“Ser gobierno es tomar decisiones difíciles”: Santiago Bedoya

Santiago cuéntenos un poco sobre tu perfil…

Yo soy Santiago Bedoya, politólogo de la Universidad Nacional. Cursé parte de una Maestría en Historia (estuve a la espera de terminar la tesis para graduarme). Actualmente estoy empezando una Maestría en Comunicación Política.

Nací y crecí en Castilla, exactamente en Gratamira. Soy hijo único de una madre muy verraca que toda la vida trabajo en la industria textil paisa (el ramo más importante de la ciudad que es el industrial) y nunca de manera formalizada, que además es un síntoma de la economía colombiana y de Medellín. Nací y me formé con mis abuelos, lo que también es muy tradicional en la ciudad.

Soy muy hincha del Medellín. También soy amante del punk y del rock.  Y en definitiva amante de las expresiones culturales, sociales y políticas de resistencia, resiliencia y alternatividad política que se han dado y se han gestado en la ciudad.

«De alguna manera la administración pública funciona como un teléfono roto y a medida que vas bajando en la jerarquía, y en la organización de la misma administración, te vas dando cuenta que el mensaje y la visión estratégica va llegando de manera más diferenciada».

¿Y en la actualidad cuál es tu labor en la Alcaldía de Medellín?

Actualmente soy gerente de proyectos estratégicos. Esta es una dependencia que creamos de la mano del alcalde en el proceso de modernización institucional. Esta dependencia busca materializar en la ciudad un modelo de gestión que se viene desarrollando en el mundo y que lo hizo inicialmente Tony Blair bajo la figura del Delivery Unit, que es básicamente una unidad pequeña que se encarga de hacer seguimiento y recolección de información de los proyectos prioritarios para cada gobierno.

En ese sentido estamos en el centro del Gobierno con el objetivo, no solo de hacer seguimiento, sino también garantizar que haya la articulación necesaria para que estos proyectos, que son prioritarios y que están relacionados con transformaciones estructurales y grandes demandas sociales que reclamaba la ciudad, se puedan materializar a partir del trabajo conjunto de todas las dependencias y de una atención focalizada por parte del gobierno.

De alguna manera la administración pública funciona como un teléfono roto y a medida que vas bajando en la jerarquía, y en la organización de la misma administración, te vas dando cuenta que el mensaje y la visión estratégica va llegando de manera más diferenciada.

Nosotros como dependencia nos encargamos de articular a la Administración para que esa visión estratégica se materialice y para garantizar que las prioridades del Gobierno estén andando con la regularidad y la urgencia que se necesita.

Usted estuvo en el empalme con la administración de Federico Gutiérrez, ¿cómo fue recibir una Alcaldía que le apostaba a cosas diferentes?

Yo dirigí metodológicamente el empalme. Tuve la oportunidad de conocer al exalcalde y en general al equipo nuclear que administró la ciudad en el periodo pasado. En términos personales digo que fue una Administración abierta con la información y el dialogo, se mostró muy presta para cooperar en el empalme y para mostrarnos el funcionamiento de la administración y las de las distintas dependencias, así como los acontecimientos y grandes hitos que se habían desarrollado. En ese sentido hubo bastante buena actitud.

Incluso solicitamos mayor información, más sesiones de trabajo y más espacios con las distintas dependencias y con ninguna tuvimos una negativa. La información fluyó.

Cuando nosotros estábamos recibiendo la Administración también nos entendíamos bastantes críticos de los hitos y el funcionamiento del anterior Gobierno. El proceso de empalme revalida un poco esa visión que nosotros teníamos. Eso lo dejamos claros. Para nosotros las prioridades de esa Administración no correspondían con las prioridades de la ciudadanía. En ese sentido fueron cuatro años de un relativo estancamiento en varios sectores, sobre todo en materia económica, cultural y de derecho sociales.

