El de hoy fue un número más del sainete al que nos vienen acostumbrando algunos reconocidos políticos, abogados y periodistas que se tachan entre sí para enseguida pedirle a sus jueces que se les haga justicia y restablecer su buen nombre. Me refiero a la retractación, rectificación o ratificación que Gustavo Petro debía hacer en La W Radio, programa de Vicky Dávila, de unas afirmaciones sobre Álvaro Uribe en las que sostuvo que el senador y expresidente debería estar preso por paramilitarismo, y que después de escucharlo entiende uno porqué a veces el remedio hace más daño que la misma enfermedad.
La exigencia de rectificar frases, conceptos, afirmaciones con las que se le violó el derecho a la buena reputación de alguien, quien lo creyera, se convirtió fue en la oportunidad de ratificar lo dicho, y agregarle datos. Hay por ahí un chiste popular de alguien de quien se dijo que era “medio ladrón”, y el juez le ordenó al ofensor que se retractara públicamente, a lo que ni corto ni perezoso, aprovechó para afirmar que su ofendido no era “medio ladrón”…y dejó en libertad a su público de que se formara una idea de cuán ladrón podría ser su ofendido como para reemplazar solo el término “medio”.
Nada más acertado que aquel proverbio árabe que dice: “cuatro cosas hay que no tienen retorno, y son la palabra pronunciada, la flecha lanzada, el tiempo transcurrido y la oportunidad dilapidada”. Hombre, después de afirmar sin solapa alguna, la retractación no cabe, pues entra al baile aquella sugerencia propuesta a la humanidad por el filósofo ingles Francis Bacon para desprestigiar al prójimo: “Calumniad con audacia…de eso algo quedará”, y muy popularmente recreada en Colombia con aquel reto de colocarle las plumas a la gallina después de habérselas retirado.
Quien no haya leído, o no conozca la historia de un personaje es sujeto de deformarle vía calumnia la imagen positiva que tenga de esa persona, pero al contrario, quien sí esté informado desde fuentes creíbles, lo que hará, es que revaluará la imagen de quien profiera afirmaciones dañinas.
Ya está bien de pedir esas retractaciones, pues quien afirme algo públicamente deberá demostrarlo ante las autoridades so pena de ir a prisión o de sufrir los rigores de las sanciones que se contemplen. Lo otro es una burla a la, ya poco creíble justicia del país del Sagrado Corazón, a los medios de comunicación y a la sociedad misma que lo que espera es que la justicia esté para resolver casos de mayor tamaño y exigencia de celeridad.
Y a ustedes políticos y periodistas que se vienen enfrascando rutinariamente en veleidades de calumnias tengan claro: cada uno de ustedes ya tiene su público admirador o detractor, y por más que hablen, calumnien, denuncien, rectifiquen, ratifiquen, el amor y el odio que despiertan muy difícilmente cambiará.
Remato: tengo la sensación de que colombiano que fallezca, Pedro, el portero del cielo no lo dejará entrar si no le demuestra que conoció a Barichara (Santander)…no le doy calificativos al pueblo, porque de seguro me quedo corto.