Resumen Económico de la Semana del 28 de Abril al 02 de Mayo de 2025

Resumen Ejecutivo

La semana cerró con un entorno global marcado por señales mixtas en los mercados, ajustes en expectativas de crecimiento, moderación inflacionaria en algunas regiones y renovadas tensiones comerciales. El Fondo Monetario Internacional encendió las alertas al revisar a la baja sus proyecciones para 2025, advirtiendo que el crecimiento mundial será desigual e incierto, especialmente para economías emergentes con fragilidad fiscal y exposición externa, como Colombia.

En Estados Unidos, la solidez del mercado laboral y la resistencia del consumo continúan retrasando la expectativa de recortes por parte de la Reserva Federal, lo que ha presionado al alza los rendimientos de los bonos y ha fortalecido al dólar. Sin embargo, las señales de disposición a negociar con China revirtieron parte del pesimismo inicial en los mercados de renta variable, con Wall Street acumulando su mejor racha de alzas desde 2004.

Europa se benefició del mismo clima de distensión comercial, combinado con datos macroeconómicos estables que reforzaron el impulso bursátil, en particular del FTSE 100 del Reino Unido, que alcanzó un récord histórico de 15 sesiones consecutivas al alza. El BCE mantiene un enfoque prudente, con la inflación convergiendo lentamente hacia su meta.

En Asia, los temores de desaceleración en China contrastan con señales de apertura comercial y reactivación parcial del crédito, lo que impulsó al yuan en los mercados de divisas. Japón, por su parte, mantiene tasas estables, pero con indicios de posibles ajustes graduales.

En México, el Banco de México volvió a reducir las proyecciones de crecimiento para 2025 a solo 0,20%, reflejo de la creciente incertidumbre por la política arancelaria de EE.UU. y la debilidad de la inversión interna. Aunque el país evitó entrar en recesión técnica gracias al desempeño del sector agrícola, los riesgos para la economía siguen al alza, en medio de una inflación aún por encima del objetivo y una depreciación moderada del peso.

En Colombia, la tasa de desempleo nacional descendió al 9,6% en marzo, el nivel más bajo para ese mes desde 2017, aunque el análisis detallado revela que el 92% de los nuevos empleos correspondieron a ocupaciones informales, con un ingreso promedio inferior al salario mínimo, lo que plantea desafíos persistentes en materia de calidad laboral. El peso colombiano se depreció un 0,7% en la semana, en un entorno influido por el recorte de tasas del Banco de la República a 9,25% —más agresivo de lo anticipado— y la suspensión temporal del acceso a la Línea de Crédito Flexible del FMI, factores que incrementaron moderadamente la prima de riesgo país. En el frente fiscal, persiste la expectativa por la presentación del Marco Fiscal de Mediano Plazo, el cual será determinante para mantener la confianza de los inversionistas y el respaldo de los organismos multilaterales. En contraste, la firma del primer contrato APP férreo del país y la reactivación de subastas de TES a largo plazo constituyen señales favorables en materia de gestión institucional y desarrollo del mercado de capitales.

Los mercados financieros reflejaron esta ambigüedad global. La renta variable vivió una recuperación explosiva impulsada por resultados corporativos mejores a lo esperado y señales de moderación de la Fed. En contraste, la renta fija presentó comportamientos mixtos: los TES colombianos de largo plazo se desvalorizaron por temores fiscales, mientras los de corto plazo se beneficiaron del recorte de tasas. En divisas, el dólar se fortaleció globalmente, aunque en Colombia predominó la presión por factores idiosincráticos. Finalmente, en commodities, el petróleo cayó con fuerza por expectativas de aumento de producción de la OPEP+, la fortaleza del dólar y una demanda global más débil.

Cerramos el informe con un análisis especial del informe del FMI “World Economic Outlook – A Critical Juncture amid Policy Shifts”, en el que se advierte sobre una posible convergencia de riesgos fiscales, comerciales y financieros a nivel global. El organismo proyecta para Colombia un crecimiento de apenas 2,4% en 2025 y un déficit en cuenta corriente del 2,4% del PIB, con inflación en proceso de corrección, pero con serios desafíos estructurales. El informe enfatiza que la prudencia fiscal y la credibilidad institucional serán fundamentales para sostener la confianza inversora y evitar una disrupción externa mayor.

Estados Unidos

Durante la última semana de abril, la economía estadounidense envió señales mixtas que reflejan un entorno complejo —marcado por la incertidumbre arancelaria, una contracción inesperada del PIB y datos laborales que, aunque moderados, aún apuntan a cierta solidez estructural—. El escenario general sugiere que la economía más grande del mundo atraviesa una fase de transición, en la que persiste la tensión entre la moderación de la inflación y los riesgos de desaceleración real.

La lectura preliminar del PIB del primer trimestre sorprendió negativamente al registrar una contracción del 0,3% anualizado, frente a la expectativa de un crecimiento del 0,4%, lo que representa la primera caída desde inicios de 2022. Esta corrección se explicó principalmente por un incremento extraordinario en las importaciones, que crecieron más del 41% trimestral, producto del adelantamiento de compras por parte de empresas y consumidores frente a los aranceles anunciados por la administración Trump. Este fenómeno restó más de cinco puntos al crecimiento y deja en evidencia un entorno de alta sensibilidad comercial. Aunque se prevé que este efecto sea transitorio, el dato alimenta la incertidumbre sobre la fortaleza subyacente del ciclo económico estadounidense.

En términos de demanda interna, el consumo privado avanzó un 1,8%, desacelerándose frente al sólido 4% del trimestre anterior. La inversión privada, por el contrario, se expandió un notable 21,9%, en parte impulsada por el temor a mayores costos futuros. No obstante, la contracción del gasto federal en un 5,1% contribuyó negativamente al resultado global. Esta contracción fiscal responde a un esfuerzo de contención orientado a aumentar la eficiencia del gasto público.