Por esa razón le propusimos a la ciudad una agenda social de vanguardia y una agenda económica acorde a las necesidades del siglo XXI. Y con esa propuesta vencimos en las elecciones, y bajo esa propuesta seguimos gobernando, tratando de desenmarcarnos de esos gobiernos pasados y de esas visiones de ciudad que gobernaron la ciudad en las últimas décadas. En últimas, nosotros creemos que a pesar de los avances, esas visiones de ciudad no se correspondían con las demandas de los barrios populares; donde nosotros crecimos.

Hay algunos teóricos que sostienen que cuando una fuerza nueva gana una elección llegan al gobierno, pero no al poder. ¿Usted cree que heredan una Alcaldía con un modelo que ya lleva varios años establecido en la ciudad?

Yo comparto esa visión de manera parcial. Teóricamente uno entiende que hay factores reales de poder, desde una perspectiva clásica de la Ciencia Política. Y si bien no están institucionalizados de manera política ejercen presión y se hacen participes de la toma de decisiones.

Nosotros somos conscientes que estos factores existen en la ciudad, y son diferentes escenarios donde se materializan. En materia de seguridad nosotros sabíamos, y teníamos un diagnóstico de como las estructuras criminales ejercen un control territorial y de manera decidida influyen en la toma de decisiones.

A la vez sabemos que hay grupos y movimientos sociales que valiosamente aportan a la democracia otras visiones y ejercen presión.

Particularmente en la ciudad hay un poder económico establecido que es bastante fuerte. Hay que diferenciar que no es una elite homogénea, y es una elite que se ha instaurado en los centros de decisiones.

Nosotros entendemos que existen esos factores y los respetamos. Desde que llegamos al Gobierno hemos sido abiertos al dialogo con esas diferentes perspectivas, todo dentro del marco de la legalidad, para dejarlo claro. Porque si bien hay factores reales de poder en el marco de la seguridad, nosotros en el marco de la legalidad no abrimos esos diálogos y no estamos interesados en ellos. Esos tipos de diálogos hacen parte de una forma de hacer la política del pasado, y que en la ciudad ya tuvo unas consecuencias muy graves, además que se ha expresado de maneras complejas y nosotros no queremos hacer réplicas de ello. Pero con los otros factores de poder sí ha habido un dialogo y siempre ha existido la posibilidad de construir conjuntamente, pero partiendo únicamente de una base que es el interés de la ciudadanía. Además, siendo lo más sincero con las necesidades fundamentales de la gente, que al final es la gente que nos eligió (las de las zonas más populares y urgidas de atención estatal).

Gobernar sin tener el poder tampoco es problemático. En medio de una democracia es imposible considerar que ostentas el poder completamente. Una aspiración de ese tipo es antidemocrática y dictatorial.

Nosotros gobernamos con dos objetivos fundamentales: 1) Inspirar a la gente a la posibilidad de cambiar y de incidir política. 2) Buscando la posibilidad de transformar las dinámicas estructurales.

Yo sostengo que la realidad política está sobre diagnosticada. Todos tenemos acuerdos sobre los diagnósticos, pero no hemos podido tener acuerdos sobre las soluciones. Entonces yo creo que nosotros gobernamos para inspirar e incidir en esas transformaciones. Y en segundo lugar gobernamos para direccionar estratégicamente la acción estatal hacía la trasformación de la ciudad.

La pregunta es un poco compleja de responder. Pues gobernar no implica tener todo el poder, pero tampoco es la aspiración. No es la gran preocupación.

«Ser gobierno implica poner énfasis y prioridades de la ciudad. Es marcar una agenda».

Ahora mencionaste algo que me llama la atención. Dijiste que hay un respaldo de los barrios más populares de la ciudad. Y si uno ve la extracción de usted y de Quintero se da cuenta que es similar, porque vienen de los barrios populares y de las universidades públicas. ¿Esa es la razón por la que ustedes le apuestan a estos barrios en sus proyectos políticos?

Nuevamente es parcial la respuesta (a mí me gustan las visiones dialécticas del mundo y no las visiones totalizantes). Es parcialmente una casualidad.

