Como cofundador de una empresa de base tecnológica y de una fundación dedicada a promover emprendimientos que usan las tecnologías 4.0 en Medellín, tuve la desgracia de relacionarme con la corporación RutaN, lo cual ha tenido consecuencias que los ciudadanos, funcionarios y empresarios que aún siguen en la ciudad no deben normalizar.
No es normal que no puedas dormir en las noches esperando a que alguien abra la puerta de tu casa para asesinar a toda tu familia.
No es normal llamar a la portería cada vez que vas a entrar a tu casa para verificar que no haya alguien esperando para asesinarte.
No es normal mirar el espejo retrovisor y los espejos laterales para verificar que alguien no te esté siguiendo.
No es normal saber que delincuentes intentaron que fueras a un lugar retirado haciéndose pasar por funcionarios del Estado con el objetivo de asesinarte o desaparecerte.
No es normal que se acerque un motociclista con casco a tu mesa en un establecimiento público para tomarle fotografías a tu hijo de apenas un año para después salir corriendo.
No es normal tener miedo de disparos en tu contra cada vez que pasa una motocicleta a tu lado.
No es normal sentirse irresponsable por salir con tu familia porque sabes que si te intentan asesinar, tu hijo o tu esposa pueden salir también heridos o muertos por una bala perdida.
No es normal que altos funcionarios del Estado te exigan coimas mientras al mismo tiempo tratan internamente de sacarte del proceso de contratación.
No es normal que el director de una entidad pública le suba el sueldo a sus empleados con el único objetivo de que ellos eviten darle a la ciudadanía y a los emprendedores servicios de calidad.
No es normal que las instituciones del Estado, los directores y los secretarios hablen mal de ti y de tu empresa, y le digan mentiras a los medios de comunicación para hacerte quedar mal porque no quisiste volverte un delincuente como ellos.
No es normal que diariamente un ejército de empleados pagados con dinero del Estado hagan hasta lo imposible para perseguirte, obstaculizarte, maltratarte, y robarte el trabajo que has durado años consolidando.
No es normal que directivos de entidades públicas presionen a funcionarios para sacarte de los procesos de selección si no te comprometes con pagar dineros por debajo de la mesa.
No es normal tratar de empacar en apenas unas horas toda tu vida en dos maletas para salir corriendo a otro país con tu esposa e hijo y así evitar ser asesinado.
No es normal que desde el exilio y después de haber sido amenazado, te llamen un delincuente y una fiscal para que te retractes de las verdades que dijiste en una emisora con el objetivo de que Pl y sus amigos salgan en limpio por sus delitos.
No es normal que con sevicia varios funcionarios corruptos se dediquen a destruir operacionalmente, financieramente y reputacionalmente tu empresa qué es el sustento de toda tu familia, por el simple hecho de no comprometerte con su corrupción.
No es normal, después de trabajar por años en una empresa exitosa, llegar a un país extraño sin conexiones, sin amigos, sin familiares, a una pieza oscura de un hotel de quinta categoría, con un hijo de apenas un año de nacido y sin saber de dónde sacarás el dinero para comer y para pagar un lugar donde dormir el próximo mes.
No es normal a los cuarenta años, después de años de estudio y trabajo tener que pensar en reinventar todo de nuevo, de planear cómo será tu vida desde cero, como si todo lo hecho con anterioridad no hubiera existido.
No es normal tener tu cabeza en automático dando vueltas pensando ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo vamos a comer en unas semanas cuando se acabe el dinero? ¿Dónde va a dormir toda mi familia?
Mi experiencia, sin embargo, no es tan “anormal”. Una vez los medios de comunicación de Colombia hicieron público el escándalo de corrupción de RutaN empezamos a recibir llamadas y comentarios de otros emprendedores y empresarios que también habían trabajado esta institución pública, sus historias eran las mismas: propuestas indecentes, amiguismos, corrupción, hurto de la propiedad intelectual, desconocimiento e irrespeto por los procesos de emprendimiento y de investigación y desarrollo, desconocimiento del mercado y de la ciudad, exigencias extracontractuales… todo ese menú es parte de la relación “anormal” con una institución que ha dañado gravemente las posibilidades de expansión empresarial de Medellín desde sus inicios.
En efecto, RutaN inició con bombos y platillos avisando que Hewlett Packard habría decidido venir a la ciudad e instalarse en su «Centro de Negocios». Luego de ver realmente de qué estaba hecho RutaN, Hewlett Packard prefirió pagar la onerosa renta anual y dejar esas instalaciones vacías: Era más barato para ellos no venir a la ciudad de Medellín así tuvieran que cumplir con el engañoso contrato de arrendamiento.
No sólo las grandes empresas internacionales rehuyen una relación enfermiza con RutaN, los emprendedores colombianos más talentosos, aquéllos creadores de “unicornios” como Rappi, NovaBank, y Habi se han negado a cualquier relacionamiento con RutaN, y más bien han crecido precisamente porque han escogido muy bien sus aliados.
Ni siquiera la inversión de más de $30.000 millones en un edificio ostentoso y de espacios abundantes, lograron que RutaN se convirtiera en una organización autosuficiente alquilando oficinas: Si bien la excesiva propaganda de RutaN en todos los puentes de Medellín y los rimbombantes y fraudulentos anuncios de prensa siguen engañando a algunos emprendedores y empresarios, en términos reales son muy pocas las empresas que se quedan alquilando los onerosos espacios vacíos de valor agregado.
No es normal que después de casi 15 años de existencia, sus más de 200 colaboradores (algunos de ellos con salarios mayores a los $30 millones mensuales) no hayan podido crear un modelo autosostenible y sigan dependiendo totalmente de los cheques anuales de la alcaldía de Medellín para su supervivencia.
No es normal que más de $250 mil millones de pesos de nuestros impuestos se hayan transferido a un monopolio público donde un grupo de desequilibrados sociales se dedican las 24 horas a delinquir, alimentar sus egos, y a autogenerarse placer de forma enfermiza y sin remordimientos a costa de la destrucción de las vidas de los emprendedores y la quiebra de las empresas que nos han costado años de trabajo honesto a las personas de bien…
No es normal que los ciudadanos, emprendedores y empresarios de Medellín sigan permitiendo semejante despropósito ético, destrucción social, y pérdida de valor económico presente y futuro para la ciudad.
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