El mercado laboral, a pesar de la desaceleración general, continúa mostrando señales de resistencia. En abril, las nóminas no agrícolas aumentaron en 177.000 puestos, una cifra moderada pero superior a las expectativas del mercado, mientras la tasa de desempleo se mantuvo estable en 4,2%. Por su parte, el informe JOLTS reflejó una reducción en las vacantes a 7,19 millones, el nivel más bajo desde septiembre, aunque acompañada de una caída simultánea en los despidos —lo que sugiere estabilidad más que deterioro. El reporte de ADP, por otro lado, mostró una creación de empleo de apenas 62.000 plazas, muy por debajo de lo esperado.

En el frente de precios, el índice PCE —principal referencia para la Reserva Federal— se mantuvo sin variación mensual en marzo (0%), tanto en su componente general como en el subyacente. A nivel anual, la inflación general descendió al  2,3% y la subyacente al  2,6%, consolidando una tendencia desinflacionaria, aunque todavía alejada del objetivo del 2%. A pesar de esta moderación, la tasa anualizada del primer trimestre ascendió al 3,6%, lo que mantiene la presión sobre la política monetaria de la Fed, cuyo próximo movimiento genera crecientes expectativas en los mercados.

Por otro lado, indicadores de actividad adelantada y confianza sugieren una pérdida de impulso. El índice PMI compuesto bajó a 51,2 puntos, afectado por un enfriamiento del sector servicios. El índice de indicadores adelantados cayó por sexto mes consecutivo, mientras que la confianza del consumidor del Conference Board descendió a 87,6 puntos, reflejando el impacto psicológico de la guerra comercial. La confianza medida por la Universidad de Michigan subió levemente a 52,2 puntos, aunque sigue en niveles históricamente bajos.

En el sector inmobiliario, las ventas de viviendas usadas cayeron un 5,9% en marzo, afectadas por tasas hipotecarias elevadas y precios altos. En contraste, las ventas de vivienda nueva crecieron un 7,4%, impulsadas por la demanda en el sur del país. En cuanto a precios, el índice Case-Shiller mostró un alza interanual del 4% en febrero, con señales incipientes de moderación.

Finalmente, el Libro Beige de la Fed reportó un incremento en la incertidumbre económica general, con varios distritos señalando un deterioro en las perspectivas empresariales, especialmente en sectores dependientes del comercio internacional. El ISM manufacturero cayó a 48 puntos, reafirmando la debilidad industrial, mientras que los pedidos de bienes duraderos repuntaron un 9,2%, impulsados por la aviación comercial, aunque el componente clave de bienes de capital avanzó apenas un 0,1%.

En conjunto, la economía estadounidense enfrenta una disyuntiva clara: aunque el mercado laboral resiste y la inflación cede gradualmente, el debilitamiento del crecimiento y el endurecimiento financiero configuran un entorno desafiante —uno que podría obligar a la Reserva Federal a recalibrar su postura monetaria en las próximas semanas.

Europa

La economía europea continúa enfrentando un entorno de crecimiento débil y desequilibrado, aunque muestra señales puntuales de resiliencia. El primer trimestre de 2025 dejó cifras moderadas que, si bien confirman la recuperación en algunas economías clave, también reflejan la persistencia de tensiones estructurales y de factores externos que condicionan el desempeño regional.

Los datos preliminares de PIB mostraron un crecimiento trimestral del  0,2% para el conjunto de la eurozona, en línea con el trimestre anterior. Alemania logró salir de la contracción al avanzar 0,2%, mientras Francia creció un modesto 0,1%, e Italia mantuvo un ritmo similar con un  0,2%. La recuperación fue impulsada por la demanda interna, políticas fiscales expansivas aún activas y exportaciones puntualmente dinámicas —sin embargo, la fragilidad de la industria y la incertidumbre internacional continúan limitando un despegue robusto.

El proceso de desinflación, por su parte, sigue su curso. En abril, el IPC armonizado de la eurozona habría descendido una décima hasta el 2,1% interanual, mientras que la inflación subyacente habría repuntado marginalmente a 2,5%, debido en parte a efectos estacionales vinculados a la Semana Santa. Alemania y Francia registraron descensos en sus tasas (2,1% y 0,7% respectivamente), mientras que Italia presentó una leve alza hasta el 2,3%. Estos datos consolidan la expectativa de que el Banco Central Europeo inicie un ciclo de recortes de tasas en junio, posiblemente seguido de otra reducción en septiembre, especialmente si la desaceleración industrial se prolonga y la inflación converge con mayor claridad hacia el objetivo del 2%.

En cuanto a indicadores de actividad, el índice de confianza económica elaborado por la Comisión Europea cayó a 94,5 puntos, su nivel más bajo desde diciembre, reflejando el impacto de la incertidumbre comercial y la debilidad persistente del sector servicios, cuya confianza descendió a 2,0 puntos, un mínimo no visto desde 2021. Estos datos refuerzan el escenario de un BCE más proactivo frente a la fragilidad de la recuperación.

Desde la perspectiva monetaria, la oferta monetaria M3 creció un 4,0% interanual en marzo, manteniendo un ritmo moderado pero positivo, mientras el impulso crediticio continúa respaldando el consumo y la inversión. Esta dinámica monetaria es coherente con un entorno de condiciones financieras aún favorables que el BCE busca sostener frente a las amenazas externas.

En el caso de España, los datos continúan reflejando una economía relativamente más dinámica. El PIB creció un 0,7% trimestral en el primer trimestre, consolidando una trayectoria de expansión sustentada en el consumo doméstico, los servicios y el gasto público. Las ventas minoristas mostraron un aumento interanual del 3,6%, mientras que el índice PMI manufacturero habría repuntado hasta 50,1 puntos, regresando a zona de expansión por primera vez en cuatro meses. A pesar de estos signos positivos, el mercado laboral comienza a mostrar señales de agotamiento: la Encuesta de Población Activa registró un leve aumento de la tasa de desempleo a 10,7%, evidenciando una pérdida parcial de impulso en la creación de empleo.

