En carta pública del 18 de octubre de 2019 dirigida a la que llamó “Familia EPM”, Quintero Calle, entonces candidato, escribió:
“…nombraré en EPM una gerencia confiable, técnica y responsable (…) Trabajaré para establecer un gobierno corporativo que le dé estabilidad en el tiempo a la gerencia (…) invertiremos en el talento humano de su gente y nos soportaremos en su carácter técnico para la toma de decisiones”
Nunca antes una promesa electoral había sido incumplida en forma tan cínica y descarada.
Primero vino el nombramiento de una Junta Directiva compuesta por personajes desprovistos de todo conocimiento en servicios públicos y sin ejecutorias empresariales conocidas. Haciendo gala de una desmesurada indignidad, esos directivos han acolitado adocenadamente todos los desafueros de quien terminó convertido en su patrón.
Las vicepresidencias se llenaron igualmente de ignorantes en servicios públicos que por toda experiencia no podían acreditar más que pequeños cargos de quinto nivel en dependencias gubernamentales. A fin de cuentas, solo quedó un vicepresidente con trayectoria en EPM, quien resultó más servil que los recién llegados y se comportó miserablemente con sus propios compañeros de vieja data.
El proceso de desprofesionalización de EPM y sus filiales se ha extendido desde la alta dirección a la gerencia media y está llegando a nivel de los profesionales. Esto es gravísimo pues conduce a crecientes errores y aumenta los riesgos de corrupción pues la idoneidad profesional y la ética laboral son la primera barrera de contención de ese flagelo.
Son muchos los profesionales y directivos que, a la primera oportunidad, han salido huyendo de EPM para no tener que soportar el ambiente sórdido de incompetencia y corrupción que se extiende a todos los niveles. Se presenta así la situación impensable hace años: la gente tratando de irse de la empresa a la que todo mundo quería entrar.
Como si fuera poco, se ha desatado un régimen de terror e intimidación contra los directivos y profesionales de tradición cuya más ostensible manifestación es el retiro humillante de la Doctora Mónica Ruiz, funcionaria con 25 años de trayectoria, a quien, en un momento de crisis, la Junta Directiva encontró idónea para encargarla de la gerencia general.
Al mismo tiempo que se prescinde de profesionales experimentados y competentes, se crean dependencias claramente burocráticas y sobre medida para las amigas del alcalde y el gerente: “Gestión de Relaciones con el Gobierno Nacional” y “Gestión de Relaciones con el Gobierno Local y Regional”.
Sacando profesionales de larga experiencia, se han apoderado de la Vicepresidencia de Talento Humano, pomposamente llamada “Experiencia del Empleado y Soluciones Organizacionales”. Esta toma representa una amenaza para todos los profesionales de EPM a quienes no puedo dejar de recordarles el célebre poema de Martin Niemöller:
“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio, ya que no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté, ya que no era judío
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar”.
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