“¿Así como la teoría de costos de transacción en algún momento llevó a concluir que la deslocalización industrial era una alternativa ventajosa, no es en este momento razonable pensar que el contexto actual y la misma teoría de costos de transacción hacen de la relocalización de algunas industrias una alternativa apropiada?”
Pensar que si las cosas han sido de determinada forma entonces serán iguales por siempre, es una tendencia del ser humano; como lo es el no preguntarse si muchas de las premisas que asume como verdaderas realmente lo son.
La pandemia y el conflicto entre Rusia y Ucrania muestran que la primera tendencia lleva a un razonamiento erróneo; las cosas pueden cambiar, pueden empeorar, y nuestros actos tienen influencia sobre nuestro entorno. La segunda tendencia también es errónea; a las ideas que se asumen como verdaderas hay que leerlas en un contexto histórico y geográfico específico; de lo contrario, se corre el riesgo de emitir conclusiones anacrónicas. No estamos repitiendo la segunda guerra mundial, no estamos repitiendo la guerra fría, estamos ante una situación propia de nuestro tiempo; y como tal, si bien es obvio que tienen antecedentes y debemos tener muy presentes los aprendizajes del pasado, tenemos que construir caminos apropiados para el tiempo que vivimos.
Las dos situaciones antes mencionadas, la pandemia y el conflicto, han impactado de forma negativa nuestra economía; ralentizando el comercio, encareciendo la disponibilidad de bienes, afectando el tipo de cambio frente al dólar, y con todo esto ha influido en el desempleo y el desempeño de muchos sectores; en un momento donde nuestro PIB crece pero el empleo sigue contraído. La economía colombiana es un barco de papel en una alberca, y esta condición no se puede mejorar si como país no buscamos alternativas apropiadas para nuestro contexto, sino empezamos a tomar medidas en materia de política económica diseñadas a nuestra medida.
La crisis de los contenedores ha afectado negativamente a muchas economías, incluyendo la nuestra, trayéndonos escasez e inflación, mostrándonos una vez más las dificultades que conlleva depender en tan alto grado de bienes e insumos que se producen en otro lado; no solo dependemos de quien las produce, sino de quien las trae. Algunos afirman que esta situación se debe a la pandemia, y otros aseveran que es un fenómeno especulativo; lo más probable es que sea un poco de los dos.
Ante esta situación, vale preguntarnos de forma honesta y sensata: ¿Así como la teoría de costos de transacción en algún momento llevó a concluir que la deslocalización industrial era una alternativa ventajosa, no es en este momento razonable pensar que el contexto actual y la misma teoría de costos de transacción hacen de la relocalización de algunas industrias una alternativa apropiada?
Debemos evaluar esta posibilidad teniendo en cuenta los aprendizajes del pasado, pero entendiendo que son las condiciones del contexto actual, así como nuestros objetivos a futuro como nación, los que deben permitirnos revisar la verdadera viabilidad y potencial d esta idea.
Una vez más, la política industrial es un punto que se debe incluir en la agenda nacional. Esperemos que los encargados de construir la agenda así lo entiendan.
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