En el frente inflacionario, el IPC preliminar de abril anticipa una reducción de la inflación general al 2,0%, impulsada por la caída en los precios de la energía. Sin embargo, la inflación subyacente habría subido a 2,3%, debido al aumento estacional en servicios turísticos. Este contraste refuerza la visión de que, aunque la inflación general converge hacia la meta, la presión sobre ciertos componentes permanece latente.

Finalmente, la balanza por cuenta corriente de España continúa en superávit, gracias a la solidez del sector externo, aunque con signos de moderación respecto a los niveles de cierre de 2024. El dato preliminar de febrero confirmaría esta tendencia, mientras crece la atención sobre los posibles efectos contractivos de la nueva ronda de tensiones arancelarias globales.

En conjunto, Europa transita por una senda de recuperación gradual, sin un motor de crecimiento claro, pero apoyada por condiciones monetarias que se anticipan más flexibles y una inflación que continúa cediendo. El reto principal será sostener la estabilidad interna en un contexto global cada vez más incierto y condicionado por la política comercial internacional.

Asia

En Asia, la semana estuvo marcada por una combinación de señales económicas mixtas y una creciente incertidumbre geopolítica derivada del recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Las dos principales economías de la región —Japón y China— enfrentan presiones simultáneas sobre su sector externo, su dinámica inflacionaria y su posicionamiento diplomático en medio de un entorno internacional cada vez más hostil.

En Japón, el índice PMI compuesto preliminar de abril se ubicó en 51,1 puntos, recuperando terreno tras la lectura contractiva de marzo (48,9), gracias a una mejora en el sector servicios. No obstante, esta recuperación parcial contrasta con las perspectivas de crecimiento revisadas por el Banco de Japón (BoJ), que en su reunión del 1 de mayo recortó la previsión de expansión del PIB para 2025 del 1,1% al 0,5%, señalando como principal factor adverso la escalada arancelaria impulsada por la administración Trump.

Durante la misma reunión, el BoJ mantuvo sin cambios su tasa de interés de referencia en 0,5%, el nivel más alto en 17 años. Aunque reconoció avances en la lucha contra la deflación, el banco central advirtió sobre los riesgos que implican las nuevas tarifas impuestas por Estados Unidos —particularmente las del 25% sobre automóviles japoneses, acero y aluminio—, medidas que afectan sectores clave que representan cerca del 30% de las exportaciones niponas. A pesar de mantener su postura actual, el gobernador Kazuo Ueda dejó abierta la posibilidad de nuevas subidas de tipos más adelante en el año, respaldado por una inflación subyacente que en Tokio alcanzó el 3,4% interanual en abril, su nivel más alto en dos años.

En China, la tensión comercial con Estados Unidos alcanzó su punto más alto desde el inicio de las represalias mutuas. El Ministerio de Comercio de Beijing rechazó la existencia de conversaciones con Washington y condicionó cualquier posible diálogo a la eliminación previa de los aranceles del 145% que actualmente pesan sobre los productos chinos. Además, acusó públicamente a la administración estadounidense de mentir sobre supuestos contactos diplomáticos, y advirtió que “la coerción o el chantaje disfrazados de negociación no funcionarán”.

La estrategia arancelaria del presidente Trump ha escalado de medidas compensatorias iniciales a una guerra tarifaria total, con consecuencias tangibles tanto en China como en Estados Unidos. Desde principios de marzo, el gobierno norteamericano eliminó la exención arancelaria “de minimis”, lo que implica que paquetes de bajo valor provenientes de China —como los comercializados por Temu y Shein— ya no estarán exentos de impuestos aduaneros. Esta decisión apunta directamente a frenar la competitividad de las plataformas chinas de comercio electrónico que, mediante precios ultrabajos, han ganado cuota significativa en el mercado estadounidense. El objetivo declarado: proteger la industria y el empleo local, aunque los costos ya se reflejan en la inflación y las cadenas logísticas.

Del lado chino, las repercusiones económicas son cada vez más visibles. Las exportaciones industriales se han desacelerado sensiblemente, afectando a empresas altamente dependientes de los pedidos occidentales. El presidente Xi Jinping ha llamado a su gabinete a “adaptarse al nuevo entorno global”, mientras la narrativa oficial del Partido Comunista endurece su postura frente a Washington, acusándolo de intimidación y unilateralismo.

A nivel logístico, los efectos ya son concretos: el puerto de Los Ángeles reportó una caída del 35% en la carga procedente de Asia durante la primera semana de mayo, señal clara del freno en los envíos. Según el director del puerto, “muchos minoristas han pulsado el botón de pausa ante el encarecimiento de los productos chinos, que hoy cuestan más del doble que hace un mes”.

En síntesis, Asia se encuentra en un punto de inflexión. Mientras Japón opta por una estrategia de prudencia monetaria y revisa sus proyecciones a la baja, China endurece su discurso y condiciona el diálogo a gestos unilaterales de EE. UU. —la región navega entre la presión inflacionaria, la ralentización de la demanda externa y la creciente fragilidad de sus relaciones comerciales con Occidente—. El desenlace de esta guerra comercial no solo determinará el futuro de ambos gigantes asiáticos, sino también el equilibrio económico global en el segundo semestre del año.

México

Durante el primer trimestre de 2025, la economía mexicana logró evitar por estrecho margen una recesión técnica, con un crecimiento del PIB de 0,2% trimestral, según la estimación oportuna del INEGI publicada el 30 de abril. El dato superó levemente las previsiones más conservadoras —como la de Citi, que anticipaba una contracción del 0,4%—, y se sustentó principalmente en un repunte excepcional del sector primario, que avanzó 8,1% trimestral, su mayor crecimiento desde 2011. No obstante, las señales estructurales de debilidad persisten: la industria registró una contracción del 0,3%, acumulando dos trimestres en negativo, mientras que el sector servicios —que representa el 63% del PIB— no mostró variación.

