“La gente es terca y estúpida. Son irracionales. Son destructivos.”
Lauren Oliver
Si hay alguna inscripción en la puerta de entrada al mundo de los vivos, a la tierra; así como la descrita por Dante en la entrada al infierno, es esta de Lauren Oliver. Somos tercos, sin duda. Estúpidos, confirmado. Irracionales, solo mira las decisiones que tomamos. Destructivos, mira como el progreso dejó los campos. ¡Que raza canalla somos!
¿Puede haber una mejor descripción para nuestra raza maldita? Ya tiramos nuestro mundo al fregadero por andar dizque en búsqueda del progreso, y un futuro mejor del que cualquiera imagina. ¡Le echamos la culpa a Smith y su libre mercado! Culpa de nuestra irracionalidad. Siempre tercos. Siempre estúpidos. Siempre humanos, muy humanos. ¡Le echamos la culpa a Marx! Porque ese nos volvió perezosos, y a los que no los mandó a tomar las armas. Culpa de nuestra irracionalidad. Siempre destructivos. El hombre por el hombre. El hombre con o sin sociedad es igual un lobo que solo busca comerse lo que se atraviese en su camino.
Y gritamos: “¡Una sociedad libre, sana… llena de transparencia!”. ¿Transparencia? ¿Somos agua acaso? ¡No! Ya acabamos con el agua también. Siempre destructivos. Siempre tan tercos. ¡Otra intempestiva! Hablamos de transparencia con consciencias oscuras; doble moral, así lo llaman algunos, pero así predicamos todos. Pero el transparente es acusado o muere; el de moral distraída persiste y llega a ser llamado ‘víctima’. Nos convertimos en asesinos, todos nosotros: asesinamos con la palabra, con el actuar. ¡Qué estúpidos y tercos! Todos con esa ley del “ojo por ojo”… y no nos damos cuentas que todos nos quedamos ciegos.
¡Qué creativos somos a la hora de destruir! ¡Qué tercos somos a la hora de crear!
¡Más intempestivas! El mundo no es a color, es a blanco y negro. No hay matices: se es rico o pobre. El rico más rico se hace más rico, mientras el pobre es explotado y hasta maltratado en calles estrechas, asfaltos húmedos y pequeños apartamentos a los que mal llaman hogar muchas veces. A blanco y negro: tienes el poder o te quedas sin él. ¿Qué hace el pobre? No se trata de venganza, es supervivencia. De igual manera es castigado. ¡Qué irracionales! Quienes robaron primero disfrutan, los que roban a la segunda lo padecen.
¿Es momento de saltar? ¿Volar o caer? ¿Derribar muros? ¡No! Entonemos nuestro réquiem… pues hemos llegado al fin.
Por nuestra naturaleza terca y estúpida, nuestra malvenida irracionalidad y magnifico talento destructivo nunca podremos volver atrás. Con toda seguridad. ¡La última intempestiva! No sé qué va a pasar, nadie lo sabe, ¿se trata simplemente de seguir adelante desbocados siempre irracionales? Levantar cabeza para no olvidar y cantar el réquiem. Después de la muerte debe haber vida.
¡Bienvenidos! Al mundo libre. Les brindamos la capacidad de elegir. Inclusive pueden elegir la opción equivocada. Bonito mundo, ¿no?
“Repetí el mantra: “El pasado está muerto, no existe”. Pero repetirlo no ayuda.”
Lauren Oliver
[…] usted señor lector ya ha leído el primer Réquiem es porque ha empezado a entonarlo, y estamos parados el uno junto al otro al borde de este abismo […]