En Colombia se adelanta un proyecto de ley que busca establecer un salario mínimo para técnicos y profesionales. La propuesta es fijar 3 SMMLV (salarios mínimos mensuales legales vigentes) para profesionales y 2 SMMLV para técnicos, equivalentes a COP$ 3’000.000 y COP$ 2’000.000, respectivamente.
No ahondaré en la noticia, pues lo que interesa es analizar la propuesta y sus efectos en el mercado laboral y la economía en agregado.
Lo que sabemos…
Iniciaré explicando qué es un salario.
El salario es una remuneración que recibe un trabajador por prestar un servicio o desempeñar una serie de tareas, pero esta remuneración está principalmente en función de la productividad del trabajador para realizar dicha actividad. Esto es, en la medida que la productividad marginal del trabajador es mayor, su salario tiende a ser también mayor. Así, el salario es en términos generales el pago por la aportación que hace el trabajador en el presente al proceso productivo del bien o servicio final que se venderá –o no– en el futuro (entiéndase desde ahora salario de este modo).
Según los datos de Talent.com, una de las mayores fuentes de empleo en todo el mundo que opera en 75 países y con más de 30 millones de trabajos disponibles, los salarios mensuales medios en Colombia ofertados por las empresas oscilan entre:
- Profesional no experimentado: COP$ 1’281.200.
- Profesional experimentado: COP$ 2’886.800.
- Profesional promedio: COP$ 1’826.811.
- Técnico no experimentado: COP$ 1’050.000.
- Técnico experimentado: COP$ 1’800.000.
- Técnico promedio: COP$ 1’130.978.
De acuerdo con el Ministerio de Educación, las profesiones con mayor demanda por parte de las empresas son ingenierías electrónica, de minas y energía, y de sistemas, así como medicina, finanzas, negocios, contaduría, economía y afines, y matemáticas y estadística.
Hasta aquí, la propuesta de salario mínimo para profesionales y técnicos es tentadora, pues mejoraría la remuneración de todos ellos. Según el representante a la Cámara por el Partido Liberal, Silvio José Carrasquilla (autor de la iniciativa):
“Muchas empresas de Colombia, no solo del sector privado, sino también del público, cuando requieren los servicios de un profesional o un técnico se aprovechan de la necesidad que tienen las personas, quienes, a su vez, por esa misma necesidad, terminan cogiendo el cargo de manera indigna.”
Pero, ¿está en lo cierto el representante del Partido Liberal? veámoslo. En economía no basta con decir cosas porque sí, ya que a menudo y de ser posible hay que demostrarlas.
Hagamos uso de la reducción al absurdo que es un tipo de argumento muy empleado y efectivo en demostraciones matemáticas. Consiste en aclarar que una proposición es verdadera, probando que si no lo fuera conduciría a una contradicción, por lo cual, sería verdadera. Por ejemplo, mi argumento es que NO todas las manzanas son verdes; para probarlo por reducción al absurdo, parto de suponer lo contrario, es decir, todas las manzanas son verdes; y comienzo a buscar manzanas; luego del proceso de análisis encuentro que existen manzanas rojas y otras verdes, es decir, NO todas las manzanas son verdes, así mi argumento inicial es verdadero.
Supongamos entonces que lo que dice el representante Carrasquilla es verdadero y que a los profesionales y técnicos se les paga menos de lo que aportan al proceso productivo… ¿qué pasaría?
Si el empresario pagase menos de lo que debería al trabajador, lo primero que ocurre es que aumentan los beneficios del empresario. Me explico: Si el empresario pagase menos al trabajador que el valor descontado de su productividad marginal, por ejemplo, un profesional que aporta COP$ 90.000 al proceso productivo, y se le pagase COP$ 70.000 el empresario, este recibe un beneficio empresarial puro de COP$ 20.000 porque está pagando menos de lo que produce el trabajador. Como los empresarios están motivados por obtener beneficios, el empresario contrataría una hora adicional al profesional, pues por cada hora adicional de trabajo el empresario está acumulando un beneficio adicional al de la hora anterior.
He aquí el punto crucial: cuanto mayor es la demanda de un factor o un bien (trabajo) el precio de este sube, y como el empresario está produciendo más bienes porque tiene contratado al profesional más horas, la oferta de dicho producto tiende a subir y su precio tiende a bajar.
Es decir, que al contratar más trabajadores, el salario tiende a subir porque debe pagar horas adicionales (el coste marginal es creciente) y al ofertar más productos, el precio de estos tiende a bajar (el ingreso marginal es decreciente), llegando un momento en que ambos coinciden, ergo, el empresario le paga la hora marginal al trabajador al valor descontado de su productividad marginal (le paga lo que se le debe pagar).
¿Qué pasaría si se le pagase más de lo que el trabajador aporta al proceso productivo?
Si el empresario se pasa y paga más de lo que el empleado le aporta al proceso productivo, ya sea porque se fija un salario mínimo por encima de la productividad marginal del trabajador o el empresario calculó mal, sucede que cuando llega la hora de vender el producto, el empresario lo vende en COP$ 80.000, pero le tuvo que pagar al empleado COP$ 100.000 incurriendo en una pérdida de COP$ 20.000, y si no pueden corregir los salarios porque la ley se lo impide, esos trabajadores que ganan más de lo que aportan al proceso productivo estarán condenados al desempleo, pues la motivación de los empresarios es acumular ganancias, nunca pérdidas.
“Uno de los grandes errores es juzgar las políticas y programas por sus intenciones más que por sus resultados.”
–Milton Friedman
Sin duda, hay profesionales y técnicos muy bien capacitados, con experiencia y experticia para lograr posicionarse fácilmente en rangos salariales elevados debido a su alta productividad, pero a quienes afectan estas “leyes de salarios mínimos” son a los técnicos y profesionales que no tienen las mismas habilidades, competencias o experiencias que aquellos que se ubican en dichos rangos salariales superiores.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro portal aliado El Bastión.
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