“SIMBIOSIS” ENTRE DESARROLLO SOSTENIBLE Y AVARICIA

“En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”.

Mahatma Gandhi (1869-1948).

Numerosas discusiones se vienen desarrollando hace décadas sobre el desarrollo sostenible a nivel mundial, sosteniendo de esta manera el nivel de consumo que se tiene establecido por nuestra civilización. Es entonces pertinente preguntarnos si la modernización de la vida, sin ningún tipo de consideración por los valores humanísticos y espirituales, ha producido resultados positivos.

La naturaleza humana indica que la vida se debe invertir en ser felices y de ninguna manera gastar nuestra vida trabajando para conseguir un plus. Hace un tiempo, las cosas han dejado de servir a las personas dando paso a que sean las personas quienes sirven a los bienes. Lo anterior viene generado fruto del modelo de desarrollo y consumo actual, de donde se vislumbra que la economía de mercado ha venido gestando sociedades de mercado, la civilización se ha vuelto hija del mercado y de la competencia. Ello se resume en un círculo vicioso generado por problemas de carácter político: el hombre es gobernado por el mercado, falta identidad dentro de los gobernantes.

Así, de manera somera, se pretende analizar mediante un caso de avaricia pura en una de las más opulentas sociedades de consumo a nivel mundial.

Enron, es la historia humana de la avaricia dentro de la sociedad occidental más exuberante, se encuentran en ella personajes como Jeffrey Skilling (CEO), Kenneth Lay (Fundador), quienes pregonan no haber actuado de manera indebida, ya que siempre fueron en conjunto a los intereses de la compañía.

Dentro del Caso de Enron se encuentran varios intereses y actos oscuros, tales como hacer Lobby financiando la primera campaña política del ex presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, que gracias a ello se logró fomentar muchas de las políticas a favor de la empresa, como las políticas que se permitieron de la flotación de precios y los millonarios subsidios dados por el gobierno Bush a Enron.

Al interior de la misma historia se ven atadas otras cuestiones como la construcción y compra de empresas con rendimientos desastrosos que terminaban en causal de liquidación, pero que de igual manera los empresarios más altos de Enron cobraban sus primas por las maravillosas ideas que fomentaron para ese objeto.

Posteriormente, comienzan a haber apagones rotatorios para generar problemas de escasez y aumentar los precios, además de tener prácticas contables que  no mostraban la situación real de la empresa, en donde los mismos auditores tanto privados como estatales estaban “comprados” por favores anteriormente hechos.

Es aquí luego de estos hechos donde se responde a la cuestión y se sabe que se vive la crisis política, donde el hombre ha dejado de gobernar, para que las fuerzas que desató lo gobiernen. Seguramente, los empresarios tanto de Enron como de muchas otras empresas han sido cultivados por el consumo y el despilfarro, ambos generados por nuestra cultura del trabajo y de la avaricia, es entonces donde llega la cuestión de ¿Dónde queda nuestra identidad como seres humanos dada por la dignidad que cada uno posee?

La falta de conductas empresariales honestas como la voluntariedad (autorregulación), la transparencia económica, la integridad económica y la responsabilidad ocasionan que nuestro sistema se torne laxo al frente de cuestiones éticas que son nulas con respecto a la cultura de la avaricia y la producción a gran escala.

Teóricamente si se detiene la economía como la conocemos aparece el fantasma del estancamiento, pero el fantasma está presente en las actividades diarias, presente en forma de la obsolescencia programada, producir bienes y servicios para que tengan una duración limitada, porque para ello está el mercado productivo.

Quizás, todos estos problemas vienen fomentados desde el momento en el cual se concibe que los lujos de nuestros padres se han convertido en nuestras necesidades y como es natural, se quiere mejorar nuestra condición. Es aquí donde salen a flote las conductas desmedidas de los empresarios de Enron, siempre buscando más de lo necesario para socavar las demandas personales de cada uno de los implicados en el caso, lo que implica en muchas ocasiones que varios personajes trabajen y hagan cosas que odian para conseguir lo que realmente no necesitan.

En síntesis, “La falla de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes” lo que se convierte en un gran aporte del señor Sir Winston Churchill (1874-1965).

Por: Javier Santiago Montoya

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  • AHORA o NUNCA,
    o NOS REPLANTEAMOS NUESTRO QUEHACER o DESAPARECEREMOS.
    (Excelente artículo)
    Es una pregunta inaplazable para la sociedad, unos dirán que es ‘cursi’, su descendencia los cuestionará: ¿La modernización de la vida, sin ningún tipo de consideración por los valores humanísticos y espirituales, ha producido resultados positivos? ¿Se puede ser feliz? ¿Feliz sin consumismo, liberados de la perspicaz ‘avaricia del mercado? ‘¿Dónde queda nuestra identidad como seres humanos?’ ¿Nuestra dignidad?
    “La falla de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes”, ya es hora de regresar al hombre, de escaparnos de este ‘remolino de imaginarios’, de buscarnos, de entender, de realmente respetarnos y hacernos respetar, de volver a amarnos en sociedad.