En mi caso yo llego por azar a este proyecto político, y eso que usted menciona no es una condición de todos los que pertenecemos a este proyecto político. No todos tenemos extracción popular, eso incluso enriquece este proyecto.

Ser gobierno implica poner énfasis y prioridades de la ciudad. Es marcar una agenda. Establecer unos temas de importancia pública.

Uno de los grandes temas que queremos llevar es que Medellín se estaba desarrollando con un modelo que es desigual territorialmente, y eso ha generado unos efectos bastantes profundos. Es un debate que, si bien se ha dado desde ciertos espacios académicos e institucionales, ninguna administración había liderado, incluso se invisibilizaba.  Se había creado una narrativa del modelo Medellín y de la superación de las desigualdades que cuando revisamos cifras reales no se corresponden con la realidad que vivimos día a día la mayoría de los ciudadanos. Entonces hay una frase muy disiente del alcalde y es “llevar ciudad donde no había ciudad”. Pero esa necesidad y esa prioridad viene dada no solo por la extracción de la mayoría de nosotros. También viene dada porque esa es nuestra esencia política.

Cuando la opinión pública conoce el grupo de trabajo de este proyecto político se encuentran siempre con esa sorpresa: somos muy jóvenes, muy del barrio, muy de la calle, muy de la Medellín real. Salimos de las calles y los barrios que tenemos la urgencia de transformar. Sentimos esos barrios y todavía los vivimos.

Desde esa experiencia de vida queríamos transformar la ciudad y nos decidimos hacer política en una ciudad muy difícil, donde no se habían escuchado ciertas voces. Los hicimos con un candidato muy particular, muy diferente para lo que se había acostumbrado Medellín, pero muy en la entraña de la ciudad…

¿Y a qué se había acostumbrado la ciudad?

La ciudad, y el país, se ha acostumbrado a desinteresarse de la política porque descreía de ella. Realmente en los barrios populares la acción y la existencia del Estado es casi nula o viene dada por la norma y por el cumplimiento de la misma. Entonces la gente desconfiaba de la política porque no había un relacionamiento directo ni una materialización de beneficios para los ciudadanos.

La ciudad también se había acostumbrado a evadir ciertos debates y preguntas. Nosotros hemos posicionado un tema muy difícil en materia de seguridad alimentaria. La ciudad no se había dado ese debate, ni había liderazgos que posicionaran temas como estos.

La ciudad no se había preguntado por su modelo y su vocación económica. Llevábamos 20-25 años en un limbo económico. La vocación industrial cada vez está más relegada, y representa menos de su PIB, y cada vez hay mayor concentración entre los grupos empresariales (que generan la mayoría de los empleos en la ciudad). También se había evadido una conversación sobre su dinámica económica.

La ciudad también se había acostumbrado a una narrativa de superación de las dificultades producto de la violencia y desigualdades del país, que no es una narrativa de toda falsa, porque sí se han experimentado cambios en los últimos 30 años.  Al leer nuestro Programa de Gobierno se van a encontrar muchas referencias a recuperar ese pasado y a traer toda esa fuerza de los distintos actores de la sociedad civil a acciones de ese tipo en un mismo periodo. Sin embargo, ese hecho de que exista esos cambios no nos puede negar evadir ciertas conversaciones. La construcción de esa narrativa del modelo de ciudad y la transformación de “Medellín la más innovadora” que, si bien han sido asuntos que desde una perspectiva ha generado beneficios para la ciudad, nuevamente (trayendo a colación otra vez la dialéctica) crearon un sesgo político de muchas instituciones y ciudadanos. Ese sesgo ha impedido la crítica y nos ciega, no nos permite ver que hay mucho por cambiar y transformar, y que se han cometido errores que merecen que sean discutidos y reflexionados.

