Revisionismo histórico: de Rusia con amor para las FARC | Parte 1

Empecemos por decir que lo que viene haciendo este grupo delincuencial, por medio de la instrumentalización de esa farsa llamada proceso de paz, no es nuevo. Simplemente, se circunscribe al quehacer socialista durante toda su historia.

A modo de contextualización

Uno de los principales objetivos del socialismo, desde que consiguió por medio de la Escuela de Fráncfort, hacerse con la guía académica de las humanidades universitarias, es cambiar los hechos de la historia sin el uso de la violencia directa.

Su meta única: Lograr una deformación absoluta de la realidad para su conveniencia con el fin de crear una narrativa que beneficie a sus propósitos.

A esto se le conoce como revisionismo histórico: alterar metódica y paulatinamente los hechos hasta cambiarlos o hacerlos desaparecer.

Para ello ha empleado todo tipo de estrategias: desde negar los eventos, desapareciendo sus protagonistas por medio de purgas –caso Stalin con sus lugartenientes, amigos y familiares o como el caso Ucrania– hasta la creación de contra-respuestas de todo tipo –poner en duda la fuente falseando documentos para hacer sus versiones creíbles o sencillamente asumiendo una postura cínica frente a los hechos.

Antecedentes claros e irrefutables

Recordemos de manera breve cómo en las cartas enviadas por Iósif Stalin al escritor y dirigente Mijaíl Shólojov, referentes al caso de la “hambruna ucraniana”, no solo reconocía la muerte de los campesinos a causa del cierre de las fronteras por medio de brigadas de la muerte e incautación, sino que, además, llamaba a las víctimas como perpetradores de lo que sucedía dentro de su mismo país.

Dicho de forma sencilla: culpaba a las víctimas de su propia muerte cambiando la denominación.

La historiadora Anne Applebaum en su obra Gulag: historia de los campos de concentración soviéticos (2003), describe con detalle la planificación por parte del estamento socialista ruso para eliminar físicamente cualquier tipo de resistencia campesina, donde se forzaba a la colectivización de la tierra, la desaparición de propietarios de ganado y la eliminación de cualquier tipo de atisbo nacionalista en Ucrania.

Muchos podrán decir: “pero esto ya no ocurre, esto ya no sucede, los socialistas ya no se encargan de sus asuntos de esta forma”. Y podríamos responder: “sí, ya no expropian, asesinan o desaparecen como antaño, porque sus métodos cambiaron”. Métodos que vienen usando, desde luego, agrupaciones delincuenciales que se parapetan en el socialismo para excusar su actuar en todo el mundo, con relativo éxito, como lo ha hecho las FARC en Colombia.

No es nuevo, no es novedoso, no ha dejado de suceder y no dejará de ocurrir, a menos que nos sentemos a revisar los hechos de la historia. Para el caso de este artículo: la campaña reciente de lograr un cambio de posición ante los narco-genocidas, asesinos, secuestradores, reclutadores de menores y violadores de niños que componen las FARC-EP.

Siglo XX: cambalache…

Problemático y febril… El que no llora no mama y el que no roba es un gil”, así dice el tango de Agustín Irusta, y nos muestra en esa línea, casi que de forma fidedigna lo que ha hecho el socialismo durante más de un siglo ya: llorar para robar, quejarse para saquear, incendiar para acaparar, y alienar –bajo el mote de la educación– para adoctrinar a niños que permitirán la creación de neo-monarquías dedicadas al saqueo burocrático y sistemático de países enteros como ya hemos vivido y estamos siendo testigos en Latinoamérica (Cuba, Venezuela, Brasil y, recientemente, Argentina y México).

El siglo XX fue el escenario de la recomposición absoluta del mundo, con más fuerza después de la Segunda Guerra Mundial, de la cual salió fortificada una de las posturas socialistas más sanguinarias de la historia: el marxismo-leninismo. Bueno, no sobra decir que compite codo a codo con el maoísmo, otro campeón del genocidio socialista.

Pero además de los hechos que conocemos con suficiencia de la posguerra y de la Guerra Fría, está el silencioso avance académico del neo-marxismo en manos de autores como Herbert Marcuse, Max Horkheimer, Theodor Adorno, Georg Lukács, Louis Althusser y Antonio Gramsci, entre los más destacados, que lograron un posicionamiento único en las escuelas universitarias en todo el mundo de una nueva versión del marxismo. Esta versión del marxismo, para no entrar en los detalles académicos y podernos centrar en el revisionismo histórico, es aplicado de manera despiadada por toda suerte de delincuentes y asesinos como las FARC, dedicándose a un cambio de postura filosófica que redunda en lo práctico del discurso sobre la realidad.

La realidad desde esta postura filosófica, no solo gira en torno a la radicalización de la lucha de clases, sino a la imposición de las emociones y creencias sobre los hechos tangibles, donde, por ejemplo, un asesino como Ernesto “Che” Guevara no puede ser comparado de manera tácita con John George Haigh (conocido como el Asesino del baño de ácido) porque el primero tiene un discurso que excusa su comportamiento sociópata y sus intervenciones hablan de la emoción que le causaba matar a sus oponentes, pues esos sí eran “buenos muertos”, mientras, el segundo es un asesino frío sin más, básicamente, porque no tuvo la posibilidad de encontrar una plataforma socialista para excusar su comportamiento criminal.

De eso se trata el cambio o cambalache más atroz del siglo XX: el socialismo dejó atrás actores cínicos como Stalin que, sin asco alguno, se mostraban despiadados, y que fueron reemplazados por elegantes textos que nos muestran que si se asesina, saquea, secuestra o viola bajo un discurso grandilocuente y buenista, todo podrá ser discutido y negociado. Esto como un gran todo para reescribir la historia desde la perspectiva que ese modelo totalitario llamado socialismo, requiere.

Próxima entrega: Las FARC, un modelo a seguir en cuanto a revisionismo histórico.


Este artículo apareció por primera vez en nuestro portal aliado El Bastión.

Carlos Ayala

Historiador, periodista económico, criptoholder, y estudioso del fenómeno del revisionismo histórico desde el socialismo y el avance de las ideas marxistas en el sistema educativo. Divulgador de información fidedigna para desmontar las ideas en mención.

¡Enemigo del colectivismo en todas sus formas!

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