Desde afuera, ya sea desde el umbral de la entrada o desde una ventana, uno observa la vitrina cambiante de la librería según pasan los meses o los días. Y ahí, en medio de un pasaje del centro de la ciudad o, de los locales del Mall comercial, se deja tentar por los títulos llamativos de las novedades literarias o de libros de no ficción expuestos: De Pixar al cielo, Paidós Empresa o hasta El poder del alimento, Grijalbo. Pero, la mirada inquieta del lector no se detiene en estos primeros volúmenes que, según el criterio del librero, se encuentran en las primeras filas de las estanterías o en las mesas rotondas justo en el centro de la librería. A veces, incluso pasa que un premio o una buena reseña en las revistas literarias del momento, define el lugar que debe ocupar un libro: como el caso de Stoner (Fiordo Editorial) en el año del 2017, que fue catalogado como el mejor libro del año, o el reciente premio (Premio Biblioteca Narrativa Colombiana) que se ganó Pilar Quintana con su novela La perra, Literatura Random House.
Las librerías parecen permearse de estas novedades: de los autores que han ganado los últimos premios o el último libro publicado de un autor consagrado como en el caso de Padura, con la Trasparencia del tiempo (Tusques), sin embargo, entre la cantidad de títulos que se publican (teniendo en cuenta que mensualmente se imprimen novedades), las librerías van conformando su identidad exhibiendo los libros que los lectores sienten la curiosidad, según las demandas de un mercado y las preferencias particulares. Pero, a veces nos preguntamos, ¿quién es el que define que un libro es la mejor novela del año? ¿Por qué aquel fondo o colección vende más que aquella? ¿Cuáles son las demandas del mercado o qué reclaman los lectores? La respuesta a estos interrogantes nos lleva a pensar qué es lo que sucede a nuestro alrededor para que los lectores se interesen como en el caso del año del 2017, sobre temas relacionados con Mindfulness, sobre la Novela Gráfica, o sobre una creciente curiosidad por La Novela Negra. Aunque tenemos que tener en cuenta que los públicos, según el espacio y el tiempo, cambian sus propias necesidades e inclinaciones.
El mercado parece definir una tendencia, donde títulos y temas parecen venderse sin el esfuerzo adicional de la recomendación del librero, donde la lectura se presenta, de alguna forma, velada por las novedades. Y aquí, justo en este momento, la frase de Robert Darnton adquiere más importancia: “El criterio de los editores determina lo que llegará a los lectores, y lo lectores dependen de ese criterio más que nunca ” (Para tener más información sobre el tema consultar Las razones del libro de Robert Darnton, publicado por Trama Editorial, 2010). Así, cuando los curiosos se acercan a una librería, y se detienen para observar los libros imponentes exhibidos, no solo están mirando los últimos best sellers que se reparten entre las dos casas editoriales Randon House y Planeta, sino las necesidades, ya sea por las circunstancias de un tiempo específico, de un público lector.
Desde este modo, si a la final decidimos dar unos cuantos pasos y pasamos el umbral de la librería, observamos los primeros títulos de libros que ocupan los privilegios de la exhibición, pero, y si avanzamos más allá de las primeras estanterías, y empezamos a hurgar por la poca información que deja ver el lomo del libro en posición vertical, nos encontramos con un Kokoro de Natsume Sōseki (Impedimenta), Toda pasión apagada de Vita Sackville-West (Alfaguara), Zama de Antonio di Benedetto (Adriana Hidalgo) y Las vidas secretas del color (Indicios), libros que pocas veces encuentran las manos de los lectores que se recrean, acariciando o pasando los dedos por las secciones de Literatura Universal, Iberoamericana, o por el tema de su preferencia. Sin olvidar, claro está, que las pequeñas editoriales independientes quedan ocultas por el reconocido color vinotinto de la editorial Debolsillo, el Blanco con sus letras rojas de Seix Barral o el reconocido tono oscuro con su franja de colores de Literatura Random House.
La identidad de los anaqueles queda definida por las tendencias de un mercado y por las disposiciones que los libreros consideren más adecuadas. Pero el espacio de la librería no es solo los últimos acontecimientos literarios y títulos llamativos, sino el lugar donde una recomendación o la casualidad de toparse con un título, hacen de aquel espacio, un lugar llego de posibilidades: el lector encuentra lo que estaba buscando.