Para pensar en el actual contexto del conflicto armado en el país las preguntas difíciles siguen siendo importantes para pensar en la movilización social, de ideas y acciones. Algunas que propongo y que nos invitan a cuestionar el rol como sujetos políticos, como ciudadanos, son: ¿Qué oportunidades se ha negado Colombia como para que nuevos ciclos de violencia se manifiesten, uno tras u otro, el uno con la carga y odio del otro? ¿Qué es aquello tan incorrecto que se ha dicho por lo cual han matado a miles? ¿Cómo es posible que ante sucesos históricos tan consabidos, de sangre y barbarie, se siga pregonando el invicto militar hasta la eliminación del enemigo? ¿Cómo es que continuamos inmersos en disputas violentas por la palabra? ¿Desde dónde se edifica y ejecuta el silenciamiento?
En este país hemos visto recorrer mucha gente por las sendas y los fondos del horror. El dolor ha sido un sentimiento político presente, con el que tantos colombianos y colombianas, se resignifican como verdaderos héroes silenciosos por sus capacidades para superar las pérdidas, por perdonar a la vida y a la muerte, por convertirse en luchadores de causas, que si no fuera por la guerra, nunca conocerían.
También muchos sectores han construido distintos relatos frente a la guerra: la academia comprende y argumenta, las víctimas narran y evidencian los vejámenes de lo ocurrido, los medios de comunicación y la sociedad interpretan, todo ciudadano se hace una idea de la guerra, toma postura o simplemente la ignora, le teme. ¡Cuántas novelas, cuentos, canciones, monografías y pinturas se han elaborado pensando en este tormentoso conflicto armado!
Por fortuna, el actual acuerdo de paz hace resurgir viejos anhelos en la sociedad colombiana y la opinión pública comienza a construir una imagen positiva del acuerdo; y desde instituciones públicas como desde organizaciones sociales se han movilizado para intentar socializar lo que se ha acordado con el fin de comenzar, lo que han llamado, una pedagogía para la paz.
Sin embargo, no se debe tratar de simplemente socializaciones, sino que la movilización y participación social es fundamental en éste momento. Un reciente estudio del CINEP muestra como en los últimos 3 años las acciones en la movilización por la paz han aumentado significativamente, 193 acciones en el primer año (2012) y 217 en el tercer año (2015), lo que indica que distintos actores sociales y organizados han comenzado a direccionar la construcción de paz por todo el territorio nacional.
Si antes pensaba que era importante el beneplácito social para la legitimidad democrática de estos acuerdos, ahora considero que es un elemento central y sin el cual no se podrá lograr la terminación de la guerra y una exitosa implementación de lo que se acuerde en La Habana. Estamos llamados para comenzar un proceso que puede desencadenar en una gran transformación de las realidades que hemos vivido como Nación. Dar nuevos sentidos a la vida en común, reconstruir tejido social e involucrarnos con lo público es un llamado imperante para defender lo acordado y construido, mucho más, ante el ataque de un sector de derecha extrema que encuentra argumentos impropios y no razonables para deslegitimar una gran oportunidad en la cual sectores siempre excluidos, estamos reivindicando nuevos formas de lo político y vislumbrando la articulación de nuevas ideas con acciones creativas que caminen realmente a la solución de los problemas estructurales de Colombia.
El informe completo del CINEP. Disponible en: http://www.cinep.org.co/images/iniciativas_paz/Informe_Datapaz_2.pdf
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