank David Bedoya Muñoz (Medellín, 1978) es historiador de la Universidad Nacional de Colombia, fundador de la Escuela Zaratustra, autor de los libros «1815: Bolívar le escribe a Suramérica», «Tras los espíritus libres» y «Andanzas y Escrituras». Actualmente reside en Venezuela donde viajó a comprender en profundidad la Revolución Bolivariana. Leer sus columnas [/author_info] [/author] 

Notas Al Poniente

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