“Igual que en la época de los campos de concentración del nazismo, los secuestrados por las Farc estaban en una constante sensación de sufrimiento y dolor, hasta el punto de desear “mejor morir y descansar”. ¿De qué forma encontrar el sentido de estos crímenes?”.
Encuentro una conexión especial entre el libro “El hombre en busca de sentido” del psiquiatra austriaco Viktor Emil Frankl y los hechos narrados por el Sargento (r) César Augusto Lasso Monsalve esta semana ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Un poco de contexto. “El hombre en busca de sentido”, se publicó en Alemania en 1946; el autor, a través de un ensayo psicológico, cuenta su sufrimiento, relata experiencias personales como víctima de los campos de concentración e intenta describir cómo vivía un prisionero y de qué forma era capaz de superar la tragedia para mitigar la crueldad del holocausto. De otro lado, el 21 de junio se desarrolló el primer día de audiencias de la JEP en la sala de la biblioteca Virgilio Barco en Bogotá, donde se encontraron cara a cara las víctimas y victimarios, ante la justicia y la sociedad. Uno de los objetivos, que los exmiembros del Secretariado de las Farc acepten el secuestro como crimen de guerra y de lesa humanidad.
El reconocimiento público presenta un gran simbolismo y es muestra de avance en la reconciliación del país. Bien lo señala Viktor Emil Frankl, “la fuerza de la confesión, incrementa el valor de los hechos”.
Una voz se levantó y tuvo eco en la sala, la del Sargento (r) César Augusto Lasso Monsalve, quien en su intervención señaló: “en muchas ocasiones pensaba que era mejor morir y descansar. Porque las cadenas de la humillación amarradas al cuello, atadas a un compañero policial o del ejército, nos causaron la mayor de las humillaciones (…) La indiferencia nos dolió muchas veces allá en la selva. Cuando el silencio era el común denominador. Solo nuestras familias y algunos amigos caminaban incesantemente buscando nuestra libertad (…) Las acciones en la lucha no deben sobrepasar lo humano”. Por su parte Viktor Emil Frankl, narra como “la idea de suicidarnos estaba presente en prácticamente todos nosotros, aunque fuera solo por momentos. Nacía de lo desesperado de la situación (…) Pasados los primeros días se observaban las cámaras de gas con un horror atenuado: a fin de cuentas, le ahorraban a uno la decisión de suicidarse (…)”. Y luego, señala que la apatía conllevaba a la muerte emocional, pues “la tortura interior se intensificaba con sensaciones más dolorosas que el prisionero intentaba apaciguar. La principal era la intensa añoranza del hogar y la familia”.
Igual que en la época de los campos de concentración del nazismo, los secuestrados por las Farc estaban en una constante sensación de sufrimiento y dolor, hasta el punto de desear “mejor morir y descansar”. ¿De qué forma encontrar el sentido de estos crímenes? Lasso Monsalve lo resume de una manera magistral: “No podemos perder la humanidad cometiendo actos que denigran de nuestra propia especie. Más cuando es en reivindicación de una lucha social. No entendía por qué si luchaban por el pueblo, atacaban al pueblo”.
Las experiencias de Viktor Emil Frankl y de César Augusto Lasso Monsalve en medio de la barbaridad y monstruosidad de la guerra en las peores condiciones demuestran que cada ser humano, a pesar del dolor físico, humillación, vacío emocional, indignación y horror, puede llegar a encontrar el valor para conservar la vida y seguir adelante, es decir, buscar su sentido, puesto que siempre, parafraseando a Frankl, “Et lux in tenebris lucet [Y la luz brilla en medio de la oscuridad]”.
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