La guerra entre Rusia y Ucrania renueva los extremos ideológicos en América Latina 

«Los regímenes latinoamericanos que para los Estados Unidos están fuera de los límites de las democracias liberales, como Cuba, Venezuela y Nicaragua, se ‘fortalecen’ por su estrecha relación que tienen con Rusia, China o Irán”.


Pareciera que el conflicto militar que se ha desatado con el ataque de Rusia a Ucrania, queda demasiado lejos de América Latina. Unos 10 mil kilómetros nos separan, sin embargo, existen muchas posturas y creencias ideológicas que reducen esta distancia geográfica.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y con el comienzo de la Guerra Fría, América Latina fue un territorio en donde se desarrollaron movimientos y conflictos políticos, teniendo como protagonista la figura del comunismo ruso, convirtiéndose en el gran fantasma para los Estados Unidos y su influencia continental.

Ahora en pleno siglo XXI, con una economía globalizada y en donde el recuerdo del socialismo soviético es la gran reminiscencia de aquellas épocas en donde había dos bandos claros en el mundo, Rusia sigue jugando un papel muy especial en la conformación del mapa político regional.

Para nadie es un secreto que los regímenes latinoamericanos que para los Estados Unidos y los países de occidente están fuera de los límites de las democracias liberales, como Cuba, Venezuela y Nicaragua, se “fortalecen” por su estrecha relación que tienen con Rusia, China o Irán.

De ahí que estos tres países hayan aplaudido las acciones militares de Rusia en Ucrania y defienden a Vladimir Putin a muerte. Otros gobiernos latinoamericanos como el de Argentina y Brasil, han mostrado una postura un poco más “neutral”, rechazando la violencia pero sin ninguna referencia directa a las agresiones por parte del Kremlin.

Mientras que México y Chile han sido más enérgicos en los reclamos y han expresado su rechazo a la invasión rusa a Ucrania.

Pero a nivel diplomático, no es nada fácil para los países latinoamericanos expresar una reacción propia ante estos eventos, ya que se podría interpretar como la afiliación hacia uno u otro bando, en el caso continental representados por Rusia y Estados Unidos (como en la Guerra Fría).

Sobre todo porque en la percepción del colectivo social, sigue en juego la idea de que si estás a favor de uno, te conviertes en automático en el enemigo del otro.

Es decir, las ideologías que permearon en América Latina en contra del “imperialismo yanqui” y que en algunos casos dieron pie a las guerrillas, siguen siendo la manera en que en automático se intenta reducir una realidad, en donde todo lo que esté en contra de los Estados Unidos es favorable para el mundo.

Sin embargo, no necesariamente es así. En un entorno globalizado como el actual, en donde la interrelación entre los países, sus economías y los mercados, rebasan los límites ideológicos y geográficos, las acciones como la de Rusia en contra de Ucrania tendrán repercusiones negativas en prácticamente todas las naciones de una u otra manera.

Los mercados bursátiles fueron los primeros en reaccionar de forma negativa. Luego el precio del petróleo subió a niveles inusuales y ahora las proyecciones apuntan a problemas de desabasto de energéticos.

Con esto aumentarán los precios de los combustibles, luego las materias primas y finalmente los consumidores verán reflejado esto en los productos básicos.

Mientras más tarde en resolverse el problema militar, más efectos negativos habrá en las economías de todos los países.

Entonces las acciones de Rusia desafiando a occidente, no es solamente la idea de reivindicarse como la potencia del bloque opositor, sino que en realidad ha puesto al mundo en una situación inexplicable y dadas las condiciones actuales, los efectos pueden ser impredecibles.

Esto sin tomar en cuenta que desde la perspectiva humana, esta guerra es inaceptable. También es un retroceso para la diplomacia y el poder que había ganado para evitar conflictos armados de gran escala.

Y aunque por el momento parezca un poco exagerado, también es un golpe frontal contra la estabilidad del sistema democrático liberal, aumentando las posibilidades de que la figura de Putin impulse la propagación de gobiernos autoritarios “nacionalistas”.

Con estas consideraciones, se renueva la idea de que América Latina sea eventualmente el escenario en donde las ideas radicales representadas por las potencias antagónicas, tomen impulso y se materialicen en movimientos que revivan esa disputa entre los buenos y los malos, los progresistas y los conservadores o los imperialistas contra los socialistas.

 

Daniel Higa Alquicira

Nací en México y estudié periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); me encanta el fútbol, la música, el cine, la literatura y los viajes. Además de un buen café, la cerveza, tequila y mezcal (puro sabor mexicano). También me encanta platicar con las personas y descubrir lo que piensan y lo que sienten. Soy un enamorado (y lo digo con todo el romanticismo posible) del poder que tienen los individuos para cambiar su entorno a través de acciones simples y que la mayoría de las veces, pasan desapercibidas. La tarea que me he propuesto es encontrarlas y hacerlas visibles.

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