Por lo que nos estás contando, en términos académicos, Quintero llega en un momento des-tituyente. Es decir, un momento en el que las contradicciones y antagonismos de la sociedad salen a flote y emergen fuerzas que rompen un “bloque de poder”. Pero ya Quintero pasó ese momento, ganó las elecciones y ahora le está tocando gobernar. ¿Cómo ha sido esa experiencia de gobernanza?

Inicialmente puedo decir que muy bonita, porque no solo era un sueño de campaña, sino un sueño de vida de muchos que estamos haciendo parte de este proceso. Era en últimas, trayendo nuevamente el origen popular de la mayoría de nosotros, aportar desde cualquier escenario a la transformación de la ciudad. Y hoy, no porque sea casualidad, muchos de nosotros tenemos la posibilidad de incidir en muchos espacios de decisión.

Ha sido una experiencia enriquecedora en lo personal y profesional. Pero también ha sido una experiencia difícil porque es un ejercicio que exige muchas responsabilidad y seriedad. Sobre todo, exige mucho compromiso, pues es la ciudad que amamos. Es desafiante y es un motivo para levantarse con ganas de dar batallada por las transformaciones todos los días.

También ha sido difícil porque ser gobierno es tomar decisiones difíciles. Estar en estos escenarios implica enfrentar las críticas de la ciudadanía y de ciertos líderes de opinión. Y en ese sentido implica tener bastante autocrítica. También implica tenerse confianza, por la seguridad de que se están haciendo las cosas bien. Y a la vez tener la entereza de reconocer los errores.

En términos generales yo creo que estamos haciendo un ejercicio de gobierno muy sui géneris para la ciudad. Pero es también lo que esperábamos desarrollar, un ejercicio que le va a entrar a la reflexión, y que convocará la participación y la incidencia de muchos sectores y actores.

«Me sorprende la negativa de los sectores más retardatarios y reaccionarios, básicamente representados en el Centro Democrático».

Y desde tu formación académica e ideológica, ¿qué ha sido lo más sorpresivo de la Administración pública?

La complicidad de sectores alternativos con elites de gobierno y con actores hegemónicos de la ciudad en la protección de sus intereses particulares por sobre los intereses públicos y colectivos. Para mí eso es absolutamente sorprendente, desde diferentes sectores, colores y partidos. Esa es una de las cosas que más sorprendido me deja.

También me sorprende la negativa de los sectores más retardatarios y reaccionarios, básicamente representados en el Centro Democrático, a entender y reconocer la otra ciudad que, si bien la han gobernado, se han negado en reconocerla. Ellos viven en una Medellín absolutamente distinta a la que nosotros conocimos y vivimos, o al menos eso parece. Tradicionalmente niegan los fenómenos sociales, políticos y económicos que se viven día a día en la calle. Nuevamente sostenido la narrativa de la ciudad que se transformó y que se está cambiando, y que ya no es lo que era antes, que es bastante compleja y sorpresiva porque es una ceguera demasiado grande.

¿Y por qué crees que los sectores alternativos han sido cómplices de eso que estabas mencionando?

Por varios factores. Primero que todo tienen una visión política coyuntural diferente. En el sentido de que la coyuntura para varios de ellos es la elección de 2022, y en ese sentido están tratando de posicionar candidatos y actores que tradicionalmente no han sido cercanos a nuestro proyecto político y han sido contradictores de este proyecto. En ese sentido están jugando a la elección de 2022. Como también lo están haciendo los sectores más retardatarios.

En segundo lugar, porque hay vínculos muy estrechos en materias de financiación, acompañamiento y asesoría que los maniatan, y esto evita que tengan una visión más crítica (en sentido teórico de la palabra y no mundano) y acertada de la realidad política local.

En tercer lugar, así como los sectores más retardatarios, el sesgo político y social de la narrativa que se transformó. El hecho de que muchos de esos sectores hayan sido gobierno en esos 12 años, y que se critiquen situaciones estructurales de la ciudad, siento que de alguna manera hiere su ego y la valoración personal que ellos tienen de su trabajo. En parte eso también ha implicado esas diferencias.

 

Notas Al Poniente

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