A tasa anual, el PIB mexicano creció 0,6% frente al primer trimestre de 2024, pero las proyecciones de mediano plazo se siguen deteriorando. La Encuesta de Expectativas de Banxico correspondiente a abril redujo la previsión de crecimiento para 2025 de 0,5% a 0,2%, al tiempo que 41% de los analistas consultados consideran probable una contracción en el segundo trimestre, frente al 33% del mes anterior. Para 2026, la expectativa también se corrigió a la baja, pasando de 1,6% a 1,5%, reflejando la creciente cautela del sector privado ante el entorno interno e internacional.

El factor que más pesa en este deterioro es la política arancelaria del presidente Donald Trump, que ha introducido una dosis significativa de incertidumbre sobre las exportaciones mexicanas —especialmente en sectores como automóviles, acero, aluminio y bienes no cubiertos por el T-MEC—. Aunque el mandatario estadounidense ha postergado algunas tarifas, mantiene activas otras medidas proteccionistas, afectando directamente a la inversión y al comercio bilateral. Si bien en el primer trimestre se observó una aceleración anticipada de pedidos por parte de importadores estadounidenses, lo que contribuyó a mantener las exportaciones manufactureras en niveles elevados, este efecto se percibe como transitorio y no garantiza estabilidad en los próximos trimestres.

En materia inflacionaria, la proyección de inflación general al cierre de 2025 se ajustó al alza de 3,80% a 3,90%, mientras que la inflación subyacente —que excluye alimentos y energía— subiría a 3,90%, desde el 3,76% anterior. Aunque las cifras se mantienen relativamente contenidas, su persistencia por encima de la meta del Banco de México podría limitar el margen de maniobra monetaria en un contexto de crecimiento debilitado.

Pese a ello, los analistas encuestados por Banxico recortaron su estimación para la tasa de referencia al cierre de 2025 desde 8,00% a 7,75%, proyectando un relajamiento adicional hacia 7,00% en 2026. Esta expectativa refleja tanto la desaceleración de la actividad como la confianza en una eventual convergencia inflacionaria. En cuanto al tipo de cambio, se espera que el peso mexicano se deprecie moderadamente, ubicándose en 20,81 por dólar al cierre de 2026, una leve revisión frente a la estimación del mes anterior.

En términos políticos, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha intensificado los esfuerzos diplomáticos para contener las presiones comerciales. La presidenta ha sostenido conversaciones directas con Trump y ha desplegado una estrategia de diálogo continuo, enviando funcionarios de alto nivel a Washington semanalmente. Sin embargo, el éxito de estas gestiones es aún incierto, y el riesgo de una profundización de las medidas proteccionistas continúa siendo una amenaza latente para el desempeño económico de México.

En conjunto, México transita por un periodo de crecimiento moderado y elevada vulnerabilidad externa, con un mercado interno frágil, una inversión estancada y un entorno comercial crecientemente adverso. La resiliencia observada en el primer trimestre parece responder más a factores coyunturales que a una mejora estructural, lo que mantiene abiertas las alertas sobre una posible recesión hacia el segundo semestre del año.

Colombia

En marzo de 2025, Colombia registró una tasa de desempleo nacional del 9,6%, la más baja para ese mes desde 2017, lo que fue interpretado inicialmente como un signo positivo de recuperación laboral. Sin embargo, un análisis más detallado evidencia desafíos estructurales persistentes en el mercado de trabajo, reflejados en un aumento de la informalidad, que alcanzó el 57,7 % de la población ocupada —1,6 puntos porcentuales más que hace un año—. De los más de un millón de empleos creados en marzo, el 92% fueron informales y 621.000 correspondieron a trabajadores por cuenta propia, lo que sugiere que gran parte de las nuevas ocupaciones no se están generando en el sector formal.

Esta dinámica ha sido objeto de preocupación por parte de algunos líderes gremiales. Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, señaló el crecimiento de empleos de baja calidad, mientras Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, expresó reservas frente a la forma en que se presentan estos resultadosSi bien se reconoce el avance en los indicadores de ocupación, persisten retos en cuanto a calidad y sostenibilidad del empleo, especialmente considerando que los ingresos promedio en el sector informal son aproximadamente 20% inferiores al salario mínimo.

En materia fiscal, el panorama sigue siendo desafiante. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha condicionado la continuidad de la Línea de Crédito Flexible (LCF) —equivalente a US$9.800 millones— a la presentación del nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo, prevista para junio. Hasta el momento, el Gobierno no ha detallado los recortes presupuestales solicitados por el Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF), que estima la necesidad de ajustes por hasta $75 billones para cumplir la meta fiscal. La inflexibilidad creciente del gasto y un déficit heredado del 6,7% del PIB en 2024 elevan el riesgo de que Colombia pierda el acceso a esta herramienta de respaldo externo.

Desde el Ejecutivo, se han planteado opciones como anticipos de renta y reformas tributarias en trámite, aunque aún sin lineamientos concretos de ajuste. Por su parte, el Banco de la República mantuvo una posición prudente al reducir su tasa de intervención de 9,5% a 9,25%, sustentado en la desaceleración progresiva de la inflación —que se ubicó en 5,1% en marzo— y una relativa estabilidad cambiaria. El gerente Leonardo Villar reiteró que la política monetaria sigue siendo contractiva y reafirmó la autonomía del Banco, en respuesta a los recientes cuestionamientos del presidente Petro sobre su rol en la dinámica fiscal.

