«Ha sido preciso que yo te ame para llegar a comprender que la más mediocre o la peor de las personas humanas es digna de inspirar allá arriba el sacrificio de Dios.» Marguerite Yourcenar
Fugazmente rota, lacera las entrañas mientras culpa la derrota, del poder consorte para justificar la sumisión cuando la emoción por piedad romantiza la inopia. Se asoma en el complejo la desdicha de los caminos en aquel cuerpo cuando el deseo le compra.
Narrar las congojas ante sórdidos que ignoraron en sus leyes la inefable magia de la vida cíclica que brota. Desprecio con la piel a una mente maltratada que soporta la tortura de regímenes que a ciertas almas de su moral despojan, presas del discurso, un insulto su persona.
Esclava entre los esclavos, callada en la mesa que sirve con diligencia de la cual otros dependen y es inocua, con honor toda humillación en el silencio más íntimo perdona. Entre cadenas invisibles, mayorías minimizadas sostienen el peso de la existencia cuando la guerra le provoca, sutil y relevante aporte que limpia llagas mientras cristalinas lágrimas le ahogan.
Memoria del hogar, es el vientre y la sangre que humildemente arropa, llamada a parir serviles y linajes que no pocas veces destierran su honra que la hace propia. Victimaria cuando niega, violación no existe para pobres que en su seno mancillado reproducen mano de obra.
El espejismo, lo inestable, lo incierto… El mundo oculto donde sus ideas, de aceptarse, comprenderían el contrapeso que equilibra un fracturado establecimiento. Miedo impreso en una voluntad que se sustrae para la epifanía de que se le admita como un ser completo. La adversaria que tranza paz externa batallando internamente contra el hambre y su reflejo.
Dadora natural, también es un consuelo. Venerada en el idilio es temida por su fuego; cazada, mutilada y excluida, pero sigue avante en el juego. Sucumben a su paso ante la ternura arrolladora donde la fragilidad irrumpe el carácter blindado por cascarones de ego, empañando con sonrisas el prisma paradigmático de lo correcto.
Alienada con el sufrimiento pretende dignidades que socavan y reprimen sentimientos, su ira política es contenida en golpes familiares que replican el ostracismo por amor enfermo, degradan sus motivos, hematomas en el rostro datan ausente autogobierno.
Fruto de la rebelión, anónimo de las obras, discriminada en la nación que cuida mientras sus sueños se alimentan con fantasías de otrora. A fuerza de vetos evoca la libertad que en su abnegación rescata incidiendo en las sombras, es musa y la pluma desgarradora, trampa de todo reino que pesque en su aroma.
Sabedora del secreto que domina en tanto mora, enfrentada con la muerte pues da a luz y la doma.
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