En el ámbito legislativo, continúa la expectativa sobre la implementación de la reforma pensional, cuya entrada en vigencia está prevista para el 1 de julio. Una demanda por posibles vicios de trámite podría derivar en una revisión por parte de la Corte Constitucional. Mientras tanto, ya se han producido efectos prácticos, como el inicio del traslado anticipado de recursos pensionales desde febrero, lo que subraya la necesidad de definiciones jurídicas oportunas.

Adicionalmente, el presidente Petro presentó su propuesta de consulta popular laboral, que incluye 12 preguntas relacionadas con formalización, licencias especiales, recargos dominicales y equidad de género. El debate político en torno a esta iniciativa se ha intensificado, con voces que plantean posibles movilizaciones en caso de que el Congreso no dé vía libre. Desde sectores opositores y empresariales, se han manifestado inquietudes sobre la viabilidad financiera de algunas propuestas y su impacto sobre el mercado laboral formal.

En medio de estas tensiones, se destacan avances institucionales, como la firma del contrato del primer APP férreo del país por parte de la ANI. El proyecto contempla una inversión de $3,39 billones para rehabilitar 526 kilómetros entre La Dorada y Chiriguaná, y generaría más de 32.000 empleos, lo que representa una apuesta relevante por la modernización logística y la eficiencia en el transporte de carga.

En cuanto a la confianza empresarial, los indicadores de marzo reflejaron señales mixtas. El Índice de Confianza Comercial retrocedió a 21,8%, mientras que el Índice de Confianza Industrial subió levemente a 2,1%. Sin embargo, las expectativas de generación de empleo industrial descendieron, al tiempo que aumentó la preocupación por el contrabando, lo que evidencia un entorno empresarial aún cauteloso frente a la evolución regulatoria y el consumo interno.

En conjunto, Colombia atraviesa una coyuntura económica compleja: si bien hay señales de mejora en algunos frentes, subsisten interrogantes sobre la calidad del empleo, la sostenibilidad fiscal y el equilibrio institucional. La recuperación de la confianza del mercado dependerá de la capacidad del Gobierno para avanzar en ajustes técnicamente sólidos y creíbles, en un entorno externo exigente y con presiones internas relevantes.

Renta Variable

La renta variable global cerró la semana con un desempeño ampliamente positivo, impulsado por señales de distensión en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, un entorno macroeconómico más benigno y resultados empresariales mejores de lo esperado. En Wall Street, el S&P 500 se apreció un 2,9%, el Dow Jones un 3,0% y el Nasdaq un 3,4%, apoyados en datos laborales sólidos y la expectativa de que se reanuden las negociaciones con Pekín. La moderación del tono por parte de la Casa Blanca —incluyendo declaraciones favorables a una revisión de los aranceles— y la reducción de tensiones políticas con la Reserva Federal han devuelto algo de previsibilidad al escenario institucional, lo que ha sido interpretado como una señal favorable para los activos de riesgo.

En Europa, el FTSE 100 del Reino Unido destacó al marcar una racha histórica de 15 sesiones consecutivas al alza, reflejo del apetito por riesgo y la mejora en los datos de crecimiento e inflación en la eurozona. El Stoxx 600 también subió, liderado por sectores industriales y tecnológicos, en tanto que los mercados de Alemania y Francia acompañaron la tendencia con avances relevantes. La estabilidad de los precios y la resiliencia del mercado laboral han reforzado el argumento de un aterrizaje suave en la región, mientras crece la expectativa de que el Banco Central Europeo inicie su ciclo de recortes de tasas en junio.

En Colombia, el mercado accionario mantuvo un comportamiento estable. El índice COLCAP cerró la semana con una leve variación positiva del 0,33%, ubicándose en 1.642 puntos. Las acciones de ISA destacaron con una apreciación semanal del 6,9%, mientras que emisores como Terpel (+1,80%) y Ecopetrol (+0,58%) mostraron avances moderados, este último a pesar de la presión persistente sobre los precios internacionales del petróleo. En contraste, Conconcreto lideró las pérdidas con una caída del 1,55%, reflejando una toma de utilidades tras jornadas previas de apreciación.

A nivel global, el repunte de la renta variable ha sorprendido a muchos inversionistas institucionales que mantenían un posicionamiento conservador tras el endurecimiento de las condiciones financieras. El S&P 500 acumuló un avance del 4,6% en solo cinco jornadas, mientras el Nasdaq ganó un 6,7% y el EuroStoxx 50 subió un 4,3%. Este rally se explica por una combinación de factores técnicos y fundamentales: el reposicionamiento forzoso de gestores ante el inesperado cambio de narrativa, la moderación en los discursos de los bancos centrales y los sólidos resultados de empresas líderes, como Alphabet, que reafirmaron la fortaleza estructural del sector tecnológico estadounidense.

La posibilidad de una flexibilización monetaria más rápida en caso de que la desaceleración se intensifique —reconocida abiertamente por miembros de la Reserva Federal— ha añadido un catalizador adicional. Simultáneamente, el fin del régimen de “de minimis” en EE.UU. golpea directamente a plataformas chinas como Temu y Shein, pero el mercado ha interpretado esta medida como parte de una estrategia más amplia de negociación, más que como una señal de escalada irreversible.

No obstante, el entorno sigue siendo frágil. A pesar del entusiasmo reciente, los analistas aún no han incorporado plenamente el impacto de los nuevos aranceles en sus proyecciones, y persisten dudas sobre la sostenibilidad del consumo privado y la recuperación industrial. El mercado, por ahora, ha optado por anticipar un escenario de normalización paulatina, pero cualquier deterioro inesperado en los indicadores podría desencadenar episodios de alta volatilidad.

En síntesis, la renta variable atraviesa un momento de recuperación técnica con fundamentos que aún deben consolidarse. Mientras persista la duda, el escepticismo seguirá siendo combustible para un rally que ha descolocado a muchos. Pero el verdadero test será si los datos de inflación, actividad y política monetaria que se conocerán en las próximas semanas confirman que el rebote puede convertirse en tendencia.

 

Renta Fija

La renta fija global vivió una semana de ajustes moderados, marcada por un contexto mixto en términos de expectativas monetarias y fiscales. En Estados Unidos, los bonos del Tesoro experimentaron una presión vendedora relevante, especialmente en los tramos corto y medio de la curva. El rendimiento del bono a 10 años repuntó hasta el 4,31%, su nivel más alto de la semana, mientras que el bono a 2 años subió 7,6 puntos básicos, en respuesta a señales de un mercado laboral aún resiliente y persistentes presiones salariales. Este movimiento se tradujo en un aplanamiento bajista de la curva, reflejando una reducción en las apuestas de recortes por parte de la Reserva Federal. Al cierre, el mercado ajustó las expectativas: el recorte implícito para junio bajó de 14 a 8 puntos básicos, y el total previsto para 2025 se redujo a 77 puntos desde los 91 esperados la semana anterior.

En Europa, la deuda soberana replicó parcialmente las presiones observadas en EE.UU. Los bunds alemanes lideraron las pérdidas con incrementos generalizados entre 7 y 8 puntos básicos, y el rendimiento del bono a 10 años alcanzó el 2,52%. En contraste, los gilts británicos mostraron mayor estabilidad, con alzas más contenidas entre 1 y 3 puntos básicos. El ajuste responde a la revisión a la baja de las apuestas de recorte del Banco Central Europeo, ahora en 60 puntos básicos para lo que resta de 2025, mientras el mercado mantiene una expectativa más agresiva para el Banco de Inglaterra, con cerca de 93 puntos descontados en el año.

En Colombia, la curva de TES en pesos presentó un comportamiento mixto. El recorte de tasas del Banco de la República —más agresivo de lo previsto— hasta el 9,25% estimuló la demanda por títulos de corto plazo, como el TES noviembre 2027, que se valorizó 15,9 puntos básicos. No obstante, los temores fiscales derivados de la consulta popular laboral y la suspensión de la Línea de Crédito Flexible por parte del FMI impactaron negativamente los tramos largos de la curva. Títulos como el TES octubre 2050 (+22,2 pbs), julio 2046 (+20,0 pbs) y mayo 2042 (+18,5 pbs) reflejaron una desvalorización considerable. La incertidumbre sobre el rumbo de la política fiscal ha elevado la percepción de riesgo país, presionando al alza los rendimientos en los vencimientos más largos.

En el segmento de TES UVR, las valorizaciones en referencias como UVR julio 2025 (-10,3 pbs) y abril 2035 (-10,2 pbs) estuvieron alineadas con una mejora en las expectativas inflacionarias, apoyadas en el descenso de la inflación básica. Sin embargo, papeles como UVR marzo 2033 (+3,0 pbs) y mayo 2055 (+2,6 pbs) mostraron ligeras pérdidas, sugiriendo una lectura más prudente del mercado ante las incertidumbres de mediano y largo plazo.

En el frente de gestión de deuda, el Ministerio de Hacienda anunció un aumento en el monto convocado en las subastas de TES a largo plazo, que pasará de COP $750 mil millones a cerca de $1 billón, en respuesta a una mayor demanda institucional. Además, se reactivarán las operaciones de canje con los creadores de mercado, priorizando la recompra de títulos con vencimiento entre 2025 y 2028 como parte de la estrategia para manejar el perfil de vencimientos de la Nación.

En conjunto, la renta fija global transita una fase de reacomodo, donde la narrativa de distensión monetaria convive con la persistencia de riesgos estructurales. En Colombia, este equilibrio es aún más delicado, pues al entorno global volátil se suma un panorama fiscal doméstico que exige señales claras de consolidación. En este contexto, el comportamiento de los títulos de deuda seguirá estrechamente ligado a la evolución de las expectativas sobre política económica, credibilidad institucional y trayectoria inflacionaria.

 

Divisas

El mercado de divisas atravesó una semana de relativa estabilidad, aunque marcada por movimientos relevantes en algunas monedas clave, en particular frente al dólar estadounidense, cuya evolución estuvo influida por señales mixtas desde el frente macroeconómico y comercial. Pese a que los datos de empleo de abril en EE. UU. superaron las expectativas iniciales, las revisiones a la baja de meses anteriores, junto con indicios de debilitamiento futuro del mercado laboral, moderaron el entusiasmo del mercado. Esta lectura más moderada —sumada a las crecientes especulaciones sobre una eventual distensión arancelaria con China— debilitó temporalmente al dólar, que retrocedió hasta los 99,51 puntos en el índice DXY tras no superar la resistencia técnica de 100 unidades.

En este entorno, el euro logró alcanzar máximos cercanos a 1,138 antes de retroceder hacia la zona de 1,133, sostenido por el diferencial de crecimiento económico y la percepción de que el BCE podría mantener su hoja de ruta monetaria con mayor previsibilidad que la Fed. No obstante, el euro cerró la semana con una caída del 0,6 %, afectado por temores sobre el impacto que nuevos aranceles puedan tener sobre las multinacionales europeas. Frente al yen japonés, la moneda única avanzó un 0,8 % semanal, aprovechando la inacción del Banco de Japón y el fortalecimiento del “carry trade” como estrategia dominante. En contraste, frente a la libra esterlina, el euro cedió 0,4%, reflejando la relativa resiliencia económica del Reino Unido, a pesar de tensiones políticas internas.

El dólar, por su parte, se vio apuntalado en la segunda mitad de la semana por la persistencia de presiones salariales en EE. UU., el aumento de la aversión al riesgo —ante el eventual regreso de medidas proteccionistas por parte de la administración Trump— y una mayor necesidad de endeudamiento del Tesoro estadounidense. Esta combinación de factores reforzó la expectativa de una Reserva Federal más paciente frente a los recortes, lo que fortaleció al dólar un 0,6% frente a su canasta de pares.

Entre las monedas emergentes, destacó el repunte del yuan chino (+1,0%), favorecido por señales oficiales de apertura al diálogo comercial con Washington. El real brasileño (+0,5%) también mostró fortaleza, impulsado por una narrativa macroeconómica más proinversión y flujos favorables hacia mercados emergentes selectivos. En cambio, el peso chileno (-1,4%) encabezó las depreciaciones regionales, afectado por una política monetaria restrictiva y debilidad en el cobre.

En Colombia, el peso cerró la semana con una depreciación del 0,7%, situándose como una de las divisas más débiles entre sus pares. La moneda local fue presionada por una combinación de factores internos: el recorte de tasas por parte del Banco de la República a 9,25%, interpretado como más agresivo de lo previsto; la suspensión del acceso a la Línea de Crédito Flexible del FMI, que elevó la percepción de riesgo país; y el deterioro en la confianza inversora ante la incertidumbre fiscal y política. A ello se sumó la caída en los precios del crudo, lo que redujo el flujo de dólares al país y debilitó aún más la cotización del peso. La TRM para el 2 de mayo se ubicó en $4.222,25, con una variación mensual del +1,76% y un aumento interanual del +8,29%. En el cierre semanal, el dólar se transó en $4.243, lo que representa un incremento de $21 frente al promedio oficial.

En suma, el mercado cambiario global sigue oscilando entre narrativas de cautela y apetito selectivo por riesgo, con una elevada sensibilidad a la evolución de las tensiones comerciales y los próximos movimientos de los bancos centrales. En este escenario, las monedas emergentes, y en particular el peso colombiano, seguirán expuestas a una alta volatilidad en tanto no se disipe la incertidumbre fiscal interna ni se consolide una tendencia clara en los precios internacionales del petróleo.

Commodities

El comportamiento de las materias primas durante la última semana reflejó una dinámica heterogénea, marcada por factores técnicos, geopolíticos y expectativas divergentes sobre la demanda global. El mercado energético, en particular, volvió a situarse en el centro de las preocupaciones de los inversionistas tras una marcada corrección en los precios del crudo. Las referencias WTI y Brent registraron caídas acumuladas del -7,5% y -8,1%, respectivamente, cerrando en USD 58,29 y USD 61,45 por barril —niveles no vistos en varios meses—, en un contexto de creciente nerviosismo sobre el futuro inmediato de la oferta global.

La presión bajista en los precios del petróleo respondió, principalmente, a la expectativa de un eventual aumento de cuotas de producción por parte de la OPEP+ en su reunión del 5 de mayo. A ello se sumó la intensificación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que reactivó ventas técnicas por parte de fondos especulativos y acentuó la volatilidad del mercado. Aunque los inventarios de crudo en EE. UU. mostraron una reducción y los datos de empleo sorprendieron positivamente, estos factores no lograron revertir la tendencia bajista. Arabia Saudita, además, envió señales al mercado de su disposición a tolerar precios más bajos como estrategia para ganar participación de mercado, lo que contribuyó a consolidar el sesgo negativo.

En el segmento de metales preciosos, el oro y la plata también cedieron terreno. El primero retrocedió -2,4 % hasta USD 3.240 por onza, mientras que la plata cayó -3,3% hasta USD 32 por onza. Estas correcciones estuvieron influenciadas por la apreciación del dólar y una moderación de los temores geopolíticos que habían sostenido su demanda como refugio en semanas previas. No obstante, en términos acumulados, el oro mantiene un desempeño notable en 2025, con una revalorización cercana al 26%, y se consolida como uno de los activos defensivos preferidos del año, lo que refleja la persistente cautela de los inversionistas frente a posibles disrupciones macroeconómicas y políticas.

En metales industriales, el cobre registró una caída semanal del -4,5%, cerrando en USD 467,3 por tonelada, arrastrado por un doble impacto: por un lado, el anuncio del Grupo Internacional de Estudios del Cobre (ICSG) sobre un superávit global de 500 mil toneladas; y por otro, las señales de enfriamiento industrial en China —el mayor consumidor mundial del metal—, que generaron una oleada de ventas adicionales y pusieron en entredicho la sostenibilidad de la recuperación observada semanas atrás.

Con todo, el balance semanal de las materias primas sigue siendo frágil. La caída del petróleo y los metales preciosos contrasta con una recuperación parcial en algunos metales industriales, que avanzaron cerca de 8% en los últimos días, aunque con un saldo mensual aún negativo. En este escenario, la evolución futura de los commodities dependerá en gran medida de las decisiones de producción de la OPEP+, la evolución del conflicto arancelario entre Estados Unidos y China, y la capacidad de las principales economías para sostener su ritmo de crecimiento en un entorno global cada vez más incierto.

Panorama Final

La economía global transita por un momento de equilibrio inestable, en el que los gestos de distensión comercial conviven con profundas tensiones estructurales. La retórica moderada adoptada por Estados Unidos, en el contexto de su política arancelaria, busca ofrecer una señal de racionalidad tras semanas de alta volatilidad. Las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial evidenciaron que el escenario central para los mercados ya no es el de una ruptura abrupta, sino el de una desvinculación económica progresiva con China, articulada a través de un esquema tarifario más predecible, pero aún elevado. Esta transición no implica un retorno a la estabilidad previa, sino un reordenamiento del sistema comercial global con nuevas fricciones y menor visibilidad.

Pese al aparente repliegue de los riesgos extremos, los costos ya incorporados al sistema económico son significativos. El aumento sostenido en la tarifa promedio de EE. UU. —que hoy triplica los niveles de hace dos años— ha afectado los flujos comerciales, distorsionado las cadenas de valor y generado una pérdida de confianza que persiste. La desaceleración del comercio mundial es clara: las exportaciones asiáticas muestran contracción, y el tráfico marítimo entre los principales puertos del Pacífico refleja una menor actividad que anticipa un segundo trimestre débil en términos de demanda global.

Estados Unidos mantiene un crecimiento irregular. Aunque el empleo se sostiene, el PIB del primer trimestre se contrajo levemente, y el consumo presenta señales de fatiga. La Reserva Federal sigue evaluando si su estrategia debe priorizar la desinflación o el riesgo de una desaceleración más aguda, mientras el mercado ya descuenta una pausa prolongada en los recortes de tasas.

En Europa, la actividad económica muestra señales de agotamiento tras un primer trimestre débil. La confianza empresarial cayó nuevamente, y aunque la inflación general se modera, el componente subyacente mantiene presión sobre el Banco Central Europeo, que se inclina por un recorte gradual de tasas a partir de junio.

Asia se enfrenta a un entorno cada vez más restrictivo. China, en particular, redobla sus estímulos internos en respuesta a una desaceleración industrial y al endurecimiento de las barreras comerciales de Occidente. En Japón, el Banco Central mantiene una postura vigilante ante la posibilidad de nuevas disrupciones externas, con especial atención a la evolución del tipo de cambio.

En América Latina, Colombia y México concentran la atención. En Colombia, la mejora en el indicador de desempleo se ve opacada por el aumento de la informalidad, en un contexto donde las señales fiscales siguen siendo motivo de cautela. La suspensión temporal de la Línea de Crédito Flexible del FMI y la falta de un marco fiscal actualizado han elevado el nivel de escrutinio sobre la sostenibilidad de la política económica. Al mismo tiempo, el Banco de la República optó por una reducción prudente de tasas, mientras el mercado vigila de cerca la evolución del gasto público y la reforma pensional.

México, por su parte, evitó una recesión técnica gracias al impulso del sector agrícola, pero las expectativas para 2025 han sido recortadas a solo 0,2 %, reflejo de una inversión estancada y una creciente vulnerabilidad externa frente a la política comercial de EE. UU. La gestión diplomática del gobierno ha sido intensa, pero aún no logra disipar del todo los riesgos sobre el comercio bilateral ni garantizar un entorno más predecible para las exportaciones.

En síntesis, aunque los mercados globales han reaccionado positivamente a ciertas señales de moderación, el trasfondo económico continúa marcado por un alto grado de incertidumbre. Las tensiones geopolíticas, la fragmentación comercial y las dudas sobre la capacidad de ajuste de los países emergentes configuran un escenario en el que la resiliencia dependerá, más que nunca, de la credibilidad institucional, la disciplina fiscal y la capacidad de adaptación estructural.

 

Análisis Especial — Informe FMI: “World Economic Outlook – A Critical Juncture amid Policy Shifts”

El más reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) alerta que la economía global se encuentra en una encrucijada crítica, marcada por un entorno de elevada incertidumbre, cambios abruptos en las políticas económicas, tensiones comerciales persistentes y vulnerabilidades estructurales aún sin resolver. A pesar de signos incipientes de estabilización en 2024 —reflejados en una desaceleración gradual de la inflación y cierta normalización de los mercados laborales—, la irrupción de nuevas barreras comerciales, especialmente los aranceles generalizados impuestos por Estados Unidos desde abril, ha elevado el riesgo de correcciones desordenadas en los mercados financieros internacionales.

Desde una perspectiva estructural, el FMI advierte que el deterioro en las condiciones financieras, la elevada carga de deuda y los crecientes costos fiscales podrían converger hacia un escenario de trade-offs más complejos entre estabilidad de precios, crecimiento y sostenibilidad fiscal. Las economías emergentes —incluyendo a Colombia— enfrentan riesgos particulares en este contexto, dado que el endurecimiento de las condiciones externas puede traducirse en salidas de capital, depreciación cambiaria, aumento de primas de riesgo y tensiones en la balanza de pagos.

Colombia: bajo presión externa con márgenes fiscales estrechos

El informe estima que el crecimiento del PIB colombiano se desacelerará a 2,4% en 2025, tras registrar apenas un 0,7% en 2023 y 1,7% en 2024, evidenciando un patrón de recuperación débil frente al promedio histórico. Esta moderación responde a múltiples factores: restricciones fiscales internas, deterioro de los términos de intercambio, bajo dinamismo del consumo privado y un entorno externo más hostil. En cuanto a la cuenta corriente, el FMI proyecta un déficit del 2,4% del PIB en 2025, lo cual, aunque manejable, refleja vulnerabilidad estructural frente a choques externos.

En materia inflacionaria, Colombia muestra una tendencia de corrección positiva: la inflación promedio anual pasaría del 11,7% en 2023 al 6,6% en 2024, y se proyecta en 4,7% para 2025, con expectativas de alcanzar el rango meta del Banco de la República hacia 2026. Sin embargo, este ajuste ocurre en un contexto de debilitamiento del crecimiento, lo cual dificulta la recuperación del empleo y la inversión productiva.

Diagnóstico global y recomendaciones estratégicas

El informe enfatiza que los bancos centrales deben mantener una postura monetaria flexible pero vigilante, evitando recortes prematuros de tasas en contextos donde las expectativas inflacionarias no se han consolidado. En paralelo, se hace un llamado a los gobiernos para avanzar en reformas fiscales creíbles, eliminar subsidios regresivos, ampliar las bases tributarias y reordenar el gasto público hacia inversión y protección social eficiente.

A nivel internacional, el FMI propone restaurar un entorno comercial estable y predecible, impulsar la cooperación multilateral y fortalecer los marcos de regulación financiera —incluyendo la implementación completa de Basilea III— para reducir vulnerabilidades sistémicas. Asimismo, subraya la urgencia de abordar las transformaciones demográficas, los flujos migratorios, y el desafío estructural de elevar el crecimiento potencial a través de reformas en mercados laborales, productivos y financieros.

 

Nota del Autor:

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Enrique